La política exterior suiza: ¿tradición o integración?
Resumen
La confederación helvética tiene sus orígenes, en 1291, en la conformación de una confederación política entre tres cantones (Uri, Schwiz y Unterwalden) que, posteriormente se expandió hasta alcanzar su formación actual en 1815.
La principal característica de la política exterior suiza es su neutralidad que, instaurada en 1515, oficializada en la Paz de Westaflia y ratificada en el Tratado de Viena, le permitió mantenerse ajeno a múltiples conflictos europeos y particularmente a las dos últimas guerras mundiales que asolaron al continente europeo.
Fue principalmente en el Tratado de Viena que los negociadores de los grandes Estados triunfadores del momento convinieron en que Suiza mantuviera su neutralidad. Las razones de circunstancia eran obvias: quitarle influencia a Francia, y en particular las ciudades de Valais, Ginebra, Neuchâtel y Jura que habías sido anexadas por Napoleón y debieron ser devueltas a los helvéticos.
En tèrminos contemporáneos, uno de los grandes “temas” de la política exterior suiza fue el rechazo, en 1992, a la posibilidad de ingresar a la Unión Europea debido a variados factores, dentro de los cuales es quizás uno de los mas importantes su particular sistema político y el proceso de toma de decisiones que lo caracteriza.
Como una característica remarcable de la organización política suiza está la participación de cada uno de los ciudadanos en el gobierno en variados aspectos. Suiza no posee un ejército sino que su defensa se compone por la propia ciudadanía en la cual cada suizo en “edad militar” debe realizar un mes anual de maniobras militares, lo cual de esta manera los lleva a contribuir a la defensa nacional de país.
De importancia decisiva es subrayar una carácterística peculiar de su sistema político que practica una democracia muy cercana a lo que podría llamarse “democracia directa”. En los hechos, se llama a referéndum nacional para solicitar la opinión popular y definir un gran nùúmero de problemas sobre los cuales el Estado y el gobierno han de tomar decisión. Esto sólo puede darse en casos como los de Suiza por tratarse de un país relativamente pequeño en cuanto a territorio (41.285 Km. Cuadrados) y su población de aproximadamente 7.554.000 habitantes.
La constitución suiza, que data de 1848, está fuertemente influenciada por la constitución norteamericana, y es en esta en la que se instaura la democracia directa con el sistema de la doble mayoría. Esto último implica que, en asuntos trascendentales, como, por ejemplo, decisiones que impliquen la pertenencia de Suiza a formar parte de Organizaciones multilaterales como la ONU o la UE se necesita contar con una doble aprobación: la de la ciudadanìa y la de los 26 cantones que conforman la Confederación.
La vigencia de este mecanismo fue decisiva en el resultado de la votación para ingresar a la Unión Europea. El voto popular se dividió en dos mitad casi iguales, pero en la votación por cantones hubo 16 que rechazaron el ingreso a la UE y solamente 7 que lo aprobaron.
Si bien la democracia directa y este sistema de votación de "dobles mayorías" brinda la oportunidad a las minorías de hacer oir su voz en asuntos que, en otros sistemas democráticos, se sortean con mas facilidad, el mecanismo tiene el problema de ser un proceso político lento, complejo y que tiende a fraccionar al electorado necional. Todo ello afecta, particularmente la política exterior del gobierno y del país donde, muchas veces es necesario procesar respuestas rápidas y apoyadas por consensos nacionales sólidos.
En general los suizos no aceptan el sistema de la Unión Europea porque parecen entender que las instituciones de dicho bloque no cumplen con los requisitos democráticos que se establecen en el sistema suizo. Ello es seguramente cierto en gran medida y, de considerarse el ingreso de Suiza a la UE, todo el sistema político suizo de iniciativas y referéndum debería ser reformado. Ello implica que, de manera no admisible para la opinión pública helvética, el ciudadano terminaría perdiendo una parte sustantiva del ejercicio de la soberanía que tiene en la actualidad cada individuo a la hora de tomar decisiones.
A pesar de ello Suiza fue logrando formar parte de algunas organizaciones internacionales a que se le propuso ingresar, tales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), la OMC o las mismas Naciones Unidas, cuyo ingreso finalmente se logrò, en el segundo intento, recién en marzo del 2002, tras una primer negativa de ingreso, quince años atrás. Suiza también ha firmado varios tratados bilaterales con la Unión Europea y mantiene una fluida relación con el bloque -(o cual es inevitable debido a las condiciones geográficas y económicas de Suiza)- en un continente que siempre se caracterizó por la estrechez de los lazos que unen a sus países. Sin embargo, el pueblo suizo no ha demostrado en las urnas el querer formar parte íntegramente del bloque.
Hoy en día el debate sobre el ingreso a la UE sigue siendo un tema central en la agenda política y en la sociedad suiza. Por ejemplo, existen importantes grupos políticos y sociales que apoyan la unión o la no unión al bloque regional. Por un lado está la ASIN o “Acción por una Suiza neutra e independiente” la cual lucha por defender la independencia y la soberanía suiza y por el mantenimiento de "la neutralidad". Este grupo con sede en Zurich fue formado en 1986 como represalia por el primer intento de unirse a la ONU y planteó, también, mantenerse al margen de cualquier tipo de intervención en asuntos bélicos ajenos a Suiza, manteniéndose firmes a su principal tradición de neutralidad. Este grupo esta mas relacionado con el partido de la Unión democrática de centro, un partido suizo económicamente liberal pero políticamente de corte mas conservador.
Por otro lado, está el grupo llamado NOMES o “Nuevo movimiento europeo suizo” que lucha por la integración suiza a la Unión Europea y el derecho de los ciudadanos helvéticos de poder votar en las mismas votaciones que los demás habitantes europeos. Dicho grupo nació en 1998 como una fusión de viejas organizaciones que, a lo largo del siglo XX, habían perseguido los mismos objetivos.
La realidad es que hoy en día el pueblo suizo, en general, se niega a la idea de ingresar a la Unión Europea, frente a un gobierno que ve con cierto temor el posible aislacionismo que pudiese producir el no querer ingresar a dicho bloque.
Algunos autores alegan que, en tiempos de globalización y de comunicación instantánea, resulta difícil que dicho sistema guarde coherencia con las realidades del mundo actual. Si Suiza como una democracia liberal plantea abrir su comercio como forma de mejorar su inserción internacional llegará un momento en el cual le será indispensable la mayor integración posible con su bloque vecino, a riesgo de aceptar el peligroso papel de intentar sobrevivir como una pequeña economía en un mundo de grandes bloques económicos.
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto de Estudios Internacionales.
FACS - ORT Uruguay.
Descargas
Publicado
Número
Sección
Licencia
Reproducción y/o transcripción total o parcial, con fines académicos o informativos, solo es permitida, siempre que sea citada la fuente "Revista Letras Internacionales, Universidad ORT Uruguay".
Todos los links a los que se hace referencia en esta publicación corresponden a artículos y documentos disponibles en Internet con acceso totalmente gratuito. Las reflexiones y/o comentarios realizados a la información que aquí se envía y las opiniones contenidas en los artículos, son de exclusiva responsabilidad de los autores. La Editorial que se incluye en nuestras ediciones es de responsabilidad del equipo de Letras Internacionales.