La Unión y su economía
Resumen
La Unión Europea se ha convertido en 50 años, en la segunda economía mundial.
Fue un largo proceso en el que se destacan tres acontecimientos claves:
- La creación de la unión aduanera
- La realización del mercado único
- La creación de la unión económica y monetaria
La unión aduanera permitió la libre circulación de mercaderías, el mercado único eliminó las trabas burocráticas que aún dificultaban el comercio e introdujo la libre circulación de servicios y la unión económica y monetaria eliminó los obstáculos para las inversiones transfronterizas e impuso la moneda única (que comparten 13 de los 27 países miembros), haciendo posible una política económica común.
El mercado único europeo es, entonces, evidente y el logro mayor de la Unión Europea: aumentó la creación de empleo, el crecimiento de la riqueza acumulada, las empresas europeas mejoraron su competencia en los mercados globales, se abrieron nuevos mercados para la exportación beneficiando a las PYMES, la eliminación de la burocracia fronteriza permitió acortar los plazos de envíos, y así los costos, los flujos de inversión directa extranjera en la Unión se duplicaron. Desde el punto de vista de los consumidores, el mercado unido permite, en términos generales, una mayor variedad de productos y servicios de alta calidad, una baja de los precios de los bienes y de los artículos de consumo básico (por ejemplo, en el costo de las telecomunicaciones que se han visto reducidas en un 50%, en promedio, para las llamadas nacionales y un 40% para las internacionales).
Sin embargo, el éxito del mercado único en estos términos, no debe cegarnos frente a sus insuficiencias en otros aspectos como la apertura del sector de los servicios financieros, que sigue siendo lenta. En cuanto a la fiscalidad, no existe una verdadera política fiscal comunitaria; las decisiones en esta materia deben tomarse en el seno del Consejo por unanimidad. Los Estados miembros tienen autonomía para establecer los tipos de impuestos a las sociedades y el impuesto a la renta de las personas físicas, el ahorro y la plusvalía. No hay acuerdo tampoco en ir hacia una tasa de IVA común, si bien, en este sentido, existe una cierta armonización en cuanto a los mínimos imponibles.
En términos macro, se espera que las economías que forman parte de la Unión, y de la zona euro sobre todo, sean economías sanas por lo que se acuerda, a fines de los 90, lo que se conoce como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Este pacto, unido a un Código de Conducta, obliga a los países miembros a evitar déficits presupuestales excesivos y generalizados, mantener la estabilidad de las finanzas públicas y de los precios. El pilar fundamental de este Pacto de Estabilidad y Crecimiento es que los países miembros no incurran en un déficit superior al 3% de su PBI, si no es por causas fuera de su alcance o a consecuencia de una recesión económica muy grave.
Ahora bien, la economía sola, fría y dura, para sobrevivir requiere un liderazgo político claro en momentos de crisis como el que vivimos en este momento, y el que se prevé para 2009, porque las soluciones técnicas frente al pánico no son suficientes para devolver la confianza a los mercados. En este sentido, la UE tuvo que pasar un duro examen para demostrarle al mundo que el liderazgo compartido funciona y que es capaz de responder de manera conjunta y coordinada a situaciones de crisis como esta. La prueba apenas comienza, como explica claramente Federico Steinberg en su artículo “La crisis financiera mundial: causas y respuesta política” (ver Real Instituto Elcano Nº 126/2008), cuando dice que la crisis supone, además, una oportunidad para la Unión Europea en general y para el euro en particular, como moneda de reserva mundial: “Primero, porque es de esperar que la nueva arquitectura financiera internacional que emerja tras la crisis sea más similar a la de Europa continental que a la anglosajona, lo que supondrá una oportunidad para que la Unión adquiera un mayor liderazgo global si es capaz de hablar con una sola voz en el mundo. Segundo, porque esta crisis supone una oportunidad para que el euro continúe ganándole terreno al dólar como moneda de reserva internacional, lo que requiere que la estructura político-institucional de la eurozona sea lo suficientemente sólida”.
En definitiva, un mercado único, en una economía globalizada, tiene sus ventajas pero también sufre el “efecto dominó” cuando una economía cae, haciendo tropezar a las demás. El liderazgo político puede tener más influencia de lo que, a priori, puede suponerse, aportando ese elemento “subjetivo” que la economía pura y dura no controla: la confianza. Europa la inspira y en ella está posicionarse como líder global, unida y con una sola voz.
* Profesora de Unión Europea.
FACS. ORT- Uruguay.
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