El caso Société Générale: ¿un “conventillo” versión siglo XXI?

Autores

  • Javier Sanchez-Prandi

Resumo

HEC – Francia


Hace ya varios días, la noticia de la pérdida de € 4.900 millones por la Société Générale sacudió al mundo financiero. Mas allá de de la dimensión del evento y de sus efectos en Francia  y sus  impactos en las bolsas europeas,  lo que llama la atención es la forma en que la información fue difundida. : todo giraba en torno a un único gran culpable, Jérôme Kerviel. Este joven trader, cuya foto circulaba por todos lados pocas horas después del sismo, apareció como un genio perverso, como un criminal de esos que inspiran una admiración incómoda por sus aires de omnipotencia. “El hombre que hizo perder € 4 900 millones a la Société Générale”, como tituló la primera plana del diario francés “Le Figaro” del 25 de enero,  era el nuevo “fetiche” de toda la prensa. 

Y es que el misterio que todavía buscan descifrar las múltiples investigaciones (las de la justicia por un lado, y las que se realizan a nivel interno en la Société Générale) gira en torno a una simple personalidad que flota en un hervidero de rumores y acusaciones cruzadas. Por su parte, la prensa se apasiona ante la persona Kerviel: ¿genio perverso o protagonista de un mero conventillo mediático que vale miles de millones? 

La tesis de un supuesto genio que hubiera burlado todo el sistema no convence. El dispositivo de control de uno de los bancos mas poderosos del Francia y del mundo sigue  siendo uno de los más sofisticados del medio y es difícil creer que una sola persona haya podido ocultar tal posición. Esto funda las sospechas de complicidad con el back y middle office (instancias de control del front office en el que trabajan los traders). Paralelamente, podría haber habido mas de una ligereza de parte de las jerarquías de la Instituciòn. Esto es, precisamente, lo que alega Kerviel en su declaración; no deja de parecer sorprendente que, en diciembre de 2007, las mismas posiciones que el funcionario ya había tomado, eran ganadoras y de haber sido cerradas le habrían significado a la Société Générale una entrada de  1.400 millones de euros.

Si Kerviel concentra toda la atención en un escándalo que va mucho más allá de su individualidad, es que su caso presenta un objeto de prensa de última generación. Nos muestra que lejos de ser anodinos, los conventillos pueden valer miles de millones de euros en el mundo de la finanza actual. ¡Y qué mejor que un joven trader, uno de esos “golden boys” a la vanguardia de la globalización, como antihéroe de la historia… ¡ Es por este motivo que Kerviel apasiona. Porque más allá del escándalo financiero en sí, estamos frente a la nueva modalidad de contacto con la opinión pública. 

¿Que fulano no le querría dar una sorpresa al jefe o imponer su performance en el mundo vertiginoso de la finanza mundial? Pero para esto, era indispensable la complicidad inocente de los colegas, forjada durante las conversaciones de pasillo, que permitiesen dejar de lado esos escrúpulos requeridos por las cuestiones de dinero cuando se manipulan los ahorros de miles de clientes que nada tienen que ver con este conventillo… El problema fue que el tiro salió por la culata, y se enteró todo el barrio. En pocas horas Jérôme perdió todos sus amigos en Facebook, la nueva “herramienta social” del ciberespacio, pero se ganó el rol central de la nueva saga… 

¿Laxismo en el vecindario?

No es por arbitrariedad que decimos que no hay un genio perverso. Lo que hay es una falta de rigor en los controles que se reveló fatal. Y es que los mercados bursátiles Liffe (London International Financial Futures and options Exchange) y Eurexchange (base en Francfort), habían notado las operaciones especulativas de la Société Générale durante controles de rutina. En noviembre, Eurex había tomado contacto con el banco para un pedido de información a propósito de dichas operaciones. Este último se justificó alegando que las posiciones estaban cubiertas por “warrants” (opciones de compra, similares a las “call options”). Esta justificación era propuesta, del otro lado de la comunicación por… nuestro antihéroe Jérôme, por supuesto. Cuando Eurex identifica irregularidades, las comunica a la autoridad local competente, que eventualmente las transmite a las autoridades extranjeras (aquí, hubiera sido la ”Autorité des Marchés Financiers” (AMF)) pero en este caso no fue así, ya que no se consideró que se tratara de una infracción. 

La anomalía estuvo por descubrirse a otra instancia, a través de la sociedad Fimat. Esta compañía es una filial del grupo Société Générale que oficia como corredor de bolsa. Kerviel había efectuado algunas de sus operaciones a través de Fimat, que al constatar los montos inhabituales de las comisiones ganadas por uno de sus operadores, había comenzado una investigación interna en el mes de setiembre. Al explotar el escándalo, dicha investigación seguía en curso.

Varias interrogantes quedan sin responder, pero una de las verdades que parece surgir de este culebrón es que el rigor no estuvo a la orden del día. La gravedad del caso está en que éste parece ser una condición indispensable para que el mundo financiero mantenga algún contacto confiable con la realidad.

Publicado

2008-02-28

Edição

Seção

Política internacional