Avery Goldstein - Rising to the Challenge: China´s Grand Strategy and International Security - Stanford University Press, California, 2005
Resumo
El concepto de grand strategy suele atribuírsele a Lidell Hart, militar británico de mediados del siglo XX considerado como uno de los grandes pensadores del arte de la guerra. En su versión original –actualmente se ha generalizado su uso, y en ocasiones aplicado erróneamente – grand strategy suponía una manera de pensar el macro-escenario de seguridad que se le presenta a un estado en base a tres pilares: los intereses, las amenazas y los recursos disponibles. Los análisis que resultaran del estudio serían una guía para la multiplicidad de políticas exteriores de seguridad.
Este escenario es el que Goldstein pretende recrear e identificar para la toma de decisiones de la China actual. Tomando las ideas de Hart con una apropiada flexibilidad, Goldstein propone describir la lógica interna que liga las políticas exteriores de China. En este sentido se puede hablar de grand strategy; la idea no es ver las innumerables políticas y decisiones en el escenario internacional por separado, sino comprender el nexo o lógica que las une en un todo que sería el pensamiento estratégico de política internacional de China.
Según el autor la gran estrategia china se puede resumir de la siguiente manera: incrementar su poder internacional sin generar una reacción de balance a su poder de parte del resto de los estados. Desde ya que esta es una idea muy general y difícil de falsear. Es así que los puntos fuertes o débiles del libro quedan dependientes del desarrollo que el autor hace para probar su tesis.
Rising to the Challenge es un excelente racconto de los últimos 15 años de política exterior china. El autor es un académico muy informado en el tema, pero además es un experto de teoría de las relaciones internacionales. Lo que vuelve al texto mucho más rico. Cada tendencia en la toma de decisiones es vista por un lente teórico que permite darle contenido a lo que de otra manera sería un caudal de información sin una lógica clara. Por ejemplo, el sesgo chino hacia un incrementado uso del canal multilateral en Asia y el mundo es entendido como una política que cumple sendos objetivos: a la vez que aminora el dilema de seguridad en la región y la amenaza en los vecinos asiáticos, minimiza las chances de coaliciones anti-chinas y permite que a través de la interdependencia se considere a China un jugador responsable en la política mundial. Iluminador para los interesados en la teoría es la review que el autor hace de los grandes enfoques que son recurrentemente utilizados para entender las consecuencias del ascenso chino; entre ellos: la interdependencia económica, el balance de poder, la teoría de la paz democrática, la teoría de la transición de poder, la teoría de la guerra hegemónica, entre otros, discutiendo sus ventajas y desventajas.
En cuanto a las políticas que sostienen la tesis del autor, dos serían las estrategias de política exterior chinas establecidas con el fin de alcanzar el objetivo de lagrand stretegy. La primera supone la incorporación del multilateralismo como uno de los principios de la política exterior china. El multilateralismo pensado esencialmente en su cara institucional, es decir, actuar cada vez más desde plataformas de instituciones multilaterales para obtener objetivos políticos –ya sea de seguridad, económicos, entre otros. La segunda tendencia iría en el sentido de mejorar sustancialmente las relaciones bilaterales con los grandes poderes. El fin por detrás es disuadir una concertación de potencias aliadas por su amenaza al ascenso chino en la jerarquía del sistema internacional.
Las dos últimas estrategias se pueden pensar como la pata empírica a la retórica del “peaceful rise” que China ha esgrimido desde que su crecimiento pasó a ser un asunto relevante en las relaciones internacionales. Estrategias que por supuesto acompañan el interés por incrementar lo que David Lampton llama “las tres caras del poder chino”: la fuerza (esencialmente militar); el dinero (poder económico) y las mentes (el poder de las ideas o Soft Power).
La responsabilidad que han mostrado las autoridades chinas durante la actual crisis económica; la madura actitud –consecuente con la reacción de la comunidad internacional, pero sobre todo de las grandes potencias- ante los recientes caprichos e irresponsabilidades de Corea del Norte; y se podrían esgrimir otros ejemplos, encuadran perfectamente en la grand strategy de Goldstein. El marco que plantea el autor permite efectivamente dar luz a información que de otra manera aparecería como tomas de decisión sueltas o políticas irreconciliables en algunos casos. Siendo así, el libro cumple su cometido.
Algunas críticas podrían esgrimirse por la falta de atención sobre algunos elementos que son relevantes en la toma de decisión china. Entre ellos, el rol y la influencia de los Estados Unidos debería ser incrementada; el ámbito doméstico podría ser discutido con mayor profundidad; y el rol de las ideas en la política china –especialmente los impulsos nacionalistas- aparecen poco y nada en el texto. Sin embargo, hay que aceptar que, como señala Kenneth Waltz (1986: 22): “…el propósito (de la teoría) es el de descubrir la tendencia principal entre una multitud de ellas, el de elegir el principio generador, incluso, cuando operan otros principios, identificar los factores esenciales donde otros innumerables factores se hallan presentes.” Con Waltz excusándolo, de poco necesita Goldstein nuestra indulgencia por algunas omisiones.
*Candidato a la Maestría en Estudios Internacionales,
Universidad Torcuato di Tella
Buenos Aires, Argentina
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