Pakistán: Atado con alambre
Resumo
Durante el siglo XIX, el Reino Unido no gobernó solamente India. Su más grande e importante colonia era en realidad conocida como British Raj (reino), y abarcaba conjuntamente los actuales estados de Pakistán, India y Bangladesh. Dentro de las fronteras del Raj se encontraban centenares de millones de personas, adherentes a casi todas las religiones de Asia y pertenecientes a cientos de grupos étnicos. En 1947 la región tuvo que formar estados-nación sin haber pasado antes por la era de los nacionalismos, que sí había vivido Europa.
Por ejemplo ya en 1972, el entonces primer ministro pakistaní Zulfikar Ali Bhutto le decía a Oriana Fallaci (en referencia al hinduismo y el Islam) que “No somos hermanos. No lo hemos sido nunca (…) Son dos religiones fuertes e irreconciliables.”
India, por ejemplo, es un país mayoritariamente hindú, pero que a su vez tiene en su seno 138 millones de musulmanes. Son muy frecuentes los choques entre ambas comunidades, y los ataques terroristas de Mumbai de noviembre hacen recordar que, como país, es uno de los objetivos preferidos de la jihad mundial. Este es tan sólo uno de sus problemas: otros, como las desconexiones lingüísticas, las revueltas naxalitas, la pobreza extrema y sus relaciones con China y Sri Lanka ofrecen complejidades aún mayores.
"People see the TV images and think we are a rogue, barbarian society. It makes us really sad" – Estudiante de Islamabad a un periodista estadounidense
Pakistán se encuentra todavía peor. Al momento de la partición de 1947, la región más importante que compartían los actuales estados herederos, llamada Punjab, se dividió en dos. Así, tanto Pakistán como India tienen estados con ese nombre. Como indica el analista Selig Harrison en un excelente informe sobre el tema, “La partición de la India Británica juntó a grupos étnicos en disputa que nunca habían formado parte de la misma estructura política, previo a la llegada de los británicos (…) los baluches, sindhíes y pashtunes se encontraron atrapados en una estructura política [Pakistán] dominada por una mayoría punjabí”.
Dentro de este complejo entramado étnico cae como un meteorito la jihadcontemporánea, que ha incinerado a Pakistán al punto de ser uno de los estados más frágiles del mundo. Bruce Riedel, el encargado por la Administración Obama de preparar el dossier inicial para el conflicto, dijo explícitamente que “El peligro de que Pakistán se vuelva un estado jihadista es real”. Esto lo ha colocado en compañía de países africanos, porque la combinación de enemistades étnicas con la adhesión al Islam más extremo ha resultado en una insurgencia afgano-pakistaní de grandes proporciones.
"True Islam permits neither elections nor democracy." – Sufi Mohammed, líderislamista
La zona montañosa entre Afganistán y Pakistán, conocida como Hindu Kush, ha servido de refugio para Al-Qaeda durante varios años. Tras el Once de septiembre, Estados Unidos y sus aliados le negaron acceso a Afganistán a estos grupos, por lo que les quedó refugiarse o bien en las montañas o en el otro lado de ellas, en Pakistán. Así, en los últimos ocho años la situación ha evolucionado de forma preocupante. Al-Qaeda se ha visto reducida notoriamente a un núcleo sigiloso pero persistente, que en tamaño es la mitad de lo que era hace unos años. El movimiento talibán afgano ha dado a luz al movimiento talibán pakistaní, que es su aliado acérrimo y a la vez plantea una disputa étnica con el Estado pakistaní. En dondequiera que estos grupos se han instalado en el poder han impuesto la shari’ao ley islámica, como lo hicieron en abril en el Valle del Swat No les falta apoyo en ciertas áreas: el 83%, 80% y 78% de los pakistaníes está respectivamente a favor de lapidar a los “adúlteros”, las mutilaciones a ladrones y la pena de muerte por “apostasía” (dejar de ser musulmán).
"As a Muslim, we cannot allow a woman to violate Islamic values" – Muslim Khan, portavoz talibán
Esto ha llevado a algunos de los abusos en derechos humanos más terribles de los últimos tiempos. Se ha documentado que el talibán corta las narices y orejas de los líderes tribales que se le oponen y emplea escudos humanos. Eso no es todo: también se ha registrado que decapita niños, y Le Figaro ha informado que secuestró a cientos de niños de entre seis y trece años para usarlos como bombas suicidas. El talibán impuso sus normas y prohibiciones sobre el uso de barbas, la existencia de cosméticos y escuelas para niñas, la música, las quemas de DVDs en las calles, las listas negras o los castigos con latigazos a las mujeres que salen de sus casas sin la compañía de un familiar masculino. Este año el grupo llegó a controlar territorio a apenas 60 kilómetros de Islamabad, lo cual provocó “unapsicosis de miedo” en la ciudad. Como informa el New York Times, muchos policías, paralizados por el terror , publican avisos en los diarios renunciando públicamente a su función, de modo de no ser decapitados. Increíblemente, muchos pakistaníes adoptan una postura conspirativa –ya tratada en otro artículo de esta publicación- y afirman que los videos y fotografías que prueban estos hechos son falsificaciones o parte de una conspiración antipakistaní.
