MITTELEUROPA UN PASEO DE LA MANO DE MILO DOR (2da. parte)
Resumo
El Sur: Istrie, Venecia, Toscana, Lombardia, Trieste
El sur para Milo Dor representa, por sobre todo, el mar. Un mar del que siente nostalgia “cual pez en la tierra” y hacia el cual, apenas llega la primavera, parte a su encuentro.
Siguiendo el orden cronológico del libro, Istrie es el primer destino de viaje. Aquí se encuentra la calma, se encuentran las culturas croata, eslovena, italiana. El autor nos propone un repaso histórico de las diferentes conquistas que sufrió la península a través de los rasgos y estilos arquitectónicos que fueron dejando su marca al paso del tiempo. Istrie es uno de los pocos sitios de Europa en donde la historia mantiene una presencia que la hace evidente y accesible. Es para nuestro guía, el mejor lugar de reposo.
Por su parte, Venecia representa para Milo Dor, todo aquello de lo que el hombre es capaz. Una ciudad que no le es extraña a ningún visitante aunque no más sea por haber sido tan retratada por diferentes autores, tan fotografiada y pintada por innúmeros artistas. Nos recuerda que su nacimiento se debió a la inteligencia y destreza de los primeros habitantes que llegaron a las islas escapando de los bárbaros que invadían Italia desde el norte. Así, se juntaron habitantes de Padua, Verona, Vicenze, lombardos…habitantes que hicieron de Venecia el mayor imperio comercial de la Edad Media. Aprovecha aquí, para llevarnos al pasado y nos pasea a través de la historia en una disertación clara que nos explica el auge y decadenciadella bella citá. Repasa los rastros que quedan hoy presentes en una arquitectura suntuosa y teatral que se ve representada también en las ropas y máscaras del famoso carnaval de Venecia.
Aquella sensación de haber ya estado en la ciudad de los grandes canales que le provoca al primer visitante, también la puede sentir al llegar a la región Toscana. No solo reconocida por la producción del tradicional y uno de los mejores vinos del mundo como es el Chianti, sino también por haber albergado una civilización que desapareció sin dejar grandes rasgos como son los Etruscos. Milo Dor, nos lleva a través de las diferentes teorías del misterioso origen y desaparición de este pueblo singular. Vemos un poco del Milo Dor hombre para el cual el mayor triunfo de la vida está representado en dos cuadros que muestran el fin de jornada de un matrimonio que luego de tomar un baño, se acuesta a dormir. Una escena por demás sencilla, por demás común, pero que le inspira confianza en lo que debe ser la vida: amor.
No es solo la historia, nuestras raíces, nuestro pasado, también es nuestro cotidiano, también podemos encontrar nuestro SER en los actos más simples y rutinarios del día a día.
Sobresale además un problema que sufren no solo las pequeñas aldeas toscanas mas todas las pequeñas aldeas europeas, y nos llama la atención al respecto. Apenas quedan algunos ancianos cuando no están completamente abandonadas….A pesar de ello, nos dice nuestro guía, los comerciantes van a la ciudad, los paisanos trabajan la tierra, los artistas tienen sus ateliers y frente a la puerta de la ciudad un grupo de niñas juega a la rueda rueda: es un escenario de calma y felicidad.
Lo que más sobresale del pasaje por Lombardia es el recuerdo que le surge de su infancia pasada en la región del Banat. No solo por el paisaje monótono sino también por su gente poco locuaz que guarda características muy similares. Es una zona campesina que también ha tenido su lugar en la historia, a la que pocos jóvenes regresan pero que se mantiene viva a pesar de no ser destino de muchos turistas.
Más marcante resulta entonces la visita a Trieste. Ciudad que le parece a nuestro autor, más austriaca que muchas ciudades actuales de aquel país. Quizás sea por ello que se siente tan en casa como en Viena. A pesar de quedar pocos rastros del periodo romano se puede encontrar su presencia, una vez más, en su arquitectura. Realza la importancia de un puerto que supo ser, que ya no es y que intenta volver a ser. Nos cuenta su relación con Viena en otros tiempos, no solo comerciales mas también en el área de la ciencia, de la psiquiatría específicamente. Nos desvía un poco del recorrido histórico para poner como ejemplo un trabajo que encuentra excepcional hecho a nivel de esta área del estudio humano. Plantea aquí, uniéndolo al trabajo psiquiátrico, y dado que lo asume como una enfermedad mental, un tema que retomará luego, pero que ya vimos, que es el del nacionalismo. Trieste fue uno de los centros del movimiento fascista. Con habitantes croatas, eslovenos, italianos, pasó de mano en mano, entre Yugoslavia e Italia, queriendo cada uno resaltar un fuerte nacionalismo interno.
