El pensamiento de Anders Behring Breivik: Un estudio de su manifiesto ideológico

Autores/as

  • Lic. Pablo Brum

Resumen

Andehrs Behring Breivik no encaja en ninguna categoría existente de actuación violenta o política. Como lo revela su manifiesto, que dará que hablar durante años, Breivik es un terrorista sui generis.

Brevemente, Breivik es un joven noruego que el pasado viernes cometió dos ataques terroristas. En el primero detonó una bomba en el distrito gubernamental de Oslo. En el segundo apareció disfrazado de policía en una pequeña isla donde se celebraba una reunión anual de las juventudes del Partido Laborista del país, y atacó a la multitud con armas y municiones de guerra.

El manifiesto que el agresor envió a algunos miles de contactos horas antes de cometer el ataque es una obra sin precedentes en la historia de la acción criminal e ideológica. En primer lugar, el texto suma más de mil quinientas páginas, de las cuales Breivik es el autor de más de la mitad. En segundo lugar, la obra está escrita en perfecto inglés, con el objetivo expreso de difundir la ideología ahí presentada a la mayor cantidad de personas posible. En tercer lugar, los contenidos del trabajo son muy variados y llegan a un nivel de detalle inaudito. Este último aspecto es lo que hace de Breivik y su manifiesto algo extraordinario. Entre otras cosas, el lector encontrará:

  • Una exposición detallada de la ideología política del autor (a la cual llama “Cultural conservatism or a nationalist/conservative direction”), con discusiones sobre Antonio Gramsci, György Lukács, Karl Marx, la historia del comunismo, tablas estadísticas sobre la demografía europea y otros elementos.
  • Una descripción de los orígenes de la organización que pretende tener detrás, la Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici o PCCTS. El nombre es el término en latín para la orden medieval monástica y militar más conocida como los Templarios.
  • Una guía meticulosa sobre cómo comprar los ingredientes para la elaboración de explosivos, así como su preparación, su detonación en ensayos, e incluso dónde y cómo esconderlos.
  • Una guía similar para la obtención de armas, con discusiones de diversas fuentes como la mafia albanesa o la rusa. También explica cómo preparar una armadura de combate, así como los principios del combate urbano con armas de fuego.
  • Una bitácora de su “trabajo” desde 2002 en adelante, que incluye su dieta con detalles sobre su ingestión de proteínas y su rutina diaria.
  • Un presupuesto de toda su “obra” desde ese año en adelante. Breivik afirma haber invertido €317.000 a lo largo de una década en su “proyecto”.
  • Instrucciones para la construcción de su epitafio.
  • Instrucciones para la implementación de un sistema de medallas, uniformes y ritos para la orden neo-templaria, con diagramas, nombres y criterios para la aplicación de cada una.
  • Pasos básicos de contra-inteligencia para evitar ser detectado.
  • Un currículum vitae completo.

No hay cuestiones de menor importancia para Breivik: el ensayo también incluye discusiones detalladas sobre el estado actual de la educación terciaria en Estados Unidos y Europa, extensas explicaciones sobre la teología y la historia islámica, críticas hacia las letras del hip-hop misógino estadounidense, listas de canciones inspiradoras, etc. Una enorme proporción de los textos, como el propio Breivik admite, son de autores con argumentos válidos y que están muy lejanos de promover o aceptar actos de violencia como el suyo.

El cuadro que ofrece la lectura de este ensayo es de una persona de una enorme inteligencia, capacidad de organización y, sobre todo, disciplina. Breivik es un individuo altamente preparado física y mentalmente para la grotesca tarea que se propuso. Tal como indica su ensayo, ya tiene preparados los discursos que realizará en su juicio, que pretende que sea altamente público. Antes de lanzar su ataque ya tenía decidido qué criterios aplicaría con el abogado que le asignara el estado, lo que le contestará al juez y demás quienes le digan que es un criminal psicótico, y cómo planea que termine el juicio.

