LA CUMBRE DE LA APEC EN LIMA
Resumo
La Décima Sexta Reunión de Líderes de APEC realizada el pasado fin de semana en Lima, Perú (22-23 de noviembre de 2008) merece varias lecturas y aproximaciones tanto por su valor en sí como por el especial momento de este mundo en crisis en el que nos toca vivir.
La prospectiva del crecimiento económico de aquí al 2050 nos indica la creciente importancia de la Región Asia-Pacífico y un desplazamiento del eje desde el Atlántico, eje que se estableció con la llegada de los descubrimientos y la modernidad (desplazando a su vez al Mediterráneo) y que por lo tanto lleva ya cinco siglos, hacia el Océano Pacífico.
El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) está constituido por 21 socios (no todos estados como el caso de Hong Kong) entre los cuales siete economías ubicadas entre las primeras catorce economías de mayor PBI. Estas son los EE.UU. (1), Japón (2), China (4), Canadá (9), Rusia (11), México (13) y Corea del Sur (14). Por otra parte forman parte del Foro cinco países del continente americano: Canadá, EE.UU., México, Perú y Chile.
Aunque no estaba previsto se llegó a esta cumbre en un clima internacional dominado por la crisis financiera originada en Wall Street y luego del triunfo del candidato Barak Obama. Ambos sucesos indican por un lado el fracaso de la desregulación y por el otro el fracaso del neoconservadorismo de los Estados Unidos -convertido en política- que se había expresado en ideas como la de imponer la democracia y así garantizar su seguridad, ideas que le condujeron a la segunda guerra de Irak.
Por otra parte China se consolida en el área del Pacífico gracias a su crecimiento económico y desarrollo tecnológico y Rusia, basada en sus recursos energéticos, procura un avance geopolítico que trata de consolidar su espacio, ahora sin el componente ideológico que alimentó la guerra fría.
Antes de continuar debe recordarse que este Foro tiene una estructura muy flexible, sin burocracias, y que está acompañado de una gran reunión de los empresarios de la región. Como su nombre lo indica sus objetivos son principalmente económicos pero, lógicamente, no debemos obviar su significado político.
La Declaración final consta de ocho páginas (se adjunta copia), contiene escasas medidas concretas y se estructura en torno a cuatro grandes temas: los desafíos económicos regionales, la dimensión social de la globalización, el fortalecimiento de la seguridad humana en la región y el cambio climático, seguridad de energía y desarrollo limpio.
Así, los líderes acordaron:
1º Apoyar las medidas propuestas por el G20 para enfrentar la crisis;
2º Hacer todos los esfuerzos posibles para evitar la recesión mundial;
3º Se comprometieron a no imponer medidas proteccionistas por 12 meses;
4º Afirmar su voluntad de crear un área de libre comercio que abarcará la región Asia-Pacífico, en concordancia con las metas de Bogor; y
5º Reformar el sistema financiero internacional, incluidas las estructuras del FMI y el BM.
La idea base es que se saldrá de esta crisis con mayor apertura de mercados, con más libre comercio y con la recuperación de la confianza.
El Presidente Alan García, al evaluar la Cumbre, expresó: “Vamos a evitar la recesión que amenaza al mundo impulsando cada uno de nosotros el gasto fiscal de manera contracíclica en la infraestructura, en la ayuda social y el apoyo a los servicios básicos de la población”.
“Vamos a ganar la crisis unidos y los pueblos, los gobiernos y las empresas del mundo vamos a recapitalizar y fortalecer las instituciones financieras", añadió el anfitrión de la Cumbre.
Uno de los puntos de mayor interés fueron las exposiciones de los jefes de Estado o de Gobierno en las sesiones de la APEC CEO Summit que congregó a más de mil empresarios de primer nivel.
Allí los mensajes directos o indirectos estuvieron a la orden del día. Uno de los más aplaudidos fue el Presidente de México, Felipe Calderón, que advirtió a la futura administración Obama, “revisar el NAFTA es una mala idea porque el propósito de renegociarlo no busca que haya más comercio. Quienes lo quieren no se dan cuenta de que la restricción puede crear más problemas de los que más preocupan a los EE.UU.”
A su turno, el Presidente de los EE.UU., George W. Bush, defendió la liberación comercial, pero también para enfrentar una crisis que aparece cada día más severa y universal.
Bush también destacó la necesidad de luchar contra el proteccionismo y de impulsar la Ronda de Doha y rompió una lanza para que el nuevo Congreso de su país apruebe el TLC con Colombia.
El Presidente chino, Hu Jintao, utilizó el Foro como una plataforma para destacar la importancia que su país da a América Latina realizando una gira por Costa Rica, Cuba y el propio Perú en dónde anunció la suscripción de un TLC con este país.
A su vez, el Presidente ruso, Dimitri Medvedev, efectuó una gira por Venezuela, Cuba, Brasil y Perú.
Dos maneras, en que dos potencias, “muerden” espacios tradicionalmente reconocidos como áreas de influencia norteamericana.
Para Perú la reunión fue un notable éxito por su organización perfecta, por la asistencia de todos los líderes sin excepción y por la cantidad de visitas bilaterales que en otro momento hubiera sido muy difícil concretar (China, Corea del Sur, Singapur, Thailandia, Japón y Rusia). Para el gobierno peruano, embarcado en una política de apertura comercial, no fue poca cosa obtener la suscripción de un TLC con China, el compromiso de realizar avances con Corea y el anuncio de que Japón iniciará negociaciones en el mismo sentido.
Perú logró poner su papel estratégico en evidencia, se ofreció como lugar seguro para las inversiones provenientes de la región y destacó el papel de sus puertos como nexos entre América del Sur y el Pacífico.
Perú obtuvo también la ampliación del P4 (Burnei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur) con Australia, EE.UU. y Perú conformando el P7, grupo que tiene por objeto afianzar y acelerar los vínculos comerciales entre sus miembros.
Como conclusión final podemos decir que esta XVI Cumbre vino a reforzar la mejor gobernanza en el mundo de las finanzas y su responsabilidad social, constituyendo un positivo corolario a la última reunión del G20 en Washington y un impulso a la finalización de la Ronda de Doha. Esperemos que su decisión de no tomar medidas proteccionistas por doce meses cunda y permanezca.
Al Uruguay, como a las demás naciones atlánticas, le queda el desafío de mantener y acrecentar sus vínculos políticos y comerciales con esta gran región del Asia-Pacífico. Debe destacarse que con el fin de asumir esa ineludible tarea el país tiene establecidas embajadas en Japón, China, Malasia, Corea y Australia.
La próxima cita de la APEC será en Singapur el año que viene.
*Profesor de Política Exterior de Uruguay en la Universidad ORT.
Diplomático de carrera y actual Embajador de Uruguay en Perú.
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