Una nota sobre el estancamiento argentino

Autores

  • Pedro Isern

Resumo

Argentina posee indicadores sociales buenos, indicadores institucionales malos e indicadores económicos medios. Esta combinación contribuye a comprender el largo proceso de estancamiento y decadencia relativa.

Primero, podemos ver los indicadores mencionados y compararlos con los indicadores de dos países similares como Chile y Uruguay. Estos dos países poseen buenos indicadores sociales, buenos indicadores institucionales e indicadores económicos medios.

Hemos tomado el Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como indicador social. El indicador económico es el ingreso per cápita medido en paridad de poder de compra (PPC), y el indicador institucional es el Índice de Estado de Derecho (IEDD) elaborado por el Programa de Gobernabilidad del Banco Mundial.

Es posible interpretar el estancamiento argentino a partir de esta asimetría que contribuye a generar, por un lado, tensión y, por otro lado, estabilidad. ¿Que significa ello? La asimetría entre buenos indicadores sociales, bajos indicadores institucionales y medios indicadores económicos supone una dinámica especialmente conflictiva: mientras los relativamente buenos indicadores sociales articulan demandas altas por parte de la ciudadanía, la existencia de un ingreso per cápita medio contribuye a generar mayores aspiraciones distributivas que las realizables. Es decir, la ciudadanía es lo suficientemente saludable para articular eficientemente exigencias distributivas altas ya que percibe que existen los recursos necesarios para satisfacer esas expectativas. Sin embargo, no hay un stock alto sino un stock medio para distribuir. Esto contribuye a un articulado descontento social por la existencia de demandas insatisfechas.

Paso seguido, la baja calidad institucional hace aquí su delicado ingreso: ante la existencia de altas demandas sociales que superan el stock de recursos pasibles de ser distribuidos, distintos países logran canalizar establemente esas demandas a través de buenas (o medias) instituciones. Es decir, la insatisfacción que puede generar en una determinada comunidad la existencia de aspiraciones mayores a su capacidad distributiva debe ser moderada a través de buenas instituciones políticas que demuestren capacidad para articular las demandas sociales en el mediano plazo. Esto sucede, por ejemplo, en Chile y Uruguay, donde las sofisticadas demandas de una población saludable se canalizan a través de un sistema político socialmente valorado y respetado. En cambio, en Argentina las malas instituciones políticas no solo no moderan sino que han potenciado el problema de una sociedad demandante y enervada.

Este mecanismo contribuye al estancamiento porque consolida incentivos que hacen estable esta dinámica. Es decir, la existencia de buenos indicadores sociales, medios indicadores de ingreso y bajos indicadores institucionales supone una dinámica particular cuya descripción es necesario repetir: una polis socialmente cohesionada demanda políticas distributivas a través de ineficientes y poco transparentes instituciones en un marco donde existen los suficientes recursos para distribuir algo, pero insuficientes recursos para satisfacer las expectativas. Es en este escenario de altas expectativas y baja calidad y transparencia de los mecanismos distributivos donde los países de ingreso medio enfrentan un posible y lógico escenario de estable insatisfacción que contribuye al estancamiento. 
                                    
La existencia de un ingreso per cápita medio hace que Argentina enfrente un complejo escenario donde las demandas insatisfechas generan una especie de inestabilidad que, sin embargo, no termina de traducirse en una acción eficiente para un cambio institucional estructural.  Luego, las altas demandas de una sociedad saludable encuentran suficientes recursos para pensar que dichas demandas podrían ser satisfechas. Sin embargo dichos recursos no son altos sino medios y, en un marco institucional poco transparente, aquellas altas demandas encuentran que la escasez se acrecienta por la ineficiencia que genera la opacidad o corrupción.

Si bien el marco descrito debiera generar inestabilidad, la existencia de demandas parcialmente satisfechas contribuye a la permanencia de un statu-quo donde la mayoría pierde lo suficiente para estar insatisfecha pero gana o captura lo suficiente como para no terminar de articular una eficiente demanda de cambio institucional.

 

*Profesor adjunto de Ciencia Política en la 
Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires.
Master en Filosofía Política de London School of Economics and Political Science.

Publicado

2011-05-19

Edição

Seção

Comercio y economía internacional