Esto último hace que sea poco probable que aparezcan otros Breiviks – aunque sigue siendo posible. Resulta simplemente increíble que pueda haber otro individuo que comparta la misma ideología hasta el mismo nivel de compromiso, y que sobre todo elija seguir el mismo camino.

Breivik se ve a sí mismo como una persona fuertemente politizada, por lo cual es necesario discutirlo en esos términos. De los primeros que surgen apuradamente en los medios –seguramente por no haber leído el manuscrito-, no se aplica casi ninguno. Breivik no es nacionalsocialista o “neo-nazi”; tampoco es asimilable al Unabomber (por más que haya coincidencias en sus textos), ni al Ku Klux Klan o a los partidos nacionalistas europeos.

De hecho, quizá la forma más correcta de definir a Breivik es resucitando el significado verdadero de un término muy abusado: “de derecha”. Breivik ha elegido responder a la amenaza que percibe en Europa, que es sin dudas el Islam, con un remedio neo-medieval. En su ensayo, Breivik postula que la forma óptima de organización política en Europa debe estar basada en la monarquía, y no en repúblicas:

The king or queen of a country is more democratic than a president ever could be because he or she represents all citizens.” (el original no es de Breivik).

El noruego está a favor de la fusión de todas las iglesias bajo el Papa nuevamente, aún siendo él mismo luterano (no practicante, a diferencia de lo que sugieren los medios). La nueva mega-Iglesia tendría un monopolio público de la religión, así como acceso privilegiado a los contenidos de la educación y los medios. Su visión de una sociedad conservadora es esta: “Ladies should be wives and homemakers, not cops or soldiers (…) Children should not be born out of wedlock. Glorification of homosexuality should be shunned.”

Aunque Breivik dedica literalmente cientos de páginas a textos sobre la historia de la violencia islámica contra Europa (y también sobre el caso opuesto), en ningún momento menciona los más de mil años de calamidades, miseria y sufrimiento humano que fueron consecuencia directa del sistema medieval-monárquico-eclesiástico.

El principal objetivo de Breivik y sus “templarios” es la erradicación de la presencia del Islam en Europa a través de tres modalidades. La primera es la conversión al cristianismo (incluyendo como variable su creación intelectual más débil, los cristianismos “agnóstico” y “ateo”). Esta vía tiene clarísimos componentes anti-liberales y anti-democráticos, ya que los musulmanes conversos deberían renunciar a sus nombres, idiomas, vínculos con sus países de origen (incluso por vía electrónica) y otras cuestiones básicas. Para Breivik, incluso será necesario que “All traces of Islamic culture in Europe will be eradicated, even locations considered historical” – algo por definición poco “conservador”.

Además, Breivik no tiene ilusiones sobre el “liberalismo islámico”: “to take the violence out of Islam would require it to jettison two things: the Quran as the word of Allah and Muhammad as Allah's prophet. In other words, to pacify Islam would require its transformation into something that it is not.”

La segunda modalidad de erradicación del Islam es la limpieza cultural, que consistiría de deportaciones o expulsiones (Breivik menciona muchos modelos, incluyendo las gigantescas ordenadas por Stalin). La última es la exterminación.

Es en referencia a esto último que Breivik dedica un pasaje a discutir a Adolf Hitler y el nacionalsocialismo. El autor se aleja de estos claramente, aunque por razones muy diferentes de las del ciudadano común. Su explicación es que la “causa” nacionalsocialista y el liderazgo de Hitler destruyeron a los nacionalismos europeos por más de un siglo (es decir, hasta bien entrado el siglo XXI), porque optaron directamente por el camino de la exterminación. El resultado fue una guerra que terminó en derrota, y la entrega del continente al bolchevismo y uno de sus herederos, la socialdemocracia multicultural.

