Las pocas luces de Chávez

Autores/as

  • Pablo Casanova

Resumen

En estos días, el Parlamento brasilero dio su venia para la incorporación de Venezuela al Mercosur, no sin antes experimentar un intenso debate en sus filas internas. Lo curioso es que el debate no pasó tanto por si Venezuela está cometiendo excesos o no - eso es algo que todo el mundo tiene más o menos claro - sino sobre cuál era la mejor forma de limitar esos excesos: incluyendo a Venezuela en la órbita del bloque, donde podrá ser controlado de cerca; o dejándolo a su suerte. Para convencer a los escépticos brasileros, se requirió la intervención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. El alcalde, que había sido electo con un 53 por ciento de los votos, fue rápidamente despojado de sus competencias por parte de Hugo Chávez, quien creó por decreto un cargo que deja los poderes del alcalde casi obsoletos. De modo que Ledezma tuvo que ir a pedirle por favor al Parlamento brasileño para que aprobara la entrada de Venezuela al Mercosur, con la esperanza de la voz de la oposición venezolana no sea tan fácilmente sofocada.

Es que Venezuela cada día sorprende más al mundo con los arrebatos autoritaristas de un presidente que a esta altura no parece estar haciéndole ningún bien a su gente. Recientemente se aprobaron en ese país medidas que restringen el acceso a la energía eléctrica y al agua potable, servicios cuya calidad viene en franco declive desde la llegada de Chávez al poder. Lo más curioso es que para el presidente, la merma en la calidad de los servicios nada tiene que ver con la bajísima inversión que recibe el sector, y mucho menos con la altísima corrupción que está carcomiendo el aparato estatal venezolano. Para Chávez, los propios ciudadanos son responsables de la escasez de estos recursos, al "derrochar como capitalistas" cuando "tres minutos de ducha son suficientes: uno para mojarse, otro para enjabonarse y otro para enjuagarse". Así, mediante un proceso lógico que da lugar a enormes dudas, el líder bolivariano identifica el acto de llenar una piscina o de lavar el auto, con una ideología específica: el capitalismo salvaje. Así, millones de venezolanos padecen regularmente apagones y cortes en el suministro de agua potable, y una vez más se tendrán que apretar el cinturón en nombre del socialismo bolivariano. Las medidas van más allá: el presidente pretende cortar el suministro a aquellos hogares que sobrepasen por dos meses corridos un límite de consumo establecido por él, además de hacer un llamado a usar linternas en lugar de prender la luz si se necesita ir al baño de noche; o sea, la precariedad total. Parece mentira que un país que está sentado sobre una de las reservas energéticas más grandes del mundo sea incapaz de suministrarle energía eléctrica de forma satisfactoria a su gente. Esta es una más de las extrañas y oscuras contradicciones de una Venezuela que se jacta de mejorar la vida de la gente, y lo único que hace es empeorarla.

De modo que Brasil ya dijo que Venezuela juega. Ahora sólo falta la aprobación de Paraguay para que su ingreso al Mercosur sea oficial, tema que tampoco supone un mero trámite ya que en ese país es el sector opositor a Chávez el que cuenta con mayorías parlamentarias. Pero aún suponiendo que Paraguay aceptase el ingreso de Venezuela sin mayores trabas, el problema es que las garantías que puede llegar a ofrecer el Mercosur no son exactamente las más confiables. El bloque hace años que padece importantes irregularidades en el ámbito comercial, lo que hace pensar que la contención política de Venezuela puede llegar a resultar una empresa bastante complicada. De repente estas reservas tendrían pocos fundamentos si el Mercosur contara con un ámbito supranacional que pudiera limitar de forma efectiva cualquier exceso que pudiera acaecer; pero la verdad es que las instituciones del bloque están en pañales, y Brasil tiene los ojos puestos en metas bastante más ambiciosas que las de andar preocupándose por los accesos narcisistas del líder vestido de rojo. En cualquier caso, Venezuela está cada vez más cerca de lograr la membresía plena. y ahí se verá no sólo el tipo de liderazgo de Brasil en la región, sino la capacidad del Mercosur como bloque para frenar un régimen que hace mucho dejó de ser democrático. Venezuela hoy por hoy es una dictadura pura y dura a punto de entrar a un bloque cuyo tratado fundacional incluye una cláusula democrática. Cuando eso ocurra, se verá si el Mercosur tiene la capacidad de enderezar a Venezuela, o si simplemente hará la vista gorda mientras consume sus recursos y deja que el país se hunda más y más - literalmente - en las tinieblas.

 

* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales. 
Depto de Estudios Internacionales. 
FACS - ORT Uruguay.

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Publicado

2009-11-12

Número

Sección

Política internacional