Elecciones presidenciales y conflicto político en Argentina
Resumo
Argentina se encamina hacia un conflicto político en el 2011. Las razones son principalmente cuatro: un oficialismo radicalizado y cohesionado, una oposición atomizada, un alto crecimiento económico y una endémica incapacidad para generar condiciones para la alternancia. Este último punto es un problema estructural del sistema político. ¿Como definimos alternancia? Como el triunfo en elecciones transparentes y competitivas del Partido A que es sucedido por el Partido B en un escenario estable donde, a su vez, B entregará el poder a C, D o A (es decir, no-B) en un marco de gobernabilidad. Un punto central del endémico conflicto argentino es que tal alternancia no ha existido en toda su historia (desde la Constitución de 1953-60 en adelante). La cuestión no parece estar entre las principales preocupaciones de la dirigencia y opinión publica.
Particularmente desde la aparición del peronismo en 1945, los 4 gobiernos posteriores del radicalismo no pudieron terminar su mandato constitucional (Arturo Frondizi (1958-1962), Arturo Illia (1963-1966), Raul Alfonsin (1983-1989) y Fernando de la Rua (1999-2001)). Esto nos ayuda a comprender que la principal causa de la próxima crisis política es la incapacidad de generar un marco de alternancia. El escenario electoral plantea así dos principales opciones: la continuidad de la actual administración en un ambiente de creciente polarizacion o la llegada de una coalición opositora liderada por el radicalismo en un ambiente de incertidumbre.
La incapacidad de alcanzar reglas mínimas para la alternancia ha sido hasta 1983 responsabilidad principal de las Fuerzas Armadas y desde 1983 responsabilidad principal de las distintas formas que ha tomado el peronismo. A su vez, este popular movimiento político ha llevado a cabo un proceso de des-aprendizaje democrático inédito: no solo no ha generado los mecanismos internos para constituirse en una opción opositora constructiva sino que ha exportado al resto del sistema político distintas vertientes o fuerzas internas que han contribuido a debilitar a los demás partidos como opciones nítidas y creíbles para gobernar. Este particular proceso de des-aprendizaje tuvo un punto seminal en la crisis de 2001 y en las elecciones presidenciales de 2003, donde concurrieron 3 candidatos peronistas con posibilidades ciertas de triunfo. Dos de ellos accedieron al balotaje (Carlos Menem, 25%, Nestor Kirchner, 22%) y el restante finalizó en el cuarto lugar con un respetable 13% (posteriormente Menem se retiraría de la segunda vuelta, con la intención de debilitar la legitimidad de origen del nuevo gobierno).
La existencia de 3 corrientes en 2003, 3 en 2007 y 2 corrientes en 2011 del mismo movimiento en distintos partidos con posibilidades de acceder al poder confirma que el conflicto político argentino reside en la incapacidad de los principales actores de acordar las reglas básicas de alternancia en el poder. Las próximas elecciones presidenciales de octubre de 2011 no solo no contribuirán a generar un espacio para una mayor convivencia democrática sino que, por el contrario, consolidarán la idea plebiscitaria que anida en relevantes sectores del oficialismo. La democracia plebiscitaria que se ha afianzado en algunos países de América Latina (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) es filosóficamente opuesta a la democracia liberal. A su vez, la democracia plebiscitaria es el primer paso en el camino hacia una democracia autoritaria. Argentina nunca ha podido consolidar la idea de democracia liberal. Ahora se encuentra dando los primeros pasos hacia una democracia plebiscitaria. Por oposición a las formas liberales y progresistas, las expresiones plebiscitarias empobrecen a la democracia.
¿Que debiera suceder para que por primera vez puede hablarse de alternancia en Argentina? Que en las elecciones presidenciales de 2011 triunfara un candidato opositor y que éste le entregara a otro partido el poder en 2015 en un marco donde imperara la gobernabilidad. ¿Cuáles son las características que ha desarrollado la economía política argentina que nos informan de la dificultad de alcanzar ese escenario? Desde 1983 en adelante, la economía política argentina ha consolidado un proceso donde se concatenan 3 características distintivas: 1) un federalismo de baja calidad institucional (asimétrico y arbitrario), 2) un área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires donde conviven anomicamente 10 millones de personas y 3) distintas formas partidarias y a-partidarias (aglutinadas bajo el nombre de peronismo) que funcionan como un eficiente nexo político entre las dos primeras. Mientras la construcción de este laberinto ha sido compleja, su desarticulación es práctica y políticamente imposible.
Por su parte, el crecimiento económico genera nuevas demandas y expectativas en una parte de la población. Como mencionamos, estas demandas se satisfacen a través de un proceso donde el poder central distribuye arbitrariamente los crecientes recursos que genera la expansión. A su vez, en el caso de Argentina se ha sumado una nueva variable distributiva discrecional: el impuesto inflacionario. Este impuesto es recaudado solo por el gobierno central. Argentina posee buenos indicadores sociales, ingresos per capita medio y malos indicadores institucionales. Esta concatenación de variables genera un escenario necesariamente conflictivo: en épocas de bonanza hay bastante para distribuir en una población lo suficientemente educada y saludable para demandar pero en un ámbito institucional que dificulta un proceso transparente y eficiente. En este marco es necesario preguntarse si es causa o consecuencia el hiper presidencialismo que asume el gobierno y la hiper-atomización que refleja la oposición.
La aparición de un conflicto político de alta intensidad cuando se aproximen las elecciones presidenciales de 2011 no es inexorable pero si muy posible ya que se han concatenado condiciones difíciles de modificar: un oficialismo crecientemente cohesionado y dogmatizado; una oposición atomizada e incapaz de generar confianza sobre la posibilidad de modificar esa situación en el mediano plazo, un alto crecimiento económico y una opinión publica en proceso de polarizacion. Si estas variables son ciertas y estables, Argentina enfrentará un 2011 políticamente difícil, con actores que encontrarán racional elegir la polarizacion a la moderación. La temprana muerte de Nestor Kirchner ha contribuido a la construcción de una mística que será necesariamente maniquea. Mientras su muerte se convertirá en símbolo de unión para sus seguidores, será un (otro) clásico símbolo de desunión entre los argentinos.
*Profesor adjunto de Ciencia Política en la
Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires.
Master en Filosofía Política de London School of Economics and Political Science
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