Esto explica una de las principales diferencias entre Breivik y el movimiento neo-nacionalsocialista es su posición respecto a Israel y los judíos. El terrorista noruego interpreta al estado israelí como un modelo a seguir de “reunión nacional” étnica, y simpatiza enormemente con su lucha anti-jihad. Ergo, para Breivik se trata de un aliado ante un enemigo en común. El mismo principio aplica Breivik, quien se define como anti-racista, a las alianzas que propone con asiáticos orientales, hindúes y otros con tal de luchar contra el Islam.

A quien sí defiende Breivik abiertamente es a Slobodan Milosevic. De hecho, el noruego argumenta que fueron los ataques de la OTAN a la Serbia de ese dictador genocida lo que primero despertó su instinto conservador. Esa podría ser una pista significativa para entender el rompecabezas ideológico del agresor, ya que las dos intervenciones internacionales en Yugoslavia ocurrieron antes del Once de septiembre, que es el gran disparador de la actual preocupación por la jihad entre muchos occidentales.

En la visión de Breivik, quizá el sistema de organización social ideal sería elapartheid, pero a diferencia del caso de Sudáfrica, no dentro de un país. Para él, los judíos deberían haber sido expulsados de Europa en los 1930s; ahora deberían ser expulsados los musulmanes. El autor incluso menciona los casos de países de Asia Oriental del presente, como Corea del Sur y Japón, como ejemplos de naciones étnicamente homogéneas y prósperas. Evidentemente, Breivik es una persona que piensa en términos profundamente colectivistas. No hay derechos individuales para las personas que no forman parte de su grupo. Esta forma de concebir el mundo, sumada a la forma en que Breivik se presenta como líder de un movimiento ideológico violento, lo hacen similar a figuras como Lenin, Hitler, Mao, el Che Guevara u Osama bin Laden.

De hecho, como todo pretendiente a líder carismático, Breivik incluye en su manifiesto instrucciones para tener preparadas fotografías en las que el atacante se “vea bien”, pensando en el momento en el cual su rostro sea visto por el mundo – tal como está ocurriendo ahora. Así se lo propuso Breivik: “As a Justiciar Knight you will go into history as one of the most influential individuals of your time. So you need to look your absolute best and ensure that you produce quality marketing material prior to operation.” El texto incluso recomienda utilizar una cama solar y aplicarse maquillaje antes de tomarse las fotografías.

El aspecto más sorprendente del planteo de Breivik es el blanco que escogió para su ataque. Al leer el inmenso manifiesto y contrastarlo con los hechos de los días pasados, es inevitable quedarse con la sensación de que fue todo una excusa para perpetrar un acto de extrema violencia contra jóvenes inocentes (y desarmados, por supuesto). El manifiesto incluso lo admite con una subsección entera: “The cruel nature of our operations”. Breivik explica que aunque el enemigo objetivo es el Islam en Europa, el objetivo inmediato son los europeos que han trabajado durante cerca de medio siglo para que exista esa presencia islámica en la región.

Estos son, para el noruego, los multiculturalistas, marxistas y demás miembros de una suerte de élite europea. De hecho, su objetivo explícito es que para el año 2020 ocurran golpes de estado en diversos países de Europa occidental (junto con la abolición de la Unión Europea), de modo de instalar regímenes conservadores que trabajen para la eliminación simultánea del marxismo multicultural y del Islam.

Estas élites y su “political correctness” son las responsables, para Breivik, de que no se puedan discutir abiertamente cuestiones que preocupan a un nacionalista conservador como él. La principal de ellas es la presencia de musulmanes en Europa. La sección tres del manifiesto es fundamental, porque tras más de 750 páginas de “diagnóstico” sobre el estado actual de Europa, el autor quiebra con todos los demás que citó y anuncia su alejamiento de la vía pacífica. Por ejemplo, en la página 791 aparece, como un subtítulo más, un anuncio importante: “Why armed resistance against the cultural Marxist/multiculturalist regimes of Western Europe is the only rational approach”.

