ARGENTINA: VICTORIOSOS Y VENCIDOS

Autores

  • Marcos Rodríguez Schiavone

Resumo

Unas imágenes sugerentes de los resultados de las elecciones legislativas en Argentina fueron las transmitidas desde el “bunker” del oficialista Frente por la Victoria tras conocerse los resultados oficiales. Por un lado un exultante Amado Boudou (inexplicable presidente en funciones) arengando a los militantes que se habían acercado al local y que respondían con cánticos de fútbol (¿?). Por el otro, todo el gabinete “K” y varios dirigentes afines, colocados cual muñecos de trapo en el escenario y que pasaban mirando al suelo, un poco porque sus nombres estaban colocados allí para saber qué posición ocupar de cara al público y las cámaras (no fuese cosa que, por ejemplo, el piquetero antisemita Luis D’Elía apareciera en un primer plano), otro poco por haber sido derrotados en varias batallas particulares.

Y es que, como adelantábamos en el artículo anterior, se dio lo esperado: el kirchnerismo pierde de forma contundente en los principales distritos (CABA, Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fé y Mendoza), pero no obstante logra mantener por los pelos la mayoría en ambas cámaras.

Volviendo al escenario del reconocimiento de la derrota/victoria, se palpaba también un aire de inquietud. La ausencia de Cristina Fernández resaltaba las diferencias entre los distintos grupos políticos o sociales que conforman al “movimiento” y los protagonistas se saludaban incómodamente como quien se encuentra a un conocido después de varios años.

Quien tenía la cara más larga era sin duda el gobernador de Buenos Aires Provincia, Daniel Scioli. Éste estuvo, hasta el último día posible, analizando si volvía a reintegrarse el armado político del oficialismo (donde no es muy querido) o si se unía a Sergio Massa, el hijo pródigo y principal triunfador de la noche. Apostó mal y, por más que se siga manejando su nombre como presidenciable “continuador”, no queda muy claro cómo ni con qué aparato llegaría a serlo. Tampoco queda claro dónde entraría “la Cámpora” o los movimientos sociales transversales en la candidatura del mismo o de algún otro gobernador del interior (Uribarri o Capitanich), más afectos a la política clásica.

El triunfo en provincia y (sobre todo) en el conurbano bonaerense, deja posicionado a Massa como otra pieza clave de las próximas presidenciales. Su triunfo por 12 puntos fue mayor al esperado y no sería raro que, en los próximos meses, fuese sumando a su bando a muchos dirigentes hoy aliados con el gobierno si ven que el barco no se apresura en conseguir un capitán decente que pueda esquivar al iceberg. Su ascenso, sin embargo, ha sido sospechosamente repentino, y todos sabemos que en política muchas veces quien se precipita, se precipita.

En cuanto al peronismo de derechas, ya puede ir descartándose una nueva carrera presidencial del cordobés De la Sota. Si bien ganó en su provincia, la ventaja de su lista fue ridículamente absurda en cuanto a lo que se esperaba y sólo logró poco más que un 26% de los votos, muy por debajo de su performance en las elecciones primarias.

El único político que se “la jugó” y anunció su candidatura a presidente fue el porteño Mauricio Macri. Y lo hizo muy en su estilo. De escenario una centena de jóvenes con camisetas multicolores, luces de discoteca y música de los 90s de fondo. Al llegar el líder, todos se cambiaron en una lluvia de confeti por remeras amarillas de “Mauricio Presidente”. Sólo faltaron los globos, la piñata y tal vez los payasos. En pantalla gigante pudo verse el saludo de los distintos dirigentes macristas del interior, siendo el más importante de ellos el humorista santafecino Miguel del Sel, quien le propinara otra derrota al kirchnerismo obteniendo el segundo puesto en su provincia.

El gran déficit de Macri para ser un presidenciable con verdaderas posibilidades es que su apoyo en Buenos Aires Provincia se interpone con el de Massa, a quien le “prestó” algunos de sus seguidores. El panorama, por lo tanto, no es nada claro.

Otra incógnita a dilucidar a futuro será si la centro-izquierda no peronista logrará forjar una alianza seria como para disputar la presidencia. Hermes Binner arrasa en Santa Fé; Cobos hace lo suyo en Mendoza; la UCR sorprende en Córdoba y Carrió logra un muy buen resultado en la CABA. Hay muchos caciques y pocos indios, y siempre existe el miedo latente a volver a repetir el fracaso de la Alianza.

La gran sorpresa de la noche: los buenos resultados de la izquierda ortodoxa, por siempre postergada, primero por la represión, luego por el ala peronista izquierdista (más aún con el discurso kirchnerista), que logra una muy buena votación en el norte e incluso consigue introducir algunos diputados al parlamento. Hasta se puede avizorar una suerte de corriente indigenista en el extremo norte.

Concluyendo: ¿Fin de ciclo kirchnerista? No por el momento, pero muy probablemente sí en los próximos dos años. Dos años que nos deparan un derrotero de incógnitas: ¿Cuál es el estado de salud de la presidente? ¿A quién recurrirá el aparato oficialista peronista actual ante su futura orfandad? ¿Qué harán la Cámpora y los movimientos transversales de izquierda? ¿Cómo pretenden ser candidatos tanto Macri como Massa y no “eliminarse” entre ellos? Lo único que podemos decir con certeza es que, si aún existía alguna idea re reeleccionista por parte de Cristina Fernández, la misma ha sido herida de muerte. Un arduo trabajo le esperará a su sucesor tras una década de populismo salvaje, si es que pretende reconstruir un marco de verdadera institucionalidad republicana.
 

Sobre el autor

Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales

FACS-ORT-Uruguay

Publicado

2013-11-07

Edição

Seção

Política internacional