LIBERTAD E IGUALDAD EN LA OBRA DE VAZ FERREIRA - Parte I

Autores

  • Jonathan Arriola

Resumo

1 Introducción

En este trabajo proponemos centrarnos en la noción de libertad desarrollada por el filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira. El autor pregona una concepción según la cual el filósofo debe acercarse a la realidad pensando por ideas a tener en cuenta, lo que significa evitar los sistemas de ideas o los ismos encorsetantes, que tendrían el efecto nocivo de empobrecer una realidad que, según su visión, sería ontológicamente más rica que la capturada por un lenguaje sistematizante.

Hay en Vaz Ferreira una especial preocupación epistemológica por remitirse a la “realidad misma”: esto es, quiere lidiar directamente con las tensiones que habitarían a la realidad y, más aún, la constituirían, sin el obstáculo de las intermediaciones teóricas. Dada esa peculiar concepción del autor, abordar la libertad en su pensamiento implica necesariamente abordar también todas aquellas cuestiones que lindan con ella, ya que, dirá el autor, es precisamente de esa forma entrelazada e imbricada como el problema de la libertad se presenta en la realidad misma, la que actúa como norte de su filosofía social. Al autor, más que la discusión in abstracto, lo que le preocupa es, ante todo, la realidad concreta, con las limitaciones que esta impone.

Es por esa razón que, como veremos en la segunda parte del texto, Vaz Ferreira no puede pensar la libertad sino en relación, por un lado, con el individualismo, generalmente considerado por filósofos liberales más clásicos como un “aliado natural” de la misma, y, por otro, con la igualdad, con la que establece una inevitable pero también fructífera tensión.

a) Algunas precisiones epistemológicas

Antes de adentrarnos en la concepción de la libertad en Vaz Ferreira, es imperioso que hagamos algunas precisiones generales, principalmente con respecto al herramental conceptual y, sobre todo, epistemológico, así como a la manera, sino al método, que el autor utiliza para aproximarse a los problemas sociales y que veremos desplegar in totum en su tratamiento específico de la libertad.

En primer lugar, es preciso señalar que, como se adelantó, Vaz Ferreira, seguramente por su rechazo a la propuesta positivista de Spencer1, muestra una resistencia congénita a toda sistematización a priori de la realidad a la hora de abordar los problemas sociales. El autor se propone evadir las teorizaciones ligeras y los sistemas rígidos por creer que estos son frecuentemente portadores o bien de una “tendencia totalizante” o bien de “ideales monistas”.

Más aún, cuando la lógica de los sistemas es extrapolada al ámbito complejo de lo social, Vaz Ferreira no sólo lo ve como inconveniente sino también como peligroso, por proveer soluciones que, a menudo, se dan de bruces con la realidad social, mostrando así sus insuficiencias2. Frente a ello, su empresa está orientada, como él mismo señala, a “pensar por ideas a tener en cuenta”, esto es, a intentar “pensar directamente sobre el problema”, prescindiendo de los tamices ideológicos, y, con ello, ganar un acceso libre y desprejuiciado a las cuestiones sociales, algo que un “espíritu dogmático”, o incluso “ecléctico”, difícilmente pueda lograr al estar generalmente embretado en el afán de los sistemas3.

Pero, en realidad, en Vaz Ferreira, y he aquí otro punto nodal, no se trata sólo de pensar sino también, y fundamentalmente, de sentir. En efecto, así como, en Kant, el “yo pienso”, condición indispensable de la apercepción trascendental, debe acompañar todas las representaciones del sujeto, así el “yo siento”, en Vaz Ferreira, y permítasenos la analogía, debe acompañar a todo “yo pienso”, dado que el sentir es la condición indispensable de toda consideración auténtica de la realidad social.

Y esto no es pura retórica. En su Sobre los Problemas Sociales (1922) sobran los pasajes en donde el autor hace referencia al “pensar” y al “sentir” como dos actividades indisolubles y solidarias la una con la otra. El autor primero piensa, pero si el pensamiento racional no es capaz de alumbrar el camino de la verdad, entonces debe acudir al rescate el sentir, que es el que, al final, tendrá la última palabra en la problemática en cuestión. Discutiendo sobre la herencia y su inadecuación a una concepción individualista ideal, el autor uruguayo dice explícitamente “podrían excusarse demostraciones: se siente”. Así pasa a confiar directamente en que el “espíritu sincero” de los “hombres de buena voluntad” comparta su sentir y, por lo tanto, sus ideas, que de éste justamente se deducen.

Vaz Ferreira es de la idea de que, en el terreno de la moral, la política y lo social, a la verdad no se llega solamente por medio del uso de la razón. El autor piensa, en cambio, que la misma puede ser intuida a través, y fundamentalmente, del sentimiento. Es por ello que, a veces tácita y otras expresamente, Vaz Ferreira le pide, sino le exige, al lector una cierta complicidad en su inquisición filosófica, la que pasa más por una empatía y apertura sentimental que por la búsqueda de un consenso explícito razonado. Es decir, según el autor uruguayo, para comprender plenamente el problema social del que se trate, hay que experienciarlo en la subjetividad ya que sólo así saldrá a la luz su verdad.