Trieste marca así, para Milo Dor, una gran lección que es, en definitiva, la que intenta dar a lo largo de todo su libro. Los pueblos de costa septentrional del Mediterráneo y del espacio centro europeo están hechos para entenderse, más allá de los nacionalismos, de las religiones y de las ideologías. Entender esto significa, para él, haber aprendido la lección, haber aprendido de los errores y poder enfrentar un futuro en común.
Voivodina, Dubrovnik y el Danubio
Voivodina y Dubrovnik representan la infancia y primera juventud de Milo Dor. Haber crecido en un paisaje de planicie inmensa donde causaba impresión “no tener donde esconderse” marcaron al autor en la medida que resiente hoy esa inmensidad que tanto busca en sus rencuentros con el también inmenso mar cada vez que se dirige al sur. Una tierra que fue turca, austro-húngara, serbo- croata-eslovena, para acabar yugoslava al momento de nacer nuestro guía. A la vez que nos relata los hechos históricos nos cuenta un poco de su vida, de su padre, hechos personales que junto con la historia formaron su primera infancia.
Le da un rostro humano a los acontecimientos históricos que nos podían parecer en exceso abstractos. Cuando regresa a su tierra, Milo Dor encuentra el conflicto de las minorías, se reencuentra con sus ancestros, se enfrenta a la americanización, a la melancolía, a la tristeza, a la mezcla de lenguas y culturas eslavas, se encuentra con un pasado que fue y al que no quiere volver: “no tengo más nada que hacer aquí” acaba diciéndonos…
Cada uno de nosotros tenemos nuestros puntos de referencia que marcan el camino de nuestra existencia. Uno de esos puntos es para Milo Dor la ciudad de Dubrovnik. Un sitio que supo conquistarlo poco a poco, transformándose en cierto modo, en su lugar. Un sitio que le provoca buenos recuerdos, donde la historia se vive como el presente, un punto fronterizo ubicado en la punta más meridional de Croacia. Es este un capitulo cargado de historia, una parte de su historia que le es placentera y así nos lo trasmite. Una ciudad que da pena abandonar.
El Danubio es lo que para Milo Dor debiera representar Europa: la unión de numerosos países y pueblos. Es un destino del que no ha podido escapar, un río que baña las costas de las tres ciudades que marcaron la vida del autor, Viena, Belgrado y Budapest. Es el lazo que conforma un triángulo amoroso en cuyo centro está gran parte de su vida. Es el río que otrora separó, que sirvió de frontera mas también de vía de comunicación. Es esta la que debe mantenerse como función primordial.
Mitteleuropa
Toustain Du Lac decía, citando a Gyogy Conrad, que el hombre « mitteleuropeo » es aquel al cual la división del continente lastima, toca, molesta, inquieta y oprime. Para este autor es un mito en términos políticos pero muy real en términos culturales, como concepto que une tres grandes civilizaciones: la occidental, la eslava ortodoxa y la herencia del Islam del Imperio Otomano.
Para Milo Dor, la Mitteleuropa es su patria, a su vez, su patria es Europa. Cada uno tiene su propia visión. Por un lado los polacos y húngaros, por otro los franceses y alemanes, los propios intelectuales. Según Dor, es un concepto que ha sido reinventado a lo largo del tiempo de acuerdo a la puesta al día. Para él uno de los rasgos de su mitteleuropa es el estado plurinacional, tomando como ejemplo la Yugoslavia de Tito, que no defiende pero de la que saca una lección: los pueblos no son capaces de convivir pacíficamente. Lamenta la decadencia de las construcciones multiculturales y los Estados plurinacionales en ese sentido. La presencia de una comunidad judío-alemana, que estaba instalada en todas partes, hizo que fuera un contributo fundamental a la creación de la cultura centro europea. Es un ingrediente, junto con el idioma alemán, esencial a la existencia de este concepto.
En definitiva, más allá de la realidad, la Mitteleuropa es también un sentimiento, una forma de sentir una parte de Europa, y eso es lo que nos transmite Milo Dor en su libro. La cultura y la historia se transforman en un valor agregado de estos países que tienen un origen común que no debemos olvidar y que el autor nos recuerda permanentemente a lo largo de todo el viaje. Es el intento de preservar lo bueno del pasado, con un rostro más humano, que debe unificar para el futuro. Mitteleuropa no es únicamente un espacio geográfico, es mucho más que eso, es también una cultura común, una historia común, es toda una comunidad que forma parte de un espacio aún mayor que es el continente europeo.
*Mag. en Relaciones Internacionales
por la Universidad Técnica de Lisboa
y docente de FACS – Universidad ORT Uruguay.
FUENTES:
Dor Milo. 1996. Mitteleuropa. Mythe ou Realite. Itália. Fayard
Matvejevic Predrag. 2003. L’Europe et l’Autre Europe.
Du Lac Toustain. Miteleuropa : permanence d’un concept ?
Beller Steven. 1991. Reinventing Central Europe. Centre for Austrian Studies.
Reisenleitner Markus.1998. Tradition, cultural boundaries and the constructions of spaces of Identity.
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