EL MAL Y LA MALDAD

Autores/as

  • Natalia Almada

Resumen

El 11 de abril de 1961, en Jerusalén, comenzó el juicio a Adolf Eichmann, un funcionario nazi de alto rango, encargado del transporte de la población judía a los campos de concentración y uno de los responsables de la Solución Final. Eichmann había sido capturado por el Mossad –el servicio de inteligencia israelí- en Argentina un año antes. El juicio, que duró varios meses, terminó con la sentencia a muerte del acusado.

Entre las personas que presenciaron las instancias del proceso, se encontraba la filósofa judeo-alemana Hannah Arendt, enviada por The New Yorker para cubrir el caso. Sus crónicas fueron publicadas en las páginas de la revista norteamericana y en 1963 Arendt dio a conocer el libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, basado en aquel trabajo. Desde entonces, el concepto que adelanta el subtítulo de la obra se ha convertido en blanco de polémica y controversia.

En síntesis, Arendt sostenía que Eichmann no era un psicópata ni un ser malvado. Era un hombre común que formaba parte de una estructura perversa; inmerso en esa lógica, había perdido la capacidad de pensar y de discernir. Y en un contexto como ese, en el que los hombres obedecen y no piensan, el mal se transforma en algo rutinario, en algo que no se cuestiona, en un trabajo más. Se vuelve banal.

Para el profesor de filosofía, periodista y ensayista Agustín Courtoisie aquellas ideas acerca del mal, que en Arendt funcionaron como una suerte de intuición y que luego fueron confirmadas por las pruebas experimentales del psicólogo Stanley Milgram, mantienen hoy una enorme vigencia. “La única distancia que yo plantearía es que no solo es un problema de no pensar: también hay una deficiencia en el sentir. Hay algo perverso en la anulación de la compasión, no es solo una pérdida de la racionalidad”, opinó, en el programa radial La máquina de pensar.

Inspirado en los conceptos de Arendt, Stanley Milgram ideó y llevó adelante una serie de experimentos en base a los cuales escribió el libro Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental. El equipo de Milgram convocó a voluntarios para participar en lo que se les explicó sería un estudio sobre la memoria. En el experimento intervenían dos participantes y el investigador de la universidad, quien representaba a la autoridad y marcaba las reglas. Uno de los participantes era el voluntario, que desconocía los verdaderos propósitos de la investigación, el otro era un actor. El primero debía leer una lista de palabras para que el segundo memorizara y repitiera. Ante cada error que éste cometiera, el voluntario le aplicaría progresivas descargas eléctricas, que iban desde los 15 hasta los 450 voltios. Las descargas no eran reales, el actor simulaba recibirlas.

Lo que parecía ser un experimento sobre la memoria era, en realidad, un estudio sobre la obediencia a una orden absurda y macabra. Los resultados fueron asombrosos. El 65% de los participantes aplicaron falsas descargas –creyendo que no lo eran- hasta llegar a la marca de los 450 voltios. De haber sido reales, las descargas habrían provocado la muerte de quienes las recibieran.

Con las pruebas de Milgram, la idea de Arendt quedaba respaldada empíricamente: no se precisan psicóticos ni perversos para cometer maldades. “No se necesitan millones de Hitler para explicar el holocausto judío. Necesitamos funcionarios que no piensen y, yo agregaría, que hayan anestesiado su capacidad de sentir”, explicó Courtoisie.

Hace unos días la Facultad de Psicología organizó la mesa redonda El mal y la maldad. Aproximaciones a diferentes territorios, en la que, además de psicólogos, participaron los doctores en filosofía Facundo Ponce de León y Álvaro Rico. En su intervención, Rico -que coordinó la investigación histórica sobre la dictadura realizada por la Universidad de la República- se refirió a la dimensión institucional y política del mal. “Mi aproximación al tema es desde una investigación más empírica que teórica. Trabajamos con equipos de antropólogos en torno a la desaparición forzada de personas que tuvo lugar durante la dictadura militar. Tantas muertes, tantos datos recopilados. Llega un momento en que uno se plantea el salto de la individualización de los casos, a la explicación de los fenómenos más políticos o más institucionales”.

Rico entiende que durante el período dictatorial, la relación entre vida y muerte se transformó en un objeto y que, en particular, la desaparición forzada y la tortura generalizada fueron fenómenos característicos de la maldad política. “En la tortura generalizada la relación es cuerpo a cuerpo entre víctima y victimario; es una relación interpersonal violenta y malvada que luego se prolonga durante años en una cotidianeidad carcelaria que la reproduce”.

La maldad política, a su entender, está organizada bajo la forma de un sistema -generalmente vinculado a la estructura estatal- y está asociada a una intencionalidad para el logro de un fin político. Para Rico, el análisis de este tipo de maldad reintroduce el tema de la oposición entre barbarie y civilización, o entre humanidad y bestialidad. “El desarrollo de una relación de crueldad en el contexto de una sociedad civilizada como la nuestra, reintroduce otra discusión acerca de si la maldad es una excepción dentro de ese optimismo civilizatorio que caracteriza a la sociedad uruguaya o si, por el contrario, es lo que algunos autores denominan el lado oscuro de la modernidad”.

Facundo Ponce de León, en tanto, señaló que el gran problema -modernidad mediante- es la burocratización y que la gente obedezca. “En esa mega obediencia, en ese darse al sistema, el mal se vuelve banal. Por eso hablamos de gente superficial que perdió capacidad de discernimiento”. Asimismo, Ponce de León relaciona el aspecto banal del mal con la autoridad y con la obediencia. “La autoridad es relacional y tiene en la desobediencia su razón de ser. Esa tensión donde brotan obediencia y desobediencia tiene que ver con el hacerse cargo. Cuando uno ingresa allí, sale de la banalidad y entra en las relaciones genuinas de autoridad que son las que hoy están en crisis”.

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Publicado

2014-06-05

Número

Sección

Culturales