El amigo europeo de Chávez

Autores/as

  • Lic. Martín Kalenberg

Resumen

La caída del comunismo y del Muro de Berlín hizo pensar que con la llegada de los años ’90 las dictaduras europeas habían llegado a su final; los tiempos de la democracia se instalarían en el viejo continente. Pero la historia vuelve a repetirse. Y esta vez, una vieja república soviética vuelve a ser la protagonista. Bielorrusia (que no debe ser confundida con Rusia), es presidida desde hace 15 años por un ex integrante del Partido Comunista Democrático (hoy independiente), el economista e historiador Aleksandr Lukashenko, amigo y socio comercial del presidente venezolano Hugo Chávez.

De 54 años, padre de 3 hijos varones (el menor de madre desconocida), pelado y con un prolijo bigote, Lukashenko ha ganado las dos últimas elecciones con cerca del 80% de los votos; una cifra altamente elevada para los resultados de cualquier comicio electoral, lo cual generó vanas acusaciones de fraude por parte de sus opositores. En 1996, el referéndum que convocó para enmendar la Constitución bielorrusa finalizó con un 70% de apoyo para su propuesta, lo cual le permitirá presentarse indefinidamente a la reelección presidencial.

Lukashenko no habla español pero con el presidente venezolano Chávez se lleva de maravillas. “Usted es una persona de amplios conocimientos, pues conoce muy bien no sólo la economía de Venezuela, sino también de Bielorrusia, y me encanta ver que también entiende en asuntos militares y en la industria de guerra”, señaló el líder bielorruso sobre el venezolano luego de su primer encuentro en Minsk, la capital bielorrusa, en julio de 2006.

También en julio, pero de 2008, Lukashenko le entregó a Chávez la Orden de Amistad de los Pueblos de la República de Bielorrusia. El presidente anfitrión elogió a su colega y además mencionó los negocios que unen a ambos países. “En Venezuela nosotros estamos realizando una serie de proyectos muy importantes para las economías de nuestros estados. Entre ellos está la extracción de petróleo y la construcción de maquinaria. Sin el aporte del estimado presidente Hugo Chávez no tendríamos los resultados que tenemos hasta el momento”.

Por su parte, el venezolano resaltó sus vínculos ideológicos. “Tú y yo luchamos contra los mismos enemigos. Nuestros pueblos luchan contra el mismo adversario: el imperialismo. Y hay que ponerle apellido, es el imperialismo norteamericano y los países lacayos que le siguen”, afirmó. Asimismo, Lukashenko es amigo del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, y recibió la orden de la Revolución de manos del libio Muammar al-Gaddafi.

Pero al bielorruso también le gusta practicar un juego de enfrentamiento y coqueteo con Occidente. Cuando asumió el demócrata Barack Obama como presidente de Estados Unidos dijo que se parecía a él. Sin embargo, fue un duro crítico del gobierno de George Bush, a lo cual recibió como respuesta el mote de “último dictador de Europa” por parte de la ex secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice.

También, en los primeros días de junio se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Liberman. Luego de la reunión entre ambos, Lukashenko dijo sobre los judíos bielorrusos: “Nuestros judíos son un pueblo especial. Ellos constituyen una fibra moral en nuestra relación”.

Sin embargo, el año pasado el premier bielorruso había llamado “mugrientos” a los judíos ya que, según sus palabras, las ciudades de Israel que él había visitado eran un “chiquero”. Este episodio llevó que el estado hebreo convocara a su embajador en Minsk para consultarlo sobre el asunto.

Como todo líder que pretende perpetuarse de por vida en el poder, Lukashenko también se aprovecha del deporte. El mandatario bielorruso fue electo presidente del Comité Olímpico de su país en 1997. Es evidente que mucho aprendió del dictador italiano Benito Mussolini, anfitrión del Mundial de fútbol de 1934, y del nazi Adolf Hitler, quien organizó los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. Precisamente, Lukashenko es un admirador de Hitler. “El orden alemán evolucionó a través de los siglos y alcanzó su cumbre durante el gobierno de Hitler”, afirmó.

Su gobierno también tiene reminiscencias del período comunista. El 80% de la economía bielorrusa está controlada por el Estado y es el único país de las ex repúblicas soviéticas donde todas las granjas siguen siendo colectivas. También, como en tiempos de la Unión Soviética, el presidente bielorruso apresó, en 2006, a su rival político Alexander Kozulin, quien fue condenado a cinco años y medio de prisión por realizar una marcha en la que acusó al gobierno de fraude electoral.

El último conflicto del que fue parte ocurrió esta semana. Según informa el diario ABC de Madrid, el domingo 14 de junio no acudió a Moscú para participar en la cumbre de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB). No lo hizo en protesta por el embargo decretado por las autoridades rusas a los productos lácteos fabricados en Bielorrusia.

La percepción que tiene Lukashenko de sí mismo es muy diferente a la de sus opositores internos y a la de los países de Europa Occidental. Así lo demuestra el párrafo final de su autobiografía, publicada en el sitio web de la Presidencia bielorrusa: “Alexander Grigoryevich Lukashenko es un defensor de los programas internacionales que aseguran los derechos humanos y las libertades fundamentales; es un luchador contra el terrorismo, la violencia, y el abuso de las drogas y el alcohol”.

 

Licenciado en Comunicación Periodística.
ORT - Uruguay

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Publicado

2009-06-18

Número

Sección

Política internacional