Cuba, economía en crisis

Autores/as

  • Sebastián Bidegain

Resumen

Las inesperadas declaraciones de Fidel Castro a la prensa internacional sobre que “el régimen cubano ya no funciona”, han dado lugar a diversas interpretaciones. Por supuesto, se ha debido aclarar que el ex gobernante se refería a la renuente situación económica que vive la isla y jamás al orden socialista como tal. El gobierno del país, cuyo rol en la economía y en la sociedad rebasa lo “paternalista” para consagrarse directamente como el tutor monopólico, ya ha dejado entrever que sus responsabilidades tutelares para con los asuntos financieros sobrepasan sus capacidades; de ahí las declaraciones de Fidel Castro sobre la nueva relación estatal con lo que podría catalogarse como los “albores de un nuevo período especial”. 

A modo de referencia, se denominó “período especial” a la crisis económica cubana de comienzos de la década de los 90, como consecuencia de la caída de la U.R.S.S. y del COMECON. La pérdida del principal aliado de la economía cubana, para ese entonces, le infligió una severa contracción de un 36% del PBI sólo en el período 1990-93. Como todas las etapas de crisis económica en la isla, el período especial, estuvo sucedido por reformas en la estructura político-económica, especialmente, para el momento, del orden de reajuste agrícola, industrial y en los sectores salud y automóviles.

La actual crisis tiene su raíz en órdenes de coyuntura y estructura. Coyunturalmente, se observa un deterioro de los términos de intercambio, los precios de importación de alimentos y materias energéticas han aumentado en detrimento de la cotización de sus productos mineros. Este sector, la minería, presenta ahora una exigua producción, desde el cenit logrado en los años 2001-2003, para el 2009, su caída ha sido valuada en un 3,3%. 

El sector industrial también ha sufrido un importante debilitamiento, debido al proceso de descapitalización. Su participación en el PBI cubano se redujo desde un 28% a un 15% en los últimos 20 años. 

Asimismo, el sector agrícola presenta sus dificultades particulares. Al asegurarse el sector privado el 70% de la producción nacional, el país se ve obligado a importar más de dos tercios de los alimentos que consume, esto agravado, como ya sabemos, por la suba de los precios internacionales de los commodities (que tanto alivio ha traído al Uruguay).  

No obstante, el sector servicios ha crecido sin detenerse en estos últimos 20 años, haciendo de su rol uno de los protagonistas de la economía cubana. Desde un 48% del PIB en 1989 a 74% en 2009, siendo, de hecho, el principal responsable por el pequeño crecimiento que ha vivido Cuba durante el año pasado.

El nivel estructural, sin embargo, acarrea otra serie de dificultades. Los analistas señalan las debilidades y los desequilibrios internos de la estructura económica del país, así como también las negativas consecuencias de un sistema de doble moneda, el peso (la moneda débil) y el peso convertible (la moneda fuerte). Esta debilidad sugiere, además, una preocupación del gobierno cubano por lo que podría ser una muy fuerte dependencia para con Venezuela y sus amables créditos, que recuerda a aquella ayuda enviada por la URSS en su momento. 

La estructura económica, como vimos debilitada, no ha presentado señas de importantes reestructuras (como en el caso del período especial) sino hasta hace pocos meses. En agosto de este año, a iniciativa del Consejo de Ministros, cerca de medio millón de empleados del sector público han visto suspendidas sus actividades. Los funcionarios han sido suspendidos, hasta marzo del 2011, a causa de la decisión de reducir las gratuidades y subsidios (el Estado remunera al 80% de la población activa). La decisión ministerial, que sólo compete al 12% de los funcionarios, es la primera etapa de una anunciada reestructura socioeconómica que finalmente afectará al 20% de la población activa.

Según declaraciones del Centro de Estudios de Economía Cubana (CEEC): “ya no será posible la fórmula de proteger o subsidiar  salarialmente de forma indefinida a los trabajadores”. Este proceso de reestructuración económico-social, que cuenta con el apoyo de los dirigentes sindicales, plantea la siguiente pregunta fundamental: ¿qué “hacer” con 4.4 millones de empleados suspendidos (el 12% antes planteado)? El plan “reestructural” ha previsto que sean trasladados a aquellos sectores de la economía que presentan déficits productivos o de mano de obra, a saber, los ya mencionados sectores industrial y agrícola. También se exhortará a los funcionarios en suspensión a dirigirse hacia sectores privados. En definitiva el plan del Estado es, a corto plazo, un mayor espectro de posibilidades (como el derecho de contratar asalariados) lo que daría lugar a un germen de libre mercado laboral.

La actual crisis cubana, que ya ha guiado al sub-umbral de la pobreza al 20% de la población, es motivo de serio estudio por parte del gobierno. Por fuera de la opinión de los disidentes, tres son las diferentes posturas oficiales adoptadas por las diferentes ramas del socialismo cubano. La primera de ellas, la encabezada por Raúl Castro y el equipo de dirigentes, apunta hacia el progresivo amaine del estadio paternalista del gobierno. Esta postura dirigiría su mirada hacia el “pragmatismo chino”.

La segunda postura, clasificable de izquierda radical, dentro del mismo Partido Comunista Cubano (PCC), brega por un impertérrito conservadurismo del sistema socialista cubano. Su principal temor radica en que cualquier alteración del orden establecido post revolución de 1959, signifique no sólo la renuncia de sus ideales, sino más bien, el progresivo quiebre del sistema y la caída en las malévolas fuerzas del mercado. Una suerte de U.R.S.S. post Gorbachov.

Finalmente, el último de los estandartes es portado por estudiantes e intelectuales militantes del PCC, quienes pretenden una profundización de los valores democráticos, tanto a nivel institucional como estructural productivo. Este último grupo de idealistas, es quien postula la consigna menos fuerte de las tres, ya que su unión se ve contrariada por la heterogeneidad.

Lo único que no parece debatirse es, en definitiva, el fundamento mismo del socialismo cubano, el fruto de una revolución que ha perdurado, congelada en el tiempo, sin dejar lugar a ninguna restauración Estatal. El eterno glacial podría, sin embargo, presentar resquebraduras. En la actualidad, a poco más de 50 años de vida, cualquier roce con un sistema de libre mercado, entendiendo al libre mercado como posible regulador de la economía, podría causar el advenimiento de la duda. La realidad muestra que la progresiva reaparición de una burguesía conectada al gobierno y al exterior ha dado paso lento al ideal de reconstrucción legal del Estado cubano hacia un nuevo modelo que, sin intención de definición, no hace parecer descabellado el fin de la era del hielo.


*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
FACS - ORT

Descargas

Publicado

2010-10-21

Número

Sección

Comercio y economía internacional