Segunda vuelta peruana: ENTRE CAÍN Y… CAÍN
Resumo
Con el 90% de los votos escrutados, gana el balotaje de las presidenciales peruanas, el candidato autodefinido como “nacionalista”, Ollanta Humala. Con una ventaja de unos 2 puntos, es casi imposible que el resultado final cambie, con la finalización del recuento definitivo. De acuerdo con esos parciales, Humala se impuso en 19 distritos electorales del Sur, el Centro y la Selva, mientras que el caudal electoral de Keiko Fujimori ganó en 4 regiones del Norte, en la capital, Lima y en Callao.
Recordemos que en la primera ronda del 10 de abril, Ollanta Humala (Gana Perú) obtuvo el 31,6% de los votos; contra 23,5% de Keiko Fujimori (Fuerza 2011); 18,5% de Pedro Pablo Kuczynski (Alianza por el Gran Cambio); 15,6% de Alejandro Toledo (Perú Posible) y 9,8% de Luis Castañeda (Solidaridad Nacional), que lideraba las encuestas un año antes hasta mayo de 2010. Los otros 6 candidatos, no llegaron sumados al 1%.
Ese 10 de abril dejó en evidencia dos cosas: 1) pasaban al balotaje las dos figuras más controvertidas; 2) la ceguera política de los otros tres candidatos importantes que con una alianza entre dos de ellos —cualesquiera— sobrepasaban a Fujimori y hubiesen disputado el balotaje con Humala. Y cualquiera que hubiese ido al balotaje —tanto con Humala como con Fujimori— tenía todas las de ganar, porque en Perú había consciencia que, por diversos motivos, eran las dos opciones peores.
Sobre todo para los liberales, que temían, tanto los posibles desbordes “chavistas” de Humala, como las ideas poco respetuosas de las instituciones democráticas de Fujimori. No olvidemos que Keiko no sólo fue la hija del dictador —en última instancia, nadie es responsable de los pecados de su padre — sino que, además, fue oficialmente la Primera Dama de Alberto Fujimori, luego del divorcio de sus padres y durante un largo período: abril de 1994 – 21 de noviembre de 2000.
Y ese fue el dilema de un liberal como Mario Vargas Llosa, en quién finalmente primó su desconfianza de Keiko y su desprecio a Alberto, para definirse firmando un manifiesto con 109 intelectuales: “Contra el regreso del fujimorismo y a favor de la democracia, por el cual rechazan la candidatura presidencial de Keiko Fujimori, ante la posible resurrección de la dictadura fujimorista", e instando a votar por su rival, Ollanta Humala.
Porque la presidencia peruana no la ganó Ollanta, que en parte recibió un voto por descarte, la perdió Keiko. ¿Por qué? Por muchas razones, entre las cuales:
— Su equipo estaba compuesto con algunas figuras con demasiada vinculación al ex dictador y que formaron parte de su gobierno (1990-2000).
Por ejemplo, el candidato a la segunda Vicepresidencia de Fuerza 2011, es Jaime Yoshiyama, varias veces Ministro de Alberto y condenado por haber participado en la disolución del Congreso en 1992, el llamado "autogolpe".
O la abogada Milagros Maraví, integrante del equipo técnico de Fuerza 2011, quien en 1999 mantuvo reuniones con el polémico ex asesor presidencial de Fujimori, Vladimiro Montesinos, para defender al Estado en casos de violaciones de derechos humanos.
— Los comentarios desafortunados en la campaña electoral de Fuerza 2011. Así el ex Ministro de Educación de Alberto Fujimori, Jorge Trelles, afirmó: "En la lucha contra Sendero Luminoso los mayores excesos se cometieron en los 80. En todo caso, nosotros matamos menos que los dos gobiernos que nos antecedieron".Obviamente, ese “matamos menos” le costó el cargo de vocero de Fuerza 2011.
Otro error garrafal lo protagonizó Martha Chávez, Presidenta del Congreso en la década del noventa, y ahora legisladora del fujimorismo, cuando aseguró en la campaña que el Presidente del Poder Judicial, César San Marín, deberá "rendir cuentas por haber condenado al ex Presidente Fujimori”. Pese a ser desautorizada por Keiko, el daño estaba hecho y la duda instalada.
— Las esterilizaciones forzadas de Alberto Fujimori. Tampoco fue conveniente la presencia al lado de Keiko del actual congresista y ex Ministro de Salud fujimorista Alejandro Aguinaga, cuestionado por las denuncias de la realización de miles de esterilizaciones forzadas de mujeres entre 1996 y 2000.
El otro candidato a la primera Vicepresidencia era Rafael Rey, fujimorista que rompió en su momento con Alberto y que con respecto a las esterilizaciones forzadas, declaró sobre las afectadas: “No fue contra su voluntad, sino sin su voluntad”. El tema cobró importancia en la parte final de la campaña y fue mal resuelto por Keiko, en el debate presidencial entre los dos candidatos.
— El debate presidencial. El 29 de mayo, Keiko Fujimori y Ollanta Humala tuvieron una discreta participación en el debate presidencial. Pero Keiko que se mostró con más aplomo y mejor oratoria que Humala, no pudo salir bien de las acusaciones de Ollanta sobre el tema de las esterilizaciones forzadas. Y tampoco salió bien —ni allí ni en los días posteriores -, cuando no condenó los actos de corrupción y violación de derechos humanos por los que su padre está en prisión. Solo los catalogó como “errores” y evitó profundizar en el tema.
Pero el hecho concreto es que ganó Humala, cuya preocupación mayor en la campaña fue tratar de demostrar al electorado que se alejó de la tutela (y petrodólares) de Hugo Chávez y que su modelo es Lula da Silva. Ya en sus primeras palabras de ganador en la Plaza Dos de Mayo de Lima, quiso dar tranquilidad, comprometiéndose a luchar abiertamente contra la corrupción y a trabajar para que las familias tengan seguridad y no sean atacadas por la delincuencia. Habló de promover más inversiones, llevar una economía de mercado que es la consolidación, el fortalecimiento del mercado interno; continuar lo bueno que se ha venido haciendo, corregir los fallos y afirmando: "Sabemos que gobernar no es un tema de una sola persona, vamos a convocar a los mejores cuadros técnicos independientes e intelectuales para poder hacer un gobierno de concertación, de ancha base, donde nadie se sienta excluido y donde todos estén representados" (…) "No tengo compromiso alguno con ningún grupo económico (...). No me iré a ningún lado; me quedaré en el país con todos ustedes a fin de trabajar para generar oportunidades para todos".
Personalmente, debo decir que así como no le creí a Keiko cuando pretendía alejarse de su padre, Alberto, tampoco le creo a Ollanta cuando intenta demostrar un despegue de su padre putativo y bolivariano.
Al fin y al cabo, el primer Chávez el de 1998, decía más o menos las mismas cosas. Pero dos factores corren a favor de la democracia y posible freno a algunas veleidades de Humala y que lo diferencian de ese Chávez del 98: un Parlamento donde las bancas “humalistas” no llegan al tercio y una economía con un crecimiento excepcional en América Latina y que los peruanos van a querer conservar, ayudados por los intereses del “establishment”.
*Escritor, Periodista, Analista Internacional, Ex Embajador.
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