¿Después de Libia, Siria?

Autores/as

  • Sebastián Bidegain

Resumen

Los sucesos que sacuden hoy la realidad político-social de Siria han quedado enmarcados dentro de la, convenientemente denominada, “Primavera Árabe”. La analogía no es caprichosa, el caso sirio no es aislado, la lucha del pueblo sirio por la ampliación de sus derechos forma parte de un gran fenómeno que engloba a todo el mundo árabe, compete a todo el concierto de naciones expectantes, y atañe directamente a un número de Estados con intereses particulares en los asuntos sirios.

La República Arábiga de Siria está ubicada en Asia, en la región de Oriente Medio. Limita al norte con Turquía, al este con Irak, al sur con Jordania e Israel y al oeste con el Líbano y el mar Mediterráneo. Desde el 17 de julio del año 2000, está gobernada por el Gral. Bashar Al-Assad (hijo del anterior presidente del país: Hafez Al-Assad), quien fuera electo como único candidato del Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baath o Baaz), único partido del régimen.

El pasado mes de marzo de este año, una revuelta civil se inició en la ciudad de Deraa, al sur del país, en reclamo por la apertura democrática del régimen de Al-Assad y en brega por mayores derechos ciudadanos en relación con lo que hacía ignición la yesca de reclamos en el país y la participación de éste en la “Primavera Árabe”.

No es tarea fácil estar al tanto de los pormenores de las revueltas y las contrainsurgencias; por un lado porque existen tantas versiones como actores involucrados y, en segundo lugar, la tarea de la prensa internacional se ha visto limitada por el propio gobierno sirio. Al respecto cabe señalar que éste se ha mostrado, aunque diplomáticamente abierto a las opiniones de organismos y Estados extranjeros, reticente a la intervención de ellas, y a su vez, firmemente dispuesto a desmentir todo lo referente al abuso de la fuerza y tortura como medio de detener las insurgencias.

El mencionado inicio de la proclama ciudadana, que tuviera lugar en marzo, habría sido, según los mismos militantes y medios de prensa, de carácter pacífico, lo que podríamos entender como no armado. No obstante es posible ver en muchos videos, publicados en internet, una gran cantidad de instalaciones del gobierno, en ciudades sirias como Hama, en escombros, como consecuencia de ataques armados y explosiones. A su vez, la ONU, ha acusado al gobierno sirio de presuntos crímenes de lesa humanidad tras la reacción de las fuerzas armadas, mediante torturas, fusilamientos, sentencias sin juicios previos; 2000 muertes. Por su parte, el gobierno sirio ha rechazado la acusación y asegura que su acción sólo va dirigida a grupos terroristas armados, que, actuando bajo la faz ciudadana, aprovechan la ocasión para incitar el caos en las ciudades.

Atando cabos, al actual presidente le antecede, no sólo el gobierno de 29 años de su padre, sino además, las promesas de mayor apertura democrática y descentralización gubernamental, realizadas durante el comienzo de su mandato. Tales promesas no fueron cumplidas y es justamente esa no concreción el hecho que fundamenta el reclamo del pueblo sirio. Con todo, grupos civiles, y el propio gobierno del país, parecen pretender una solución pacífica del conflicto, detener las balaceras y atentados para ordenar las negociaciones y los reclamos y así proseguir con las reformas que parecen haber comenzado a implementarse.

El pasado 21 de agosto, el presidente Al-Assad, en una entrevista televisada, anunció el inicio de una serie de resoluciones presidenciales que apuntan a la descentralización del Estado, a otorgar mayores libertades a los medios de prensa, la creación y regulación de nuevos partidos políticos e incluso, una reforma constitucional.

Al día siguiente, ya se anunciaba una resolución presidencial estableciendo un Comité para Asuntos de Partidos, que daría lugar a la creación y regulación de las formaciones políticas. Éstas deberán quedar establecidas bajo la constitución actual, no pudiendo representar ningún poder militar ni partido político o poder extranjero alguno. A su vez tampoco podrán tener características étnicas, religiosas o racistas.

Otra de las propuestas que ya ha tenido cabida en el plan de reformas, es el de la libertad de prensa. Hacia finales del pasado mes de agosto se promulgó una nueva ley que otorga mayores libertades a los medios de prensa y periodistas, con lo que éstos podrían comenzar, paulatinamente, a comunicar al mundo lo que ocurre en su nación con lujo de detalle; o por lo menos así se ha manifestado a través de la prensa en la actualidad. Cabe destacarse, al respecto, que este sería sólo el comienzo de una serie de leyes que apunta a dar mayores libertades civiles, para lo que el presidente Al-Assad ha solicitado un cese de las hostilidades de, por lo menos, 6 meses, para poder llevar adelante la nueva legislación y concretar los siguientes pasos.   

Por su parte las potencias occidentales, Estados Unidos y la Unión Europea, parecen restar importancia a las propuestas y cambios legislativos de las que se hace orgulloso el gobierno de Al-Assad, y apuntan a sancionar las violaciones que la ONU le atribuye. Asimismo estas potencias temen la posible vinculación y apoyo del gobierno sirio a grupos terroristas como Hezbollah y Hamas. Es así que la Unión Europea ha decidido, a inicios de este mes, llevar adelante un embargo a las importaciones de petróleo sirio, embargo que comenzará a regir a partir del día 15 de setiembre. Esto no es para nada menor, ya que cerca del 95% de las exportaciones sirias de petróleo son destinadas a la Unión Europea. Si bien ésta aún no ha seguido los pasos de Washington y detenido toda negociación e inversión en Siria, no descarta nuevas sanciones. Las acciones de ambos apuntan a presionar a Al-Assad hasta que dimita. A pesar del intento por aislar a Siria, ésta logra encontrar apoyo en Rusia (con quien mantiene un tratado de cooperación militar (1) y quien ha mostrado abiertamente su rechazo al embargo de la Unión Europea) y China.

Cada una de las acciones de los países extranjeros es el claro reflejo de sus intereses en el país. La importancia estratégica de Siria, geopolíticamente hablando, radica, principalmente, en que forma parte de la región que concentra entre el 70% y el 75% de las reservas petrolíferas internacionales. Siria es, a su vez, una de las regiones que abarca el acuífero de los Altos del Golán, una de las reservas de agua dulce más importantes de la región. Es también parte de un proyecto energético, junto con Irak e Irán, para la construcción de un gaseoducto cuya capacidad energética bastaría para abastecer a toda la Unión Europea.

Es por su importancia estratégica y el fulgor de los acontecimientos de la “Primavera Árabe”, que Siria es el “nuevo” foco de atención internacional en Oriente Medio, ahora que las negociaciones en Libia parecen encaminadas. La influencia que alguna vez quiso tener Estados Unidos, durante la guerra fría, manteniendo una suerte de statu quo entre los gobiernos monárquicos y dictatoriales de la región, fue desviada en Siria por la de la URSS. En la actualidad, ante una nueva coyuntura internacional, las potencias occidentales discuten sobre la importancia del país y hasta dónde conviene intervenir. Hasta ahora sólo una cosa parece ser segura: una intervención militar de la ONU, como en el caso de

(1) Rusia posee bases navales en la ciudad siria de Tartus, con lo que los únicos buques militares rusos en aguas del Mediterráneo hacen puerto en Siria.


*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
FACS - ORT

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Publicado

2011-09-08

Número

Sección

Política internacional