La cultura como explicación (II)

Autores

  • Prof. Agustin Courtoisie

Resumo

En nuestro artículo anterior realizamos una introducción general a las tres escuelas o estrategias posibles para analizar y realizar estudios comparativos de las naciones del mundo: economicistas, culturalistas e institucionalistas.

Algún lector podría preguntarse si en aras de “la navaja de Occam” no sería mejor agrupar los tres enfoques en dos bandos, economicistas y culturalistas, absorbiendo a los institucionalistas en la segunda de las categorías, fundamentalmente teniendo en cuenta su común apelación a factores intangibles. Hoy vamos a exponer un poco más en detalle –de lo que lo hicimos en la vez anterior– las ideas de Hernando de Soto en El misterio del capital. Una breve descripción de su pensamiento y de sus investigaciones bastará para comprender que ciertos institucionalistas pueden confrontar a la cultura como factor explicativo con tanta energía como suelen hacerlo los economicistas. Las disimilitudes, como veremos, resultarán muy flagrantes.

Esta es la propuesta simple pero sugerente de Hernando de Soto para explicar la diferencia ente los países desarrollados y los que no lo son: no son los factores culturales, o no lo son principalmente, los que explican la pobreza de algunos países y la riqueza de otros. Por ejemplo, poco tienen en común países Haití, Perú, Filipinas y Egipto, desde el punto de vista de su historia, sus tradiciones o sus identidades culturales. Pero el denominador común sí puede encontrarse en la informalidad para legitimar sus activos y convertirlos en capital líquido, que es el capital capaz de generar riqueza.

Presidente del Instituto Libertad y Democracia, economista y empresario, de Soto ha trabajado en Asia, Medio Oriente y América en programas que buscan reposicionar con mejores chances a los pobres y las clases medias. Según el expresivo autor de El otro sendero (otra de sus obras), tener tierras o edificaciones sin títulos impide utilizar esos activos eficientemente, para solicitar préstamos, ofrecerlos como garantía e identificar a sus propietarios como miembros de una comunidad, con sus responsabilidades y sus derechos.

Los expertos de los países ricos del mundo están dispuestos a dar con soberbia consejos económicos pero olvidan que, por ejemplo, en tiempos del Lejano Oeste, los EEUU era similares a muchos países latinoamericanos actuales. No se dan cuenta que el registro formal de la propiedad es fundamental a la hora de hacer rendir el capital y sería mucho más útil, siempre según de Soto, que nos recordaran su propia dolorosa experiencia. Además de abrir sus mercados en vez de exigirlo al prójimo, deberían olvidarse por un rato de tanto préstamo. Estudios sistemáticos llevados a cabo por el grupo de colaboradores de Hernando de Soto conducen a la escalofriante conclusión de que el valor de los activos de los países subdesarrollados (no fluidificados por un sistema formal de propiedad) ha llegado a duplicar el circulante total de moneda en los EEUU, equivale casi al valor total de las compañías en lista de las principales bolsas de valores en los 20 países más desarrollados del mundo, es 46 veces todos los préstamos del Banco Mundial en las tres últimas décadas y 93 veces la ayuda para el desarrollo para el Tercer Mundo. Por eso las páginas de El misterio del capital suelen repetir casi como un slogan el concepto de que los pobres del mundo son la solución, no el problema.

Puede que Hernando de Soto subestime el papel de los factores culturales, y además abrigue unas esperanzas (respecto de sus recomendaciones legales, políticas y económicas) que van más allá de lo razonable. Porque introducir cambios en el sistema formal de propiedad, al igual que diseñar y aplicar un nuevo sistema tributario, sin buscar apoyo en la “idiosincracia” de cada nación, quizás culmine en una experiencia  frustrante.

Sin embargo, se compartan o no sus recetas últimas, el periplo que traza El misterio del capital lo convierten en un libro esclarecedor y recomendable (y a su autor en un digno exponente de la tendencia institucionalista). Por otra parte, no deja de ser inspiradora, en cualquier caso, la declaración de fe de Hernando de Soto:  “Estoy convencido de que el capitalismo ha perdido el rumbo en los países en vías de desarrollo y en los que salen del comunismo. No veo el capitalismo como un credo. Mucho más importantes son para mí la libertad, la compasión por los pobres, el respeto por el contrato social y la igualdad de oportunidades. Pero por el momentoel capitalismo es la única carta disponible para lograr estas metas”.

En nuestra  próxima y última entrega, completaremos el panorama con las ideas culturalistas de Francis Fukuyama y el agudo esfuerzo de síntesis de Alvaro Vargas Llosa, entre institucionalismo y culturalismo.

FUENTES

De Soto, Hernando (2002).  El misterio del capital. Por qué el capitalismo triunfa en Occidente y fracasa en el resto del mundo. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.

*Profesor de Cultura y sociedad contemporánea.
Depto de Estudios Internacionales
FACS – ORT Uruguay

Publicado

2009-04-23

Edição

Seção

Culturales