Política en Gran Bretaña: ¿Grietas en la nueva coalición de gobierno?
Resumo
El pasado 6 de mayo tuvieron lugar las elecciones en Reino Unido, celebrándose la fiesta de uno de los sistemas democráticos más viejos de la tierra. Los resultados dieron lugar a ciertas interrogantes porque plantean un escenario de coalición completamente nuevo.
El Reino Unido se define como una Monarquía parlamentaria, al igual que España, Holanda y Suecia entre otros europeos.
Dichos sistemas de gobierno tienen dos personas visibles. Una es el jefe de Estado, generalmente un Rey o una Reina, cuyas acciones son más protocolares y su poder político real es muy limitado. Por otro lado existen Jefes de gobierno. Estos resultan de elecciones populares: los ciudadanos votan libremente al Parlamento, y del órgano legislativo sale el Primer Ministro (generalmente el jefe de partido- diputado más votado del partido más votado).
En los sistemas parlamentarios, el ejecutivo no puede perdurar sin el apoyo del legislativo. En un sistema bipartidario, cada elección fija con facilidad qué partido obtiene los escaños suficientes y accede a ejecutivo.
Esa fue en general la Historia de Gran Bretaña a lo largo del siglo XX. Los conservadores, descendientes de los llamados Tory, es una corriente conservadora nacida en días de la revolución Gloriosa (1688). Se trata de un partido liberal económicamente, unionista en el sentido de la defensa de la unión del Reino, y políticamente más conservador como su nombre lo señala. El partido laborista se fue afirmando como la gran alternativa a lo largo del siglo. Al principio, se trató de un partido socialdemócrata y de centro izquierda que nace de grupos representativos de trabajadores en los primeros años del siglo. Con el tiempo, se fue afirmando como un partido mucho más proclive a la intervención estatal y la reafirmación del llamado “Welfare state”.
Las elecciones de 2010 fueron diferentes: marcaron la presencia de un tercer actor. El partido demócrata liberal fue creado en 1988 como una coalición entre el Partido Liberal y el Partido Social Demócrata, al ver que no existía espacio político para ambos separados entre los votantes ingleses. En los años 2000, sufrió un fuerte revés político, tras el cual asumió el liderazgo del partido un joven y astuto político de la región de Midlands, Nicholas Clegg.
Clegg lanzó una fresca campaña de cara a las elecciones generales del 2010 haciendo énfasis en el hecho de pertenecer a una nueva generación de políticos, con importante uso de las diferentes redes sociales (Facebook, Twitter, YouTube). Perfiló así a su partido como la revelación en una política totalmente dividida entre laboristas y conservadores.
En los comicios del 6 de mayo Clegg no pudo romper con el bipartidismo de su país. Pero logró una importante presencia con 57 de los 650 escaños que se disputaron para la cámara de representantes británicos.
Así, ni el laborista Brown ni su rival conservador Cameron obtuvieron una mayoría firme como para alcanzar el apoyo de diputados para gobernar sin el apoyo de otro partido. Los dos intentaron negociar una posible coalición para obtener mayoría absoluta.
De esta situación surgió el pacto entre conservadores y demócrata-liberales que llevó a la fórmula Cameron-Clegg al cargo de Primer Ministro y Vice Primer Ministro respectivamente. El flamante ejecutivo tiene una mayoría de 305 (conservadores) más 57 (democrata-liberales) en la Cámara de representantes: un importante bloque legislativo que les da un fuerte margen de acción.
Sin embargo, este margen de acción ya está siendo puesto a prueba por las medidas de austeridad económica definidas por los conservadores y que deben ser también aprobadas por Clegg.
Estas medidas no son imprevisibles: los votantes sabían que el partido del liderazgo de Thatcher en los 80 habría de forzar históricos recortes presupuestarios ante la inaudita situación de crisis que hereda. Cameron fue votado por esa razón, como un timón firme que navegara en tiempos difíciles del Reino Unido. Pero Clegg apoyado por el electorado más joven, hecho también de muchos universitarios liberales, y de otros que con perfil socialdemócrata no acepta tan fácilmente los recortes fiscales que puedan llegar a multiplicar el desempleo y descuiden a las clases sociales menos favorecidas.
En este contexto, la personalidad de Clegg juega un papel muy importante. Podemos notarlo en las declaraciones que hizo al diario inglés The Observer hace unos días atrás: “es importante que la gente entienda que el recorte en los gastos no implica una repetición de los ochenta, vamos a abordar este asunto de forma diferente".
Los liberales quieren diferenciarse claramente del espíritu conservador de los años 80 porque entienden que ello perjudica electoralmente las ilusiones generadas por un nuevo candidato que aspira a romper el statu quo político inglés. El apoyo de Clegg a Cameron muestra responsabilidad de gobierno, pero no alineamiento a propuestas conservadoras más duras.
Clegg en campaña electoral apuntó fuertemente a la idea de una nueva generación, al recambio de la clase política. Su discurso criticaba los planes sociales de Brown sin dejar de batallar contra el consumo de drogas, la situación de los niños en las calles y el aumento de los desocupados.
Clegg se unió al partido conservador en lo que un periodista español llamó “matrimonio de conveniencia”. Es una jugada peligrosa para su futuro. Si el gobierno de Cameron es exitoso eso podría catapultar a Clegg y con esto impulsar a los liberales. Si falla, puede arruinar su carrera política en ascenso. El propio vice primer ministro será el que demuestre su capacidad de equilibrar su perfil joven y simpático con las duras medidas del gobierno tory para intentar salir de la crisis en el Reino Unido.
* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto de Estudios Internacionales.
FACS - ORT Uruguay
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