Liderazgo en Argentina
Abstract
En la actualidad, mucho se discute sobre los liderazgos políticos a nivel mundial. Hay quienes establecen que el siglo XXI representa el ocaso de los líderes, mientras que otro grupo de profesionales de la ciencia política y la sociología política establecen lo contrario. La hipótesis de estos últimos, establece que los liderazgos de las últimas dos décadas han mutado, y por ello se torna más difícil encontrarlos bajo el velo de las democracias modernas.
Algunas de las características más esenciales de los líderes modernos, y por ende de sus liderazgos, son: su nivel de adaptabilidad a las instituciones democráticas, ya que son ellas quienes limitarán y ordenarán su accionar; la constante preocupación por la variable tiempo, ya que se define como un recurso escaso pero de suma importancia; el carisma, entendido como la capacidad de un individuo para atraer a otros con su presencia o palabras; y finalmente el relato, definido como el medio para dar a conocer sus ideas y poder así llegar a la audiencia, conquistarla y emocionarla, con gran énfasis en los recursos simbólicos y metafóricos para encarnar mejor dichos relatos.
Siguiendo esta línea de análisis de los liderazgos, ya desde los años 90 se ha comenzado a estudiar, particularmente en América Latina, un fenómeno que se entiende como personalización de la política.
El desarrollo de la personalización de la política debe sus orígenes a un conjunto de razones que son articuladas justamente por un individuo, hecho que culmina en su personalización. Estas razones, en forma resumida son: se requiere de líderes capaces de tomar decisiones; un contexto de sociedades que carecen de referentes formales e identidades sólidas; carisma y habilidad comunicacional por parte del líder para lograr captar y satisfacer a dicha sociedad, brindándole cohesión y unión política.
De esta manera surge el líder personalizado en la sociedad, que se autorepresenta ante la misma, fragmentando y debilitando aquellas esferas políticas que carecen de líderes. El contexto en que se desarrolla la personificación del líder, en este caso el de Cristina Fernández de Kirchner, es determinante para entender la dirección y desenvolvimiento de dicho liderazgo. Por ello, un líder personificado en determinado contexto puede ser una ventaja para la democracia, mientras que en un contexto diferente puede ser totalmente contraproducente.
En el contexto latinoamericano, muchos autores consideran que esta personalización genera efectos negativos para la democracia. Una consecuencia que se desprende directamente de este hecho, es que se incentiva al cuerpo electoral a que, al momento de ejercer el voto, solamente lo haga de acuerdo a un criterio de aprobación o desaprobación de la gestión oficialista.
Este es el hecho que se resalta en la política argentina de los últimos años. La personalización de sus figuras políticas, principalmente desde Néstor Kirchner, pero más específicamente de Cristina Fernández de Kirchner, ha llevado a que las elecciones se transformen en una suerte de voto o democracia plebiscitaria. El mismo no refiere al significado tradicional, sino que trata de expresar a las elecciones nacionales como una consulta de tipo plebiscitaria, si o no, en torno a la gestión del gobierno. Esto también sucede por el hecho de que en la escena política argentina actual, la oposición al oficialismo es muy débil, como lo demostraron las últimas elecciones nacionales del pasado 23 de octubre.
El rotundo éxito en primera vuelta de CFK, con aproximadamente el 54% de los votos computados, fue algo esperado, pero igualmente trascendente, dada la ventaja que le llevó a sus opositores: casi 37 % más que Binner, 43% más que Alfonsín, 46% más que Rodríguez Saá y 48% más que Duhalde, por nombrar a los principales. Esto demuestra no sólo la brecha entre el oficialismo y la oposición, sino también la inmensa fragmentación de la segunda, que se traduce en un gran esfuerzo a futuro para lograr eventualmente igualar al oficialismo y así realmente poder competir por la presidencia.
Otro aspecto a destacar es el hecho de que la personalización de CFK ha llegado a tal extremo, que cuando se habla tanto de su campaña como de su éxito, no se refiere al Partido Justicialista – Frente para la Victoria, sino que se atribuye como un logro personal. Esto se puede entender bajo la tesis planteada por Guillermo O’Donnell en 1994, donde analiza un tipo particular de democracia, que él entiende como democracia delegativa.
En palabras de O’Donnell, “las democracias delegativas se basan en la premisa de quien sea que gane una elección presidencial tendrá el derecho a gobernar como él (o ella) considere apropiado, restringido sólo por la dura realidad de las relaciones de poder existentes y por un período en funciones limitado constitucionalmente. […] Generalmente, en las DDs los candidatos presidenciales ganadores se sitúan a sí mismos tanto sobre los partidos políticos como sobre los intereses organizados”. Este párrafo, escrito en 1994, es perfectamente aplicable a la realidad argentina actual tal y como se viene caracterizando bajo el liderazgo de CFK, y de su antecesor Néstor Kirchner.
Ya han pasado 28 años desde la última dictadura militar en Argentina, tiempo que podría llamarse récord en su historia durante el siglo XX. Esto significa que ha sido única y exclusivamente el voto popular quien ha designado la ocupación de los cargos administrativos del gobierno. Estos años de democracia llevan a preguntarnos cómo han sido, qué se ha aprendido y qué no. Los liderazgos que han gobernado a la Argentina de los últimos años, han sido tildados de populistas, autoritaristas, o de democracias delegativas. Más allá de la etiqueta, es cierto que se trata de una sociedad con un respeto cada vez mayor por el valor democrático. Ahora bien, lo que no es tan cierto es que se trate de una argentina cada vez más justa e igualitaria.
Las instituciones son las que determinan el accionar de los gobernantes como fue dicho más arriba, pero, ¿el respeto por estas reglas está aumentando como los valores democráticos, o se está debilitando? El próximo 10 de diciembre (re)toma el poder CFK por otro periodo de cuatro años, durante el cual podremos ver cómo evoluciona esta realidad, enmarcada en contextos económicamente favorables para la región que, en las últimas semanas, parecen cambiar de signo.
*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
FACS - Universidad ORT Uruguay.
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