Iraq: Fin de una Etapa
Resumo
El pasado martes 30 culminó una etapa más en la historia política reciente de Iraq y la región que lo rodea. Más específicamente, lo que ocurrió fue que el 17 de noviembre del año pasado los gobiernos de Estados Unidos –bajo George Walker Bush- e Iraq –bajo Nuri al-Maliki- firmaron un tratado que pasó a ser conocido como Status of Forces Agreement [Acuerdo de Estatuto de Fuerzas o SoFA]. El 30 se cumplió con la letra de dicho acuerdo, un hecho cuya explicación requiere un poco de contexto.
El dominio político de Estados Unidos sobre Iraq se había acabado, al menos formalmente, a mediados de 2004. En ese entonces la autoridad estadounidense le devolvió la soberanía a un gobierno iraquí, que al año siguiente organizaría elecciones legislativas y un referendo constitucional. El control militar del país había vivido en los últimos años dos procesos contradictorios. Por un lado se devolvieron progresivamente los controles militares de sucesivas provincias del país, hasta terminar con todas bajo control iraquí. A su vez, la Administración Bush ordenó un aumento en la cantidad de tropas de ocupación, que exitosamente acabaron con buena parte de las insurgencias terroristas islámicas que azotaban Iraq – al punto que la Administración Obama ya le dedica mayores recursos financieros a la guerra en Afganistán (USD 65 contra 61 millardos en el presupuesto de 2010) y la violencia se ha reducido a niveles de 2003.
La firma y el cumplimiento el pasado martes del SoFA constituyen el paso más visible en la desconexión de Estados Unidos respecto a Iraq, ya que la letra del tratado establece que a partir de ahora las tropas estadounidenses no estarán a cargo de la seguridad pública en el país. Por lo tanto, ya no se ocuparán de patrullar sus ciudades y carreteras, ni tampoco de administrar los centenares de puestos de vigilancia que necesitaron para controlar los movimientos de las milicias terroristas. A partir de ahora, los 130.000 militares estadounidenses dejarán Iraq en tandas, y su misión consistirá en ejecutar asaltos específicos a bases terroristas de grupos sofisticados como Al-Qaeda, siempre a pedido y en coordinación con el medio millón de policías y militares iraquíes. En sucesivas fases en 2010 y 2011 se terminará de evacuar a estas tropas.
¿Cuáles son los resultados para Iraq de esta guerra? Es obligatorio comenzar, como con todo conflicto, con lo que el país ha perdido. En primer lugar, según Iraq Body Count-la fuente considerada más fiable por varios bandos políticos sobre el tema- en Iraq han muerto aproximadamente 95.000 civiles inocentes, tanto intencionalmente en manos de terroristas (aproximadamente el 70%) como accidental o excepcionalmente en las de tropas estadounidenses e iraquíes (30%). Esto coloca a la guerra en Iraq como uno de los conflictos armados más costosos en términos humanos de los últimos años.
En segundo lugar, Iraq sufrió numerosas pérdidas materiales. No sólo sufrió el exilio o destierro de millones de civiles (que incluyó la separación de Bagdad en una mitad norte chiita y una mitad sur suní), sino que por ejemplo se dañaron algunos de los tesoros arqueológicos más antiguos del mundo. Entre ellos se encuentran las ruinas de Babilonia (en donde tropas estadounidenses y polacas construyeron una base), el icónico minarete de la Gran Mezquita de Samarra (dañado en 2005 por terroristas suníes), el domo dorado de la Mezquita al-Askari de la misma ciudad (detonado por terroristas suníes), y los museos y depósitos de antigüedades de Bagdad (desprotegidos por las primeras patrullas en entrar a la ciudad, y ahora reabiertos con sólo la mitad de sus tesoros originales).
Afortunadamente, las pérdidas en infraestructura fueron comparativamente pocas, particularmente por la naturaleza específica de los bombardeos aéreos, lejanos a las épocas del carpet-bombing sobre Hanoi o incluso la propia Bagdad en 1991.