De hecho, en esa sección hay varias páginas dedicadas a enunciar los cargos legales que se le imputan a multiplicidad de líderes europeos. Como parte de su gigantesca acusación contra el sistema político-social europeo de posguerra, Breivik incluso ofrece cálculos específicos de las cantidades de europeos cuyos derechos han sido violados de diversas maneras por los efectos de esas políticos, que van desde la violación y el asesinato hasta los despidos de personas. Todos se imputan, en conjunto y criminalmente, a estas “élites” cuya muerte se anuncia poco a poco.

En lugar de estas personas aparecerá, en palabras de Breivik, un “cultural conservative tribunal” en cada país que implemente un nuevo régimen político. Como parte de esta iniciativa, aparecen mencionadas casualmente algunas medidas atroces: “All Muslims are to be immediately deported to their country of origin. Each family (family head) will receive 25 000 Euro providing they accept the deportation terms. Anyone who violently resists deportation will be executed”. Breivik también prevé compensaciones financieras para los sujetos que fueron “víctimas intelectuales” del sistema previo, así como específicamente para los ciudadanos de Serbia por el bombardeo de OTAN. También incluye los parámetros de su propia “ley de medios”, por utilizar un desafortunado término rioplatense, que implica la imposición de cuotas de periodistas e intelectuales “conservadores” y nacionalistas en diversas organizaciones mediáticas.

El método que ha elegido Breivik, conscientemente sin duda, es similar al viejo anarquismo de la propaganda por el hecho, que consiste de atacantes solitarios que cometen actos espectaculares de demostración e inspiración ideológica. El noruego llama a su campaña de violencia “A Declaration of pre-emptive War” contra sus dos enemigos. Breivik indica claramente que aquellos que existan como él actualmente en Europa son pocos pero que están en aumento; su ataque está pensado para encender la chispa de la conmoción en la región, lo cual incluiría también la aparición de más adeptos. Tácticamente, el ataque del pasado viernes 22 de julio en Noruega es definido por su autor como “military shock attacks by clandestine cell systems”.

Hay más pasajes que directamente preanuncian el ataque que Breivik escogió lanzar: “consider making use of a remote detonation, (…) to attract attention to one location. Ensure that the enemy forces are heading for this location. By then, you will be on the opposite side of town and in the middle of the process of finishing your primary goal.” El blanco se vuelve cada vez más específico: el primero de la lista que hay en el manifiesto es “political parties - cultural Marxist/multiculturalist political parties.”En el apartado correspondiente a este tipo de organización, el primer país detallado es Noruega, y el primer partido que aparece ahí es el “Norwegian Labour Party”. Más adelante, nuevamente en primer lugar entre una lista de blancos, dice que un blanco primario es: “the annual party meeting of the socialist/social democrat party in your country.”

Curiosamente, aunque Breivik propone algunas formas de organización colectiva (como la neo-templaria), sus instrucciones para los actos de terrorismo son estrictas respecto a que las células deben ser individuales. Es por eso que Breivik el terrorista pasó desapercibido, a juzgar por la información disponible, incluso en los círculos nacionalistas no violentos.

De los nueve miembros que supuestamente asistieron en 2002 a la reunión fundacional en Londres de la organización neo-templaria (todos anónimos), cuatro son descritos como “cristiano ateo” o “cristiano agnóstico”. El propio Breivik está muy indeciso respecto a su religión: “I’m not going to pretend I’m a very religious person as that would be a lie (…) I consider myself to be 100% Christian (…) I’m not an excessively religious man”. Sería interesante saber qué opinaría Hugues de Payens, fundador de la orden original, respecto a esta falta de disciplina teológica (que en realidad es una ausencia total). Son sin ninguna duda los nombres de estos nueve miembros iniciales, y de otros, lo que más están buscando los servicios de inteligencia de varios estados europeos.

