Guerras, Causas Sistémicas y el Proto-Neorrealismo Review de "Man, the State and War" de Kenneth N. Waltz
Resumo
¿Por qué ocurren las guerras? Al tratar de dar respuesta a la anterior pregunta, Kenneth N. Waltz redacta en 1959 Man, the State and War, obra que marca una antes y un después en la teoría de las relaciones internacionales. El concepto de “imágenes” aparece aquí por primera vez. Las tres distintas imágenes que reconoce responden a tres distintas formas de ver el mundo. Tres categorías teóricas que recortan algunos elementos de la realidad para así poder hacer foco en lo que se considera fundamental.
En la primera imagen nos encontramos con autores que van a primar el individuo, su comportamiento y su naturaleza como causas de conflicto internacional. Es el egoísmo, su maldad intrínseca o estupidez e ignorancia lo que desencadena las guerras. Asumir esta postura significa sostener que las colisiones llegarían a una pausa eterna si tan sólo la naturaleza humana pudiera ser modificada.
Waltz deja en claro que atribuir eventos no deseables como el crimen o la guerra a los vicios o negligencia humana si bien pudiendo ser -en parte- cierto, es también una premisa demasiado subjetivista. ¿Qué hay de los actos de caridad, amor y auto-sacrificio? ¿No son ellos también parte de la naturaleza humana? Si la naturaleza humana explica las causas de la guerra, debería a su vez explicar las de la paz.
Esto supone que la “naturaleza humana” puede ser utilizada como justificación de cualquier suceso. Es por ello que para explicar uno en particular, debemos recurrir a propuestas complementarias.
La segunda imagen va a centrar su análisis en la configuración interna de los estados para explicar la recurrencia del conflicto internacional. Si bien el rango de autores y propuestas que ubica el autor en esta imagen son a primera vista disímiles, en última instancia puede decirse que todos ellos están de acuerdo en la premisa básica de que son los “defectos” de los estados los que provocan su enfrentamiento. Ergo, surge otra vez el problema de la subjetividad. Si los “malos” estados hacen la guerra, eliminarlos o curarlos sería la solución al problema del conflicto internacional. Pero ¿quién define “malos”? y ¿cuál es el criterio que toma? Comunistas, socialistas y revisionistas gritarán al unísono: cualquier estado regido por las normas capitalistas de producción; los liberales en cambio señalarán inmediatamente como culpables a estados no democráticos.
A conclusión de Waltz, el análisis de la segunda imagen, como otrora la primera, vuelve a ser insuficiente. Los malos estados (de ser pertinente ese calificativo) efectivamente hacen la guerra, pero ¿los buenos estados categóricamente hacen la paz?
Finalmente la tercera imagen hace hincapié en la anarquía internacional como causa de guerra. En un mundo constituido por estados soberanos sin un poder legal efectivo que los regule, cada estado tomará decisiones por su cuenta de acuerdo a lo que él mismo considere beneficioso y teniendo en cuenta el alcance de sus dispositivos para llevar a cabo determinadas tareas.
“Bajo la égida de la anarquía los estados usarán la fuerza para concretar sus metas, siempre y cuando una vez analizadas las perspectivas de éxito, considere esos objetivos más valiosos que la paz. Al ser cada estado su juez superior, cualquier estado podrá en cualquier momento hacer uso de la fuerza para implementar sus políticas. Porque cualquier estado puede en cualquier momento usar la fuerza, todos los estados deben estar preparados constantemente para contrarrestar fuerza con fuerza o pagar el precio de su debilidad.”
En la búsqueda de ilustrar su argumento, Waltz utiliza un autor para cada imagen respectivamente. Así para la primera imagen corresponde Baruch Spinoza (1632-1677), quien explica la violencia como resultado de imperfecciones humanas. Las pasiones toman control sobre la razón y los hombres se embarcan en disputas interminables. La solución –ya mencionada- es la reforma del hombre.
La segunda imagen es representada por Immanuel Kant (1724-1804), quien propone que el conflicto se detendrá una vez que las naciones adopten voluntariamente una moral universal y vivan de acuerdo a leyes internacionales que las obliguen. Para que lo segundo se efectivice, lo primero debe materializarse con anterioridad. “The “power” to enforce the law is derived not from external sanction but from internal perfection.”
Jean Jaques Rousseau (1712-1778) para quien los estados vivían en un estado de naturaleza avanzado, donde existe cierta socialización pero no hay aún autoridad suprema que los regule, personifica la tercera imagen. Reconoce que la cooperación es posible, sin embargo al actuar cada estado en pos de su propio beneficio ninguno se puede fiar por entero del compromiso de la asociación por parte del otro. Lo que vuelve la cooperación cuando menos inestable y la competencia se convierte en el imperativo categórico.
El pensamiento de Rousseau, por lo tanto, deja de poner la mira en los actores y pasa a analizar cómo la situación en la que están inmersos modifica su accionar, es decir, una mirada estructural o sistémica.
Es la tercera imagen la que finalmente argumenta con más sensatez la recurrencia al conflicto entre estados. Las hostilidades se producen porque, a la inversa que en el plano doméstico, no hay nada que pueda prevenirlas. La libertad de acción de cada unidad estatal se ve limitada por las acciones de las otras. Incluso queriendo un estado evadir acciones belicistas lograría atraer la guerra hacia sí sino tuviera presente la lógica con la que funciona el sistema al que pertenece “to be sane in a world of madmen is in itself a kind of madness.”
Mientras la tercera imagen explica la causa de La Guerra en general (“the structure of the state system does not directly cause state A to attack state B”), las causas de una guerra en particular deberán ser buscadas, ahora sí, en la primera y segunda imagen. Ellas sí podrán dar cuenta del tipo de gobierno de uno y otro país, de las características psicológicas de sus dirigentes, de su situación económica, tamaño, intereses, historia y tradición que llevan a un conflicto inmediato.
Las tres imágenes están interrelacionadas. Por eso es preciso que para lograr un profundo entendimiento de las relaciones internacionales tengamos en cuenta que una combinación de estos niveles es necesaria. Así la tercera imagen nos proporcionará información relevante al porqué las guerras ocurren –es decir, las continuidades de la política internacional- y no tendrá alcance explicativo en acontecimientos bélicos particulares. Para comprender éstos necesitaremos acudir a la primera y segunda imagen.
Concluyendo, el texto de Waltz presenta dos ideas que marcan ese “antes y después” en la disciplina. En primer lugar, “organiza” el estudio de la misma a través de la dilucidación de las tres imágenes –conceptos epistemológicos que siguen siendo recurrentemente utilizados. En segundo lugar, coloca la semilla de una manera de analizar la política internacional –cristalizada en todo su potencial 20 años después por el mismo autor en Teoría de la Política Internacional- que revolucionó el área: el realismo estructural o neorrealismo.
NOTA: Las traducciones son del autor.
Candidato a Licenciado en Ciencias Políticas.
Universidad del Salvador.
Buenos Aires - Argentina.
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