SOBRE TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN

Autores/as

  • Prof. Agustin Courtoisie

Resumen

El título de un viejo libro de J.L.Austin,  “How to do Things with Words” (1962) fue bien aprovechado por los autores de “Cómo hacer cosas con razones” para bautizar con gracia su propio opus.

Este manual logra mostrar la utilidad de la teoría de la argumentación en la vida de todos los días y ofrece una perspectiva muy fresca, con abundantes ejemplos tomados de los medios de comunicación y del cine.

Así como la retórica por mucho tiempo quedó confinada al ámbito de los estudios literarios, y la lógica se puso cada vez más matemática y alejada de las situaciones humanas corrientes,  después de la Segunda Guerra Mundial –quizás no por casualidad–, algunos estudiosos lograron consolidar esta disciplina que se podría remontar a Aristóteles. Por ello Guinovart y Aloisio afirman que “luego de haber experimentado los horrores de la guerra, y a la luz de las discusiones políticas que se estaban procesando, parecía claro que una disciplina como la argumentación tenía mucho que aportar a los seres humanos en términos de racionalidad”.

Tampoco parece azaroso el hecho de que la génesis de la “Lógica viva” (1910) de Carlos Vaz Ferreira se haya producido en un país donde todavía ardían las heridas de las guerras civiles. El carácter pionero del pensador montevideano no solamente en cuestiones de argumentación sino en varias ramas de la filosofía del lenguaje ha sido señalado por muchos autores, incluso extranjeros. Pero en el mundo, el resurgimiento de la argumentación  suele asociarse al “Tratado de la argumentación. La nueva retórica” (1958) de Perelman y Olbrechts-Tyteca, y a “Los usos de la argumentación”  de Stephen Toulmin del mismo año.

Sin perjuicio de la amplitud de miras y la pluralidad de enfoques que ejercen a lo largo del manual, Guinovart y Aloisio se inclinan algo más por la escuela holandesa de Van Esmeren y Grootendorst, autores de “Argumentación, comunicación y falacias” (1992) y de “A Systematic Theory of Argumentation. The pragma-dialectical approach” (2004).

En cuanto a “Cómo hacer cosas con razones”, parece óptimo que un libro sobre argumentación haya sido escrito por dos personas, en discusión o diálogo constante, desde perspectivas de género y profesión diferentes: Raquel Guinovart es profesora de filosofía egresada del Instituto de Profesores Artigas y Carlos Aloisio es licenciado en Sociología por la Universidad de la República. Ambos son docentes de la Universidad Católica del Uruguay. La pulcra elegancia de la escritura, y el ingenio para encontrar ejemplos, parece ser también otro atributo en común, que utilizan hasta en los agradecimientos ubicados con sobriedad al final del volumen. Uno de los autores declara allí, por ejemplo, al recordar viejos amigos: “espero que sigamos siendo tan sabios como cuando no sabíamos nada”.

La guía de Guinovart y Aloisio  adhiere a la escuela holandesa en el sentido de que“el objetivo de la práctica argumentativa no es ya persuadir ni convencer, sino avanzar en la resolución de un problema”.  Esto les evita incurrir en algunas dificultades inherentes a los neo-retóricos, que tendían a creer que el acuerdo logrado con un auditorio refleja la validez de una argumentación.

En otro orden, en la página 15 se introducen 10 reglas que procuran evitar el “juego sucio” cuando se intercambian argumentos. Son un poco abstractas en una primera lectura, pero si la gente se decidiera a cumplir la mitad de ellas, realmente sería una verdadera hazaña. A vía de ejemplo, puede recordarse la regla 10, que parece haber sido escrita para que la tomen muy en serio todos los políticos: “Las partes no deben usar formulaciones que resulten insuficientemente claras o confusamente ambiguas y deben interpretar las formulaciones de la parte contraria tan cuidadosa y tan exactamente como les sea posible”.