La visión del mundo de Breivik está claramente influenciada por el pensamiento colectivista, y su propia obra parece aproximarse a un sistema de pensamiento que podría llamarse ideológico. Es por eso que es posible concluir que no se trata de un lunático desequilibrado que pertenece a un manicomio. Es peor que eso: una persona que en todo momento supo lo que hacía, que se preparó durante años para hacerlo, y que desplegó un alto nivel de meticulosidad para lograrlo. Hasta el efecto de su ataque está pensado desde hace años: “The art of asymmetrical warfare is less about inflicting immediate damage but all about the indirect long term psychological and ideological damage. Our shock attacks are theatre and theatre is always performed for an audience”.

Las descripciones más personales de Breivik son reveladoras del grado de control que tenía sobre sí mismo: “I have managed to stay focused and highly motivated for a duration of more than 9 years now (…) I have never been happier than I am today (…) I do a mental check almost every day through meditation and philosophizing (…) I simulate various future scenarios relating to resistance efforts, confrontations with police, future interrogation scenarios, future court appearances, future media interviews etc”.

El objetivo de Breivik es la fundación de una nueva cadena de nacionalismos post-nazis en Europa, y es importante que ese proyecto fracase. El autor concibió un “100 year plan to contribute to seize political power in Western European countries currently controlled by anti-nationalists” (de ahí el título de su manifiesto: 2083). En sus planes más delirantes hacia el futuro, Breivik menciona todo tipo de planes, desde el robo y la detonación de armas nucleares en las capitales europeas hasta la colaboración con Al-Qaeda, el gobierno de Irán, y otros terroristas islámicos.

Como se dijo anteriormente, el manifiesto es increíblemente largo y contiene todo tipo de cosas. Hay discusiones muy detalladas sobre la niñez (“My best friend for many years, a Muslim”), adolescencia (incluyendo encuentros con pandillas pakistaníes y un pasado como “graffiti artist”) y juventud del autor, con descripciones (con nombres) de sus amigos y hasta las vidas sexuales de sus familiares más cercanos. Hay planes para la importación de inmigrantes en la era “post-islámica” de Europa, con detalles sobre los horarios, la compensación, las localidades y más. Breivik tiene hasta pensado cuál será el nuevo himno de Europa. También explica que él no fue el fundador de la organización neo-templaria, sino el octavo miembro (algo que recuerda a la historia de Adolf Hitler y su ingreso al NSDAP), y que a través de ella conoció a un criminal de guerra serbio en Liberia. Su mentor fue un inglés, fundador de la organización y sin duda un importantísimo blanco para la inteligencia doméstica británica en este mismo momento.

Actualmente el “caso Breivik” se encuentra en una etapa que el propio terrorista ya tiene planeada desde hace años: “Your arrest will mark the initiation of the propaganda phase. Your trial offers you a stage to the world (…) A Justiciar Knight is not only a valorous resistance fighter, a one man army; he is a one man marketing agency as well”. El terrorista está muy consciente de la opinión que el mundo se ha formado sobre él, y ya ha recorrido mentalmente el camino para superar el ostracismo de su causa: “It might sound completely ridiculous and funny to most people today. But by presenting the following accusations and demands in all seriousness we are indirectly conditioning everyone listening for the conflicts and scenarios ahead. They will laugh today, but in the back of their minds, they have an ounce of fear, respect and admiration for our cause and the alternative and authority we represent”.

Breivik no es un criminal o incluso un terrorista común. Es una figura nefasta con una ideología totalmente nueva. Es muy importante conocer los términos ideológicos y metodológicos en los que operó, porque existe una preocupante posibilidad de que haya otros como él en el futuro.

*Licenciado en Estudios Internacionales - Universidad ORT Uruguay 
Candidato al Master of Arts in Security Studies - Georgetown University

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Publicado

2011-07-28

Número

Sección

Enfoques