Afortunadamente, en semanas recientes Estados Unidos parecería haber liquidado al peor de estos líderes, el talibán wazirí Baitullah Mehsud. Otros líderes tuvieron que ser asesinados una vez que regresaron a la carnicería tras ser absurdamente liberados de Guantánamo, y otros más, como el líder del talibán afgano Mohammed Omar, sobreviven (según la inteligencia estadounidense en la ciudad de Quetta.
Así, Pakistán es un estado tironeado entre varias fuerzas de gran potencia: hordas de terroristas islámicos en las montañas, un Estados Unidos y OTAN furiosos con su falta de supresión del talibán, una India igualmente encolerizada por los ataques a sus civiles que se originan en el país, una cohesión nacional que nunca existió y para colmo una economía en ruinas. Sin embargo, esto no es todo. Como el lector sabrá, Pakistán es además uno de los pocos países del mundo con bombas nucleares y misiles balísticos. Esto significa que quien gobierne Pakistán tiene la capacidad de proyectar el fuego nuclear a toda India y otros países de la región.
El programa nuclear pakistaní ha sido un dolor de cabeza por sí sólo, ya que además de haber resultado en proliferación hacia terceros estados –por lo menos a Libia, Irán y Corea Comunista-, también ha sido un objeto lógico de persecución de parte del terrorismo islámico (que ha asaltado infructuosamente las bases nucleares de Pakistán en varias ocasiones). Para mayor preocupación, existen numerosos informes que indican que el gobierno pakistaní se encuentra en proceso de aumentar el volumen de su arsenal.
“It would be a great gesture if Osama bin Laden were to come out into the open in order to give us a chance of catching him” – Asif Ali Zardari, Primer Ministro de Pakistán
Ante esta pluralidad de factores de violencia, sin duda que uno de los trabajos másdifíciles del mundo es el de gobernar Pakistán. Claro está que una de esas dificultades es mantenerse vivo para hacerlo, como lo demuestra el asesinato en manos de un terrorista suicida de la importante política Benazir Bhutto, así como los múltiples intentos por matar al ex dictador Pervez Musharraf.
"If the government wants peace and stability, it should adopt the Islamic system" – Maulana Abdul Aziz, líder islamista
En los círculos académicos y periodísticos en inglés se suele utilizar el términofailed state –o estado fallido- para describir a países que retienen los elementos de jure de un estado (como fronteras o una capital) pero que en la práctica ya no operan como uno normal. El ejemplo clásico es Somalia, un país que se encuentra dentro de la categoría de estado fallido desde hace dos décadas. Pakistán es otra gran mención, ya que es 2009 el año en que más se han observado los factores de preocupación arriba mencionados.
Por el momento parece que eso no ocurrirá. En primer lugar porque en la era contemporánea es muy difícil derribar a un estado del tamaño del pakistaní. En segundo porque sus fuerzas armadas y de inteligencia han aprovechado los meses recientes para contraatacar al talibán y retomar algunas provincias que éstos habían capturado. En el proceso han destruido ciudades enteras y generado cientos de miles de refugiados. En tercer lugar, y citando nuevamente a Riedel, “Por ahora la mayoría de los expertos concuerdan en que está en funcionamiento la arquitectura de seguridad necesaria y que el ejército tiene el control de las armas con plena seguridad”.
“Never in my lifetime will we ever have peace with India.” – Agente de inteligencia pakistaní
Mientras tanto, otros países observan con trepidación el riesgo que constituye Pakistán y su vagón de problemas. Estados Unidos envía veinte mil tropas más a Afganistán, mantiene su campaña de bombardeos a terroristas en el Hindu Kush, y seguramente tiene planes de contingencia para confiscar las bombas nucleares de Pakistán en caso de emergencia. India se mostró inexplicablemente tolerante ante el brutal ataque a Mumbai originado en Pakistán, pero de todos modos bota submarinos nucleares. Es crítico mejorar la gobernabilidad del país y acabar con la doble amenaza del terrorismo y el totalitarismo islámicos. De lo contrario, nada bueno saldrá de Pakistán durante mucho tiempo.
Lic. en Estudios Internacionales.
Universidad ORT - Uruguay
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