Las tres partes en que está dividido el libro (Análisis, Evaluación  y Producción) recorren los mismos temas que muchos manuales de secundaria pero con agilidad notable: razonamientos deductivos e inductivos, juicios de hecho, juicios de valor y falacias no formales,  entre muchos otros puntos. El libro culmina con un capítulo sobre debates, que no tiene desperdicio.

Para tener una muestra del talante de estas páginas, basta incluir un ejemplo. En la página 158 se explica el método del ejemplo absurdo con el siguiente caso:

  1. Alejandro debe pertenecer a una secta satánica.
  2. ¿Por qué?
  3. Bueno, siempre se viste de negro y todos los satanistas se visten de negro.

Los autores identifican la estructura del argumento y luego construyen un ejemplo que posee la misma forma, con distinto contenido. Entonces se hace evidente el absurdo de la conclusión:

  1. Todos los perros son seres vivos.
  2. Mi gato es un ser vivo.
  3. Mi gato es un perro.

Otro buen botón de muestra es el debate de la página 164, analizado en forma muy fina por los autores. El ejemplo proviene del film de Alan Parker  “The life of the David Gale” (EEUU, 2003). Se trata de la escena en que discuten David Gale y el gobernador Hardin, ante las cámaras de la televisión. El lugar es Texas, caracterizado por su conservadurismo y su religiosidad. La polémica gira en torno de la pena de muerte:

Gobernador Hardin: Odio el asesinato y mi administración matará para detenerlo.

David Gale: Pues, gobernador, la ejecución no disuade a los asesinos. No los disuade y usted lo sabe. Se han hecho más de 200 estudios sobre eso y todos concluyen lo mismo.

Gobernador Hardin: Debería leer su Biblia. Deuteronomio 19:21, “Ojo por ojo, diente por diente”.

David Gale: ¿Qué dijo Gandhi sobre esto? “La vieja ley del ojo por ojo nos deja a todos ciegos”.

Gobernador Hardin: Lo lamento pero es una idea liberal, David.

David Gale: ¿Realmente lo cree?

Gobernador Hardin: Por supuesto (…)

David Gale: Así que lo que usted opina es esencialmente lo que dice esta cita: “una sociedad sana debe hacer cualquier cosa para librarse del mal”.

Gobernador Hardin: Sí, tendría que decir que sí. ¿Yo también dije eso?

David Gale: Oh, no señor. Fue Hitler.

Guinovart y Aloisio desmenuzan cada tramo de la polémica y en la vecindad de la campaña electoral muchos querrán saber qué dicen los autores a partir de la página 165, al examinar los errores y los aciertos de cada contendiente – radiografía argumentativa que es prudente no consignar aquí y dejar en suspenso –.

No en vano, en una entrevista mantenida con Jaime Clara en Radio Sarandí, los autores sugirieron sus expectativas a partir de la publicación de este “Cómo hacer cosas con razones”. Vale la pena comentarlas.

Carlos Aloisio, parafraseó una frase famosa de Wittgenstein, al sostener que desearía que el libro se leyera, o se estudiara, pero que prefería que una vez entendidas y consolidadas las técnicas, se dejara de lado, por ejemplo, regalándoselo a alguien –esa opinión parece más sólida que la de Wittgenstein, que hablaba de subir por una escalera y después tirarla, dejando en realidad sin respuesta a quienes desearan bajar alguna vez –.

Por su parte, Raquel Guinovart, apuntó algo que quizás constituye uno de los más nobles efectos de la lectura atenta de  “Cómo hacer cosas con razones”, es decir, entrenarse para argumentar mejor es prepararse, necesariamente, para escuchar mejor al otro, y tratar de entender lo que realmente quiere decir. Antes de discutir y contestar rápido, primero corresponde escuchar.

 

FUENTE
“Cómo hacer cosas con razones. Una introducción a la práctica de la argumentación” de Raquel Guinovart y Carlos Aloisio, Paideia ediciones, Montevideo, 2008.

 

*Profesor de Cultura y sociedad contemporánea.
Depto de Estudios Internacionales
FACS – ORT Uruguay

Descargas

Publicado

2009-12-10

Número

Sección

Culturales