Octubre de 2010: fin de la Primera Guerra Mundial para Alemania
Resumo
Siempre insistimos en que para entender las relaciones internacionales, además del conocimiento teórico, se precisa acudir a las herramientas de la Historia (y de la geografía).
Dos ejemplos conocidos vienen al caso.
Al terminar la segunda Guerra Mundial, Estados Unidos tuvo la iniciativa de plantear el reembolso de costos de las inmensas operaciones militares que habían sido fundamentales para liberar a Francia del yugo totalitario nazi. Como respuesta, la “France éternelle” de De Gaulle tuvo el buen tino, en ese momento, de recordar el costo tremendo que habían tenido las campañas del Marqués de Lafayette y del Conde de Rochambeau, con el apoyo del contingente militar francés, en el siglo XVIII, para lograr la independencia estadounidense.
Más cercano en el tiempo, luego de la caída de la Unión Soviética, Francia inició negociaciones con Rusia de forma de poder retomar con los empréstitos que ese país había contraído en tiempos de los Zares y que Lenin, con la Revolución Bolchevique de 1917, había decidido desconocer.
En las últimas semanas, una información vinculada a Alemania y a la primera Guerra Mundial (1914-1918) viene a ilustrar a cabalidad este papel preponderante de los Estados y de la Historia, que tan relevante es para entender de qué va la escena internacional.
El 1º de enero de 2008, con 107 años, murió en la indiferencia general, en Alemania, el último soldado de la Primera Guerra Mundial de ese país: Erich Kästner. Al poco tiempo, en marzo de ese año, habiendo ya festejado su cumpleaños 110, murió Lazare Ponticelli, el último soldado que había servido en las líneas francesas, de origen italiano. Desde la presidencia francesa se le rindió un sentido homenaje, con “profunda emoción e infinita tristeza”.
Las distintas reacciones se explican porque para los dos países el peso de la primera Guerra Mundial fue distinto. Sobre todo en Alemania, el primer conflicto se vio opacado por los horrores de la segunda Guerra Mundial. Para Francia, la destrucción del período 1914- 1918 fue inigualable en su Historia.
Sin embargo, a pesar de esta perspectiva de indiferencia general por la primera Guerra Mundial, este no fue un conflicto menor para las finanzas de Alemania: tuvo que pagar indemnizaciones económicas por ser encontrada responsable de la guerra, que se llamaron reparaciones, y fueron impuestas por las potencias ganadoras, hasta el pasado 3 de octubre de 2010.
En efecto, fue prácticamente un siglo más tarde, y cuando ningún testigo de aquél conflicto quedaba ya vivo, que la responsabilidad estatal alemana terminó de cumplir, en lo financiero, con las consecuencias del episodio que abrió el siglo XX.
La suma total de las reparaciones, fijada en 132 mil millones de marcos- oro en 1921, fue disminuida en el Plan Dawes de 1924, y su pago fue escalonado por el Plan Young de 1928, de forma de que finalizara en el año 1988. En siguientes negociaciones de 1932, se bajó a 3 mil millones de marcos- oro la cifra total de reparaciones que restaban pagar.
Pero en 1933, con Adolf Hitler en el poder, Alemania decidió no pagar más lo que entendía era la consecuencia injusta de un “diktat” de las potencias triunfadoras de la primera Guerra. Para ese entonces, Berlin había pago 22 mil millones de marcos- oro, de los cuales 9 mil millones habían ido a parar a Francia, sin duda la mayor perjudicada por el conflicto.
Años más tarde, luego de la segunda Guerra Mundial, el pago del saldo de las reparaciones volvió a plantearse. Una Alemania moralmente responsable de las atrocidades más inimaginables en el período 1939- 1945, destruida y dividida, debió cargar además con el incumplimiento financiero internacional de los años 1930, cuyo origen se arrastraba desde el primer conflicto mundial.
En 1953, el canciller Konrad Adenauer se comprometió a honrar los préstamos que su país había solicitado en los años 1920 en el mercado financiero internacional para pagar lo previsto en el plan Young.
Sin embargo, con una Alemania dividida, la República Federal entendió que esas obligaciones debían de ser compartidas con su enemiga íntima, la República Democrática Alemana (RDA), alineada a la Unión Soviética de Stalin, en particular en lo que hacía al saldo de los intereses generados en el período 1945-1952, es decir, en los años que fueron del fin de la segunda Guerra Mundial a la conformación de la RDA.
La falta de acuerdo demoró décadas el cumplimiento final de las obligaciones financieras alemanas. Fue así que recién en 1983 se terminaron de pagar los capitales pedidos a préstamo en los años 1920: prácticamente setenta años más tarde del comienzo de la guerra.
Con el pago de 95 millones de Euros en este mes de octubre de 2010, a veinte años exactos de la reunificación alemana, concluyeron los pagos de los intereses de esos préstamos contraídos por Berlin, y se terminaron pues las consecuencias financieras de la primera Guerra Mundial.
Alemania, a veinte años de su reunificación, y a prácticamente un siglo de iniciada la Gran Guerra, busca su lugar entre las grandes potencias occidentales y parece, lentamente, poder ocupar nuevamente un sitial político relevante en la escena internacional. Acaba de cerrar un capítulo terrible de la historia económica y política del siglo XX que la asienta en ese camino.
Para entender esta evolución europea, como toda evolución en la escena internacional, importa acudir a la Historia política y económica de los Estados que condiciona, siempre, las políticas exteriores de los países.
*Francisco Faig es Profesor de Sistema Internacional Contemporáneo
Depto de Estudios Internacionales
FACS- ORT Uruguay
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