Elecciones en Paraguay

Autores

  • Lic. Pablo Brum

Resumo

Uno de los países menos discutidos del continente tiene sus elecciones el próximo veinte de abril. Dados los enormes desafíos políticos y económicos que enfrenta desde hace décadas, estas elecciones son una excelente oportunidad para que Paraguay comience un proceso de crecimiento sostenido.

El país guaraní ha tenido un desarrollo político altamente deficitario durante el siglo XX. El personaje que domina el panorama del siglo es Alfredo Stroessner, General que gobernó con mano de hierro entre 1954 y 1989. Una dictadura unipersonal de semejante longitud, conocida en América Latina solamente en Cuba, Nicaragua y República Dominicana, le legó al país una cultura democrática débil, cuando no golpeada o ignorada.

Prueba de ello es que durante la década pasada, período en el que se afianzaron notablemente las democracias en países latinoamericanos como Chile, Uruguay, Brasil y tantos otros, Paraguay conoció solo breves intervalos democráticos. Los pocos que hubo siempre fueron amenazados por intentos de golpes de Estado, estados de sitio y, en general, coyunturas políticas irregulares.

Un problema aún mayor es la economía, que languidece en contraste con la prosperidad que el país conoció en el siglo XIX. El desempleo llega hoy a un 16%, y la mejor manera de salir del estancamiento económico un proceso de liberalización económica razonablemente orientado- permanece lejana. Según el Index of Economic Freedom de la Heritage Foundation y el Wall Street Journal, Paraguay tiene una economía 60,5% libre, lo cual lo ubica en el puesto 77. En contraste, Uruguay obtiene un 68,1%, lo cual lo deja en el puesto 40. 

Entre los principales problemas de la economía paraguaya se encuentra la vigencia de una legislación hostil al espíritu empresarial (por su regulación excesiva del mercado laboral), la falta de acceso al comercio mundial por la intransigencia del MERCOSUR y la inexistencia de un Estado de derecho completo que garantice los derechos de propiedad. Sin embargo, el mayor mal por el que se conoce al Paraguay es la corrupción, problema que, de hecho, se encuentra fuera de control. 

Ante una situación de semejante gravedad, las propuestas que ofrece en esta elección el mundo de la política no son muy alentadoras.

El candidato que más ha llamado la atención ante la población y en los medios es Fernando Lugo, un obispo que renunció a su cargo para lanzarse de lleno a la política. Naturalmente, Lugo proviene de la vieja Teología de la liberación, que no era más que un invento únicamente latinoamericano: una suerte de fusión del discurso comunista con determinada lectura del cristianismo que, en su momento, tuvo como uno de sus protagonistas al Obispo de Olinda y Recife, Don Helder Cámara. Esa reinterpretación del cristianismo como un discurso revolucionario anticapitalista fue muy popular durante la Guerra Fría.

Aunque últimamente desapareció de las universidades y los mitines sindicales, la Teología de liberación tiene un natural en Hugo Chávez, quien se proyecta como el padrino de Lugo. Si éste ganase, no resultaría sorprendente que Paraguay se encaminase a ser el más reciente satélite de Venezuela, después de Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, por momentos, el gobierno de Argentina.

Un segundo candidato que plantea fuertes dudas es Lino Oviedo el protagonista de buena parte del caos de la década pasada que se mencionó previamente. El hecho de que se postule como el candidato de la ética y la reforma moral del Estado sólo hace más llamativa su audacia. Basta con recordar que Oviedo desafió a la democracia paraguaya en uno de sus mejores momentos del siglo, y que se manifiesta seguidor de Juan Perón como gran ejemplo político.

Quizá quien se presenta como mayor oposición a Lugo es la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar. Más allá de la obligatoria mención de que se trata de la primera mujer candidata a la Presidencia , Ovelar destaca precisamente por ser un producto de su partido. Aunque fue Ministra de Educación en el gobierno anterior, no es una persona de notoria trayectoria nacional con perfil de candidata presidencial. Vale la pena recordar que este partido ha gobernado a Paraguay durante extensos períodos de su historia, en ocasiones con rasgos autoritarios y que constituye una máquina política más grande que un simple partido. Durante el período 1947-1962 se constituyó en el único legal, mientras que durante la era Stroessner funcionó como apoyo del régimen dictatorial.

La misión de Ovelar es vencer a Lugo a cualquier precio, lo que fue indicado con guiños por el actual presidente, Nicanor Duarte, en desafortunadas declaraciones a la prensa. El candidato restante, Pedro Fadul de trasfondo empresarial- tiene un porcentaje en las encuestas demasiado bajo para disputar el primer lugar.

Es realmente aventurado considerar que alguno de los candidatos recién reseñados pueda proveer soluciones desde el Estado que solucionen los problemas de económicos, sociales y políticos que tiene su país. El hecho aislado de que se organicen elecciones libes y que éstas pasen de ser esporádicas a ser regulares es de, por si, un elemento positivo. Una transición ordenada del poder, elemento básico de la democracia, ayudaría a Paraguay a solidificar esa forma de gobierno. Más allá de ese hecho procedimental, resultan particularmente llamativas las formas de concebir la política por parte de los principales candidatos: sus discursos, sus promesas, sus perfiles parecen constituir un síntoma más del preocupante retorno del discurso populista a la región.
 

Lic. en Estudios Internacionales. 
Universidad ORT - Uruguay

Publicado

2008-04-17

Edição

Seção

Política internacional