Comprendiendo los disturbios de Londres
Abstract
No se trata de la primera vez que Inglaterra es protagonista de un conflicto como el que se suscita en estos días. Desde los disturbios de Brixton en 1981 a los de Tottenham en 1985, las últimas revueltas traen ecos de otros sucesos de similar magnitud que han acontecido en distintos períodos en la capital británica.
Una vez más, el barrio de Tottenham fue protagonista de una nueva revuelta, cuando una marcha en protesta por la muerte de Mark Duggan, -un joven negro de 29 años-, en un tiroteo con la policía, resultó en violentos acontecimientos.
El sábado 6 de agosto, numerosos ciudadanos se reunieron en la jefatura de Tottenham tras asistir a la rebelión en reclamo de justicia por el joven fallecido. Lo que parecía ser una manifestación pacífica, pronto comenzó a descarrilarse. Se lanzaron botellas contra dos coches policiales, por lo que fue necesaria la intervención de policías antidisturbios. Como consecuencia, la violencia y los disturbios crecieron velozmente: un autobús fue incendiado y varias tiendas fueron asaltadas.
A modo informativo, Tottenham es un barrio por demás conflictivo, con alarmantes problemas de índole social, racial y económica. En el distrito, conviven inmigrantes afrocaribeños, del Este de Europa, judíos ortodoxos, turcos e ingleses blancos. Igualmente, los recortes sociales del gobierno inglés y el aumento del paro -consecuencia de la crisis económica-, continúan agravando las condiciones de un barrio signado por la indigencia y la marginación.
Al respecto, a las pocas semanas de haber sido electo, el gobierno de Cameron recortó la financiación para los programas de servicios y educación a los jóvenes de las zonas en donde precisamente se están hoy desplegando las revueltas. En Tottenham, el gobierno ha cortado el 75% de los programas de apoyo a la juventud, o lo que es aun peor, muchos de estos programas han sido descartados.
No obstante, dicho distrito no es el único lugar en donde las famosas revueltas se han desarrollado. Con el pasar de los días, la violencia se propagó desde el norte a otras ciudades del sur y este de Londres tales como Brixton, Liverpool, Waltham Forest, Islington, Enfield Walthamstow, entre otros.
Ahora bien, ¿cómo podría explicarse el por qué de esta situación? Tanto el gobierno británico como las autoridades policiales y los medios de comunicación se han pasado las últimas semanas intentando encontrar los verdaderos cimientos y responsables de estos “sorpresivos” hechos.
Al tratarse de una cuestión tan compleja, todavía es muy pronto para determinar las causas profundas. El racismo, la apatía por el gobierno y los políticos, los recortes, el consumismo, la pobreza y la dureza de la policía británica se ciernen como posibles orígenes de lo que está aconteciendo. Lo cierto es que no se puede negar que las revueltas inglesas del 2011 no son simples olas de delincuencia, sino que todo indica que esconden un problema social e incluso cultural de importante magnitud.
Los sucesos de hoy en día parecerían ser en cierta manera menos políticos que los de los años ochenta, lo que no significa que la política no esté presente. Hoy, los jóvenes no saquean supermercados en búsqueda de, por ejemplo, alimentos. Por el contrario, asaltan tiendas de electrodomésticos, vestimenta y teléfonos móviles. Esto podría manifestar la avaricia desenfrenada del consumismo, y/o el infortunio por no contar con los medios económicos suficientes para adquirir lo que otros sí pueden.
La cuestión de la falta de capacidad de consumo y la desigualdad social, entonces, parecería ser pieza importante de este rompecabezas por comprender las raíces de los disturbios. A modo de ejemplo, los descomunales festejos de las bodas reales que el mundo presenció hace unos meses en Reino Unido sin lugar a dudas disienten con el detrimento de los distritos en cuestión. Así pues, queda claro que el enorme despliegue de riqueza frente a la inseguridad social y la carencia tiene sus costos.
¿Qué medidas podrían implementarse de cara al futuro para evitar nuevos disturbios? Sin lugar a dudas, el sistema policial británico necesitará de cambios importantes. Pero un cambio puramente policial no es la solución. El gobierno necesitará tomarse su tiempo para escuchar y contemplar a esta parte de la población a la que se la ha dado la espalda y que hoy se manifiesta.
Londres ha sido visto por muchos como un ejemplo de democracia, convivencia, y respeto por lo cívico. Pero la realidad parece mostrar que se trata de un país que está muy lejos de esa visión tan optimista.
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto de Estudios Internacionales.
FACS - ORT Uruguay.
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