En ese sentido, la propuesta de Vaz Ferreira, en algún punto, tiene, en el fondo, algo de la concepción fenomenológica, en tanto busca penetrar en la realidad de la cosa tal y como se presenta al sujeto en la experiencia directa y, más específicamente, en el sentimiento. Vale decir que ello está en plena sintonía con lo que su concepción filosófica tiene de romántica.

Por otro lado, es importante señalar la distinción que efectúa Vaz Ferreira entre los problemas explicativos y los problemas normativos, la que articula todo su pensamiento en relación a los problemas sociales. Los problemas explicativos, dice Vaz en Lógica Viva (1910), son simplemente problemas de constatación de hechos, es decir, se refieren a cómo es efectivamente el caso. En principio, este tipo de problemas tienen una solución única y perfecta, aunque todavía no se conozca, a la que se llega por medio de una investigación racional y/o empírica del mundo. Contrariamente, los problemas normativos, esto es, los relativos a la moral y a la política, apuntan a qué es lo que se debe hacer. No son problemas meramente técnicos, esto es, de definición de medios, sino axiológicos, en los que están en juego fines y valores, que no son simplemente dados, como los datos sensoriales del mundo.

Por lo tanto, para Vaz Ferreira no es posible, ni deseable, intentar encontrar para ellos una solución ideal, que satisfaga a todas las partes y que no generen pérdidas o inconvenientes. Puesto que el reino de los fines no pertenece al orden objetivo del ser, en ese campo no hay soluciones unívocas y definitivas. En este punto, es realmente sorprendente el paralelismo que existe entre la filosofía del autor uruguayo y la de Isaiah Berlin.

En efecto, la distinción entre el campo explicativo y normativo está en la base misma de la crítica de Isaiah Berlin a la Ilustración y su deseo irrefrenable por solucionar, método científico mediante, todos los problemas sociales y políticos. Y Vaz Ferreira, como el filósofo inglés, advierte que muchos de los problemas que emergen son causados por una analogía indebida entre el nivel explicativo y el nivel normativo, lo que genera la ilusión de que el segundo puede ser tratado de la misma manera que el primero, haciendo caer así en diversos sofismas y paralogismos.

En cuanto al método, si es que se puede hablar de tal cosa en sentido estricto, Vaz Ferreira propone tratar los problemas normativos pasando por tres momentos: un primer momento, en donde se consideran todas las soluciones posibles, incluso las que todavía no han sido pensadas, un segundo, en donde se efectúa una comparación de las ventajas y desventajas de las soluciones planteadas y, el tercero, aunque no por ello menos importante, la elección de una de esas soluciones (1922:19). Hay que decir que, para Vaz Ferreira, la elección tiene que ser tomada con miras a alcanzar un punto de transacción entre las posturas definidas como antagónicas, generando para ello mínimos que no pueden ser traspasados.

En ese sentido, en su visión, los extremos, que son el individualismo a ultranza y el socialismo, sirven solamente para proveer los parámetros que señalan el centro, que es el punto de intersección en donde se encuentra efectivamente lo “realizable” y “deseable”. La preocupación por oponer pero conciliar conservando lo esencial es lo que su método tiene de dialéctico, claro que, en lo que éste tiene de movimiento y de síntesis preservadora y no de cierre y totalización, que es precisamente de lo que huye su pensamiento.

Parsimonioso en su método, equilibrado al momento de sopesar las ventajas e inconvenientes de una determinada solución a un problema en particular, el autor es, por ello, mesurado en sus conclusiones, buscando escapar de los extremos dogmáticos, evitando las “etiquetas” y las “falsas oposiciones” así como los saltos ontológicos abruptos. Ese es precisamente el camino que el autor transita cuando aborda el problema de la libertad, tal y como veremos en la próxima entrega.

 

1 - La reacción de Ferreira contra el positivismo está en plena sintonía con el brote anti-positivsta que se constata por toda Latinoamérica en esa época. Recuérdese la férrea oposición de Vasconcelos a los llamados “científicos” en México, la que anuncia la emergencia del modernismo.

2 -En efecto, el propio Vaz Ferreira lo pone del siguiente modo: “Pero esta manera de pensar por sistemas, es decir por razonamientos hechos de antemano, se va haciendo cada vez más difícil y peligrosa a medida que se trata de cosas más complejas; y, en los órdenes de la moral, y de la psicología, y en la literatura, en la filosofía, en lo social, y en muy amplio grado en lo práctico, entonces […] lo del texto; esto es: los peligros de pensar por sistemas, y la conveniencia de pensar por ideas para tener en cuenta y con ellas examinar cada cuestión y del modo más amplio.” (Citado en Acosta, 2009: 6). Ver bibliografía.

3 - Precisamente, Vaz Ferreira rechaza tanto el espíritu sistematizante como el espíritu ecléctico, por no ser sino otra versión del primero. Con respecto eclecticismo dice lo siguiente: ““Eclecticismo”, en el sentido habitual, es tomar parte de otras doctrinas; en tanto que el verdadero modo de pensar, el bueno, es examinar directamente las cuestiones y buscar directamente lo verdadero o lo bueno.” (1922:87).

 

Jonathan Arriola es Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad ORT-Uruguay y Master en Filosofía Contemporánea por la Universidad de la República. Además es Profesor de Política Comparada y Fundamentos de la Investigación en Universidad ORT.

Publicado

2014-07-03

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Enfoques