Imágenes y Percepciones en la Relación Entre Estados Unidos y el Islam: Obama en El Cairo
Resumo
Los discursos presidenciales de política internacional pueden ser herramientas engañosas. El acto discursivo tiene siempre una cuota de retórica; es un mensaje contextual, y por ende, la idea que lo guía puede ser modificada al día siguiente; y difícilmente sea un fiel reflejo de la política que se pretenda aplicar –cuando efectivamente propone política alguna. No obstante, dependiendo de la calidad del discurso y de la capacidad del interlocutor, se puede sacar provecho de dicho mecanismo.
Una sencilla y –quizás demasiado- abstracta fórmula para plantarse ante un discurso es clasificarlo en: un discurso de la gran escena o un discurso específico. El discurso específico versa sobre un tema determinado, podríamos entenderlo como micro-política internacional. El de la gran escena es un acto abarcador, temas de la macro-política internacional. Un buen ejemplo de este último grupo es el discurso de Sir Winston Churchill en Fulton (Missouri), el 5 de marzo de 1946. Escena del nacimiento del concepto “Telón de Acero” o “Cortina de hierro” y punto de inflexión en lo que se daría a conocer como Guerra Fría.
Dos semanas atrás Obama pronunció un discurso en El Cairo que entra en la categoría de los grandes discursos. Aunque, obviamente, no estuvo ni cerca del de Churchill (sin dudas una de las disertaciones más relevantes de la historia contemporánea), el de Obama entra en la categoría por los temas que toca y la función que cumple (sin intención de adjuntarle ningún calificativo ético –i.e. bueno o malo).
El acto estuvo dirigido hacia el mundo musulmán. La generalización (mundo musulmán) es riesgosa y criticable. Sin embargo, esa es una de las cualidades que poseen este tipo de actos: la posibilidad de tener un interlocutor difuso. Los temas también fueron poco claros. El conflicto en Medio Oriente, la situación con Irán, el futuro de Afganistán, la incertidumbre sobre Pakistán, entre otros, son problemas concretos que incluyen al mundo islámico y necesitan políticas lo más claras posible. Pero pedirle a un discurso ese rol sería una quimera. Las indefiniciones políticas de Obama hacia la región deben ser solucionadas…a su tiempo y su manera.
¿Cuál es entonces la cualidad del discurso que motiva la presente columna? La Administración Obama, como no puede ser de otra manera, aún está delineando su política hacia las regiones de mayoría musulmana. El discurso en el Cairo tuvo, a entender de este analista, la intención de presionar el botón de reset de lasimágenes y percepciones entre EUA y el mundo musulmán, como paso previo a la configuración de políticas.
El concepto de imagen en teoría política internacional pertenece a las escuelas psicológicas y cognitivas. Una imagen es una estructura cognitiva sobre un determinado asunto de la política internacional, una representación simplificada de la realidad que permite tomar decisiones en un contexto de enorme influjo de información –no siempre coherente- e incertidumbre. Las imágenes actúan como un lente que filtra la información del mundo real, lo que puede llevar a errores de percepción. Por ejemplo, durante los últimos años de la Guerra Fría la Administración Bush cayó en un grueso error de percepción ante la política dePerestroika de Gorbachev. La información decía que se habían retirado las tropas de Afganistán, que la presencia en Europa del Este disminuía y que la “Doctrina Brezhnev” era cosa del pasado. No obstante, la imagen de Guerra Fría (Mundo libre vs. Comunismo) llevó a que la Casa Blanca viese los movimientos de Gorbachev como simples engaños y chicanas soviéticas. Consecuentemente, Estados Unidos no estuvo adecuadamente preparado para el colapso de la URSS.
Volvamos al Islam. Cualquier avance o retroceso en la relación entre Estados Unidos y el mundo musulmán va a ser filtrado por las imágenes bilateralesconstruidas. Imágenes distorsionadas y conflictivas podrían dar lugar a crasos errores de percepción. En su clásico trabajo Hypotheses on Misperceptions, Jervis expone una serie de errores de percepción corrientes. Entre ellos encontramos: no ver que el mensaje que uno quiere dar puede ser comprendido de diferente manera por el “otro”; ver a la contraparte como más agresiva de lo que en realidad es; interpretar las acciones hostiles del otro como una política interna, no como una respuesta a las acciones propias; suponer que la guerra es inevitable (el locus classicus es el contexto previo a la Primera Guerra Mundial), entre otras.
Las imágenes tienen mucho de proceso interno. Aún así, éstas pueden ser construidas, modificadas o destruidas. Pidiendo nuevamente las disculpas del caso por las –necesarias- generalizaciones, las imágenes entre Estados Unidos y el mundo musulmán hace tiempo que son distorsionadas, negativas e irracionales. Siendo la base cognitiva en cualquier aspecto práctico de la relación, poco se puede esperar si este aspecto no sufre transformaciones.
El discurso de Obama, con su generalidad, su tono humilde, sus citas al Corán, su estrecha definición de al-Qaeda como el enemigo, la no intención de dar clases sobre democracia y liberalismo (aunque sin renunciar a un avance en este punto), su sincera presentación de Estados Unidos como un mediador de buena fe, su apertura al diálogo, etc., va en el camino de la construcción de nuevas imágenes y percepciones. Por otro lado, es también un mensaje a la nación estadounidense, una muestra de la visión que tiene su líder acerca del mundo musulmán y desde dónde piensa actuar.
Nuevamente, la idea no es dar calificativos éticos al discurso. El intento de presionar reset en las imágenes podría no funcionar. En el caso de que funcione y dé pie a un cambio cualitativo en las percepciones mutuas, factores exógenos podrían intervenir para que, aún así, la situación empeore (la confirmación de un Irán nuclear, el colapso de Pakistán, el incremento de las hostilidades en Medio Oriente, y un largo etc.). Más aún, el cambio de percepciones no supone automáticamente una visión benigna del “otro.”
Como afirma Obama: “No single speech can eradicate years of mistrust.” Sin embargo, es seguro que poco se va a poder construir desde imágenes distorsionadas, que impidan una relación racional –i.e. percepción correcta de la realidad y posterior toma de decisión en base a una maximización de objetivos. Un discurso de macro-política internacional puede ser un interesante punto de partida.
Las imágenes y las percepciones son uno de los grandes patrones que pasan por debajo de la superficie de la política diaria, pero que terminan siendo cruciales para comprender las relaciones internacionales. Haría bien el analista en tenerlas presente y, de tanto en tanto, repensarlas profundamente.
*Candidato a la Maestría en Estudios Internacionales,
Universidad Torcuato di Tella
Buenos Aires, Argentina
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