El Ascenso de China y la Teoría Política Internacional: La Teoría de la Paz Democrática

Autores/as

  • Lic. Guzmán Castro

Resumen

En el esfuerzo por introducir teórica y empíricamente algunas de las corrientes de pensamiento más relevantes de la política internacional, se desarrollaron, en números anteriores, análisis que estudian el ascenso de China desde perspectivas realistas y en su gran mayoría sistémicas o estructurales. Las variables a considerar eran, inter alia: la anarquía del sistema, los polos de poder y las transiciones en la jerarquía de poder internacional. El foco del modelo que se desarrolla en el presente artículo es cualitativamente distinto y está puesto sobre la naturaleza interna de los regímenes políticos de los estados. Se la conoce como teoría de la Paz Democrática. 
El debate acerca de la influencia de los tipos de régimen en la política internacional no es nuevo. El locus classicus es Immanuel Kant y su Paz PerpetuaGrosso modo, la teoría asume que los estados democráticos-liberales, como resultado de sus instituciones y valores políticos, no hacen la guerra entre ellos. Sin embargo, sí pueden (y suelen) recurrir a las armas en contra estados no-democráticos. Esto se conoce como paz separada, en alusión a la interacción exclusiva entre estados democráticos. 

El compromiso a resolver los conflictos por una vía pacífica y de negociación; la convicción en la utilidad y el respeto de los acuerdos internacionales; y por sobre todas las cosas, la influencia de una ciudadanía que tiene accountability sobre los tomadores de decisiones, hace del uso de las armas en la política exterior entre democracias un fenómeno improbable –para algunos, impensable. 

Contrariamente, el uso de la fuerza en las relaciones entre democracias y regímenes no-democráticos está dentro del menú de políticas para ambos. Al igual que lo está en las relaciones entre regímenes no-democráticos. 

Más allá de algunos problemas metodológicos, la teoría de la Paz Democrática tiene detrás de sí el sugerente argumento de que, efectivamente, no se han registrado guerras entre estados democráticos-liberales (siempre y cuando se aplique un concepto estricto de democracia-liberal). Las consecuencias teóricas de dicha observación han sido cuestión de intenso debate. Por ejemplo, Edward Mansfield y Jack Snyder han demostrado los peligros sobre la paz internacional que acarrean las transiciones internas desde regímenes no-democráticos a democracias. No obstante, la teoría se posiciona como una de las corrientes más sólidas de la disciplina. 

Uno de sus puntos más fuertes es su recurrente y extendido uso en el mundo de la política internacional práctica. La administración Clinton basó su estrategia de política exterior en el concepto de expansión (enlargement) de la democracia por el mundo. Más cercano, y con un carácter sin dudas más proactivo (y agresivo) el gobierno de Geroge W. Bush tuvo en la expansión de la democracia –adjudicándole automáticamente, y apresuradamente, la capacidad de promover la paz y el desarrollo- uno de sus argumentos más fuertes para sostener sus políticas en Medio Oriente y parte de Asia. 

¿Qué tiene para decir la teoría de la Paz Democrática en el caso del ascenso de China? 

En primer lugar, como estado claramente autoritario, la República Popular China cae fuera de la zona de paz que predica la teoría. Si a esto se suma que eventualmente tendría la capacidad de jugar en las grandes ligas de la política internacional, China podría ser una superpotencia beligerante en una posible guerra hegemónica. La toma de decisiones en política exterior china, para los teóricos de la paz democrática, se lleva a cabo sin las limitaciones institucionales y políticas que moderan el mismo proceso en los regímenes democráticos (vale aclarar que esta simplificación del proceso de toma de decisiones de política exterior chino no es del todo acertado: el mismo se ha pluralizado, descentralizado y profesionalizado in crescendo, siempre dentro de los límites que establece una forma de gobierno autoritario). 

En este sentido, no debería extrañar, arguyen los analistas, si las actitudes de los estados democráticos se vuelven confortativas a medida que China incrementa su poder. Dinámica que seguramente sería reciprocada desde las trincheras chinas debido al miedo –desde siempre presente- a las tareas “subversivas” de las democracias occidentales. 

El continuo incremento del poder chino desde la década de 1990, que hasta el momento no ha traído un impulso paralelo hacia la democratización, es un factor de preocupación para los teóricos que adhieren a esta escuela. El programa de investigación permanece muy incompleto; y es limitado lo que nos puede decir acerca de un fenómeno tan complejo y aún impreciso como el ascenso de China. Sin embargo, la transición del gigante asiático hacia la cima del poder internacional –y la poca viabilidad de una conversión hacia formas de gobierno democrático-liberales- seguramente ayude a aclarar la utilidad del programa de la Paz Democrática. Esperemos que sea para desacreditarlo.

 

*Candidato a la Maestría en Estudios Internacionales, 
Universidad Torcuato di Tella
Buenos Aires, Argentina

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Publicado

2009-08-20

Número

Sección

Enfoques