Sin embargo, Iraq también ha tenido algunos resultados positivos. En primer lugar, pudo pasar en pocos años de sufrir a uno de los últimos regímenes totalitarios del mundo, el de Saddam Hussein, a tener una democracia con la constitución más liberal del mundo árabe. En segundo lugar, Iraq ahora sí podrá acceder a créditos internacionales, asistencia de Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, la tecnología y productos culturales de otros países, la explotación eficiente de sus yacimientos minerales y en general una reactivación económica generalizada. En tercer lugar, las ganancias en libertad individual para integrantes de categorías oprimidas, como los kurdos, los chiitas, las mujeres y otros son un enorme avance que habría sido imposible sin la eliminación del régimen del Partido Ba’ath.
Las consecuencias a nivel regional de la guerra de Iraq también han sido mixtas. Contrario a lo que dicen públicamente, la mayoría de los gobiernos de la región vieron con agrado la desaparición del errático Saddam Hussein, quien había atacado previamente a Israel, Arabia Saudí, Kuwait e Irán, y era una amenaza para sus vecinos del Golfo Pérsico. El efecto deseado por George W. Bush y sus asesores, de inspirar un despertar democrático-liberal en la región, se ha dado sólo parcialmente. Por un lado, es un hecho que los regímenes que rodean geográfica y culturalmente a Iraq, como Egipto, Jordania, Arabia Saudí, Irán o las monarquías del Golfo, siguen siendo dictaduras. Por el otro, se han visto pequeños avances en movimientos liberales en Egipto, elecciones libres de la ocupación siria en Líbano, movimientos civiles pro-democracia en Irán (que de todos modos preceden a la guerra en Iraq) e incluso elecciones de mujeres a los poderes legislativos de países como Kuwait.
Por último, los resultados para Estados Unidos también presentan complejidades. Al igual que con los muertos civiles de Iraq, el más preocupante es el de las aproximadamente 4.300 tropas muertas, 3.500 de ellas en combate. Por otra parte, desde el punto de vista estrictamente numérico de bajas la guerra no ha sido catastrófica, ya que basta con compararla con otros conflictos estadounidenses en tierra para notar que las pérdidas fueron mínimas (116.000 muertos en la Gran Guerra, 417.000 en la Segunda Guerra Mundial, 36.500 en Corea y 58.000 en Viet Nam).
Sin embargo, más allá de logros como la toma de Bagdad en tres semanas, la ocupación estadounidense resultó ser un fracaso estruendoso. Nuevamente retomando las comparaciones históricas, mientras que la guerra en Iraq ha tomado seis años desde la declaración de victoria de Bush en abril de 2003 hasta el pasado martes, otras guerras tuvieron desempeños diferentes. La Segunda Guerra Mundial, un emprendimiento multicontinental significativamente más difícil, se terminó para Estados Unidos a los dos años de invadir Sicilia y menos de uno de invadir Normandía. En cambio, Viet Nam tuvo tropas estadounidenses entre 1964 y 1973. Es así que la guerra de Iraq se ubica en un punto medio y, por lo tanto, ineficiente.
Desde una perspectiva más práctica, Estados Unidos retiene por un tiempo algunas bases militares que le resultarán útiles regionalmente, así como un flamante aliado en una de las dos regiones (junto con Asia Oriental) más candentes del mundo.
La guerra en Iraq, cuya etapa bélica internacional se cerró esta semana, permite extraer varias conclusiones. Una es que el principal objetivo de Estados Unidos, que era eliminar la amenaza de Saddam Hussein –tuviese o no armas de destrucción masiva- se alcanzó rápidamente. El segundo objetivo, el establecimiento de una democracia política y libertades individuales, se alcanzólegalmente en un plazo razonable. Sin embargo, una precondición básica para cualquier resurrección razonable del país, que era la pacificación de las calles y carreteras, ha tardado casi cinco años en conseguirse.
Iraq hoy es un país con un gobierno infinitamente mejor que el que tenía hasta 2003. No es una amenaza para otros países y ofrece una posición estratégica desde la cual combatir al radicalismo islámico política y militarmente. Sin embargo, está claro que Estados Unidos, debido a su incompetencia militar durante la era Bush, tardó demasiado tiempo y permitió pérdidas humanas y materiales enormes que limitan los beneficios históricos que pretendía cosechar de esta campaña.
Lic. en Estudios Internacionales.
Universidad ORT - Uruguay
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