Con Malena Rodríguez - BIOGRAFÍA DE UN MÉDICO EJEMPLAR
Resumo
Hoy jueves 12 de mayo, se presenta en el Sindicato Médico del Uruguay a las 19 horas, Hasta el hueso. Vida y obra del Prof. Dr. Oscar Guglielmone Pruzzo deMalena Rodríguez Guglielmone. Participa el prologuista del libro, Dr. Fernando Mañé Garzón y la conducción estará a cargo de Jaime Clara. El texto que sigue es un diálogo con la autora, que obtuviera con esa obra publicada por Editorial Fin de Siglo, una Mención en los Premios Anuales de Literatura 2010 del MEC.
Malena Rodríguez Guglielmone, nieta mayor de Oscar Guglielmone, nació en Montevideo en 1974. Es licenciada en Economía (Udelar) y desde hace más de una década que ejerce el periodismo. Ha trabajado en distintos medios: Setiembre FM, radio El Espectador, revista galería, revista Dossier, entre otros. Participó como panelista en el programa de TCC, El lado oculto, y ha hecho corresponsalías para la Deutsche Welle.
LI - ¿De dónde sale mayor fuerza para reconstruir la historia de un médico vocacional, del afecto por un abuelo o por la identificación con una conducta? Si es ambas, ¿en qué proporciones?
MR - A pesar de todo el tiempo que me ha llevado este trabajo, casi cinco años en estrecho contacto con la figura de mi abuelo, me cuesta tener claras mis motivaciones. Hay veces que no siente que hay cosas que las tiene que hacer, le cueste o no, y no hay discusión. Para mí mi abuelo siempre fue una figura cercana y elevada a la vez. De chica, cuando pronunciaba mi segundo apellido me preguntaban si era familiar “del doctor”. Invariablemente. Para mí siempre fue un gran orgullo que mi abuelo fuera esa persona que salvaba gente, que sacaba a muchos de la invalidez, que tenía un conocimiento profundo y una presencia que daba mucha paz en momentos difíciles. Yo era consciente de su gran valor como persona y profesional pero no fue hasta hacer esta investigación que tomé conciencia de la magnitud de su obra y su pensamiento. El trabajo lo empecé un poco a instancias de mi madre que quería dejar escrito mucho de lo que mi abuelo había hecho. En ese momento yo ya estaba trabajando como periodista y le dije que la iba a ayudar. A medida que me fui metiendo en la búsqueda, la empresa se volvió propia, y lo que pensé que sería un mero trabajo documental, rápido, se convirtió en algo más grande y demandante. Me cuesta responder la pregunta. ¿En qué proporciones el afecto o la identificación? No lo sé. La decisión de emprender la tarea surgió por el afecto y la convicción de que era necesario hacerlo. La identificación/admiración quizá se intensificó después, al ahondar en su persona, muchos de sus valores, al acercarme a lo que creo fue la esencia de su espíritu.
LI - Ha cambiado mucho el ejercicio de la medicina desde los tiempos que abordas en tu libro. ¿Qué consejos o moralejas pueden extraerse para médicos y pacientes de hoy?
MR - Hoy día es poco el tiempo que se dedica a la clínica. El avance tecnológico proporciona una gran oferta de máquinas, procedimientos, estudios para hacer diagnósticos. Pero está claro que las máquinas solas no identifican bien los problemas. Mi abuelo tenía una forma muy clásica de ejercer la medicina. Dedicaba mucho tiempo a cada paciente, de algún modo practicaba la medicina integral u holística que está tan de moda. Aquello de entender al paciente dentro de un entorno, su familia, su alimentación, su trabajo, sus motivaciones, sus dolores, su historia de vida. Muchas respuestas están a la vista y un buen clínico puede entender por dónde viene el problema sin mandar tantos análisis.
El tema económico es otra faceta interesante. Entender la atención del enfermo como algo primordial, que debe hacerse tenga o no éste dinero para pagar la consulta, es una rareza hoy día. También el hecho de buscar soluciones globales para las personas, soluciones médicas ideales para todos por igual.
Hay muchas “moralejas”. Creo que cada persona que lea el libro va a encontrar una distinta según su situación y necesidades. Como profesor mi abuelo siempre alentaba mucho a observar y pensar. Más que leer y leer, meditar mucho sobre cada problema. También alentaba a especializarse en un tema. Mientras fue profesor en la cátedra de Traumatología se crearon los comités: de pie, tumores, cadera, columna, codo, osteosíntesis. Los traumatólogos fueron eligiendo a “su novia” —así llamaba él a la especialización que uno elegía— y así se pudieron especializar, ahondar sus conocimientos, reunirse para comentar y consultar, generar intercambios de conocimiento. A mí me lo decía en relación a los estudios, que siempre buscara especializarme.
LI - En la noche del jueves se presenta tu libro, qué esperas para entonces y de paso, ¿qué público supones que es el natural destinatario de tu investigación?
MR - Es raro que ya llegue el momento de la presentación. Mi abuelo falleció en 1999, hace más de diez años, y sin embargo, este momento en que vamos a estar rindiéndole un pequeño homenaje va a ser fuerte. Hay mucha gente que lo quiere: médicos, alumnos, pacientes, amigos. Gente que vivió situaciones dolorosas y él compartió mucho sus dolores. Más allá de su capacidad profesional, que era indudable, su cualidad empática es lo que lo hacía tan especial. En un principio yo pensaba que este trabajo le podía interesar a los que lo conocieron (que son muchísimos); hoy día pienso que fue un ejemplo de médico que le puede interesar a cualquier persona. Tenía todas las características necesarias para atender y entender bien al enfermo: humanismo, conocimiento, técnica, ética. A eso se le suma una necesidad de buscar el bien para toda la gente en general. El Banco de Prótesis es un ejemplo de cómo encontró una solución para las personas con problemas de cadera ya fueran éstas ricas o pobres. Su tesón para impulsar el Fondo Nacional de Recursos habla también de esta inquietud solidaria. Sus investigaciones, rigurosas, dieron como fruto por ejemplo, que hoy día a todos los bebés de meses les hagan placas de cadera y así se evite a tiempo la luxación congénita, una enfermedad incurable e invalidante. Su forma de pensar también, —libre, independiente, con total apego a la verdad— para mí fue una revelación y algo que puede ser muy iluminador para muchas personas. El valor del trabajo, como algo dignificante, —él insiste en muchas ocasiones sobre esto— es otro de los aspectos de su personalidad y su actitud, una actitud de entrega. Esta particular forma de hacer medicina puede generar en cada uno una buena reflexión para la vida que va más allá de lo estrictamente médico.
*Profesor de Cultura y Sociedad Contemporánea
LI – FACS – Universidad ORT Uruguay
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