LAS GUERRAS DE LOS POBRES - Parte III

Autores

  • Pablo Brum

Resumo

La entrega anterior de esta serie introdujo el concepto de insurgencia al debate sobre los conflictos armados. Al ser uno de los más abarcadores, “insurgencia” contiene dentro de sí otros varios. Generalmente los más interesantes para considerar son los métodos operativos o tácticos de los que se vale cada grupo insurgente para llevar a cabo su levantamiento. En esta serie se tratarán dos en particular: la guerrilla y el terrorismo. Esta entrega trata del primero de estos.

“Guerrilla” tiene el honor de ser una palabra única del idioma español que se ha universalizado y rara vez traducido. El significado es evidente para cualquiera que hable el idioma: una pequeña guerra. Cuando se habla de “guerra de guerrillas”, se hace referencia a una forma de combatir diferente de la guerra tradicional.

El caso emblemático de la guerra de guerrillas original es muy útil para entender el concepto: la guerra entre Francia y España desatada a partir de la invasión de la segunda por la primera en 1808. Los bandos fueron, de forma simplificada, cuatro. El primero fue el ejército invasor francés. El segundo fue el ejército defensor español. El tercero, que apareció años después de la invasión, fue el ejército británico, que acudió en socorro de España y Portugal contra Francia.

El lector notará que todos estos eran ejércitos. En la práctica, eran fuerzas virtualmente idénticas: jerárquicas, uniformadas, disciplinadas y concebidas para una guerra de infantería, caballería y artillería a gran escala.

Existió sin embargo un cuarto participante de la guerra que no fue un ejército: se trata de la guerrilla (o las guerrillas, según el uso que se dé al término) española. Los guerrilleros españoles fueron grupos de personas –hombres y mujeres, adultos y a veces niños- que se formaron en diversas localidades peninsulares para atacar la retaguardia de las fuerzas francesas de ocupación. Al no tener artillería, caballería, cantidades de tropas, entrenamiento militar, uniformes, generales o doctrinas de guerra, los guerrilleros atacaron siempre por la retaguardia, por los flancos, por las noches, o en general en los puntos débiles del enemigo.

La guerra de guerrillas fue una pesadilla para Francia, que terminó perdiendo estruendosamente el conflicto peninsular. Para cuando en 1812 las fuerzas británicas barrieron a las francesas de la península e incluso invadieron la propia Francia, hacía mucho que la guerrilla española hostigaba al invasor. Habían resistido durante años al ejército más formidable del mundo, y gracias a ello pudieron restaurar la soberanía española sobre su territorio.

Desde entonces, “guerra de guerrillas” se ha utilizado para definir muchas formas de conflicto, pero la esencia es la misma: es la guerra del débil contra el fuerte, del pobre contra el rico, de los pocos contra los muchos. El guerrillero parece estar en todos lados cuando actúa, pero en ningún lado cuando se lo busca. En una población dada, cualquiera puede ser guerrillero o colaborador con las células de la guerrilla. Con apenas algunas armas de fuego, un plan y un poco de audacia pueden comenzarse las operaciones guerrilleras.

La guerra de guerrillas se ha practicado sin interrupciones en todos los continentes y en todas las épocas. La utilizaron los indígenas de toda América para resistir la colonización europea, los movimientos de resistencia europea contra Alemania y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, los árabes que buscaron la independencia respecto al Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, los revolucionarios que buscaron la independencia de países como Argelia o Viet Nam, y muchos más.

Es importante notar que, al ser una táctica, la guerra de guerrillas no tiene inherentemente un valor positivo o negativo. Ese juicio de valor debe hacerse más bien sobre la causa que defiende (o agrede) cada guerrilla, o sobre la táctica del terrorismo que se verá en la próxima entrega. Además, la guerra de guerrillas no siempre tiene propósitos políticos.

Naturalmente que todas las guerras son en un sentido políticas porque procuran redefinir el reparto del poder – y eso mismo es la definición de política. Sin embargo, muchas veces la guerra de guerrillas es simplemente un anexo o un complemento a una campaña militar de mayor escala. Ese es el caso de las resistencias europeas durante la guerra mencionada anteriormente, del hostigamiento de la guerrilla española original, o de quienes resistieron a la invasión soviética de Afganistán. En otras palabras: la respuesta guerrillera es con mucha frecuencia un instinto, una necesidad, un acto de rechazo al invasor. Si no existiera este último, no habría guerrilla.

Aclarado esto, no deja de ser cierto que en muchos casos el guerrillero no solamente se opone a un invasor u opresor. La eliminación de este último es solamente la mitad de la causa: el reemplazo por otra es el objetivo final. Esta variante de guerrillero, mucho más política, es la que se vincula claramente con el planteo revolucionario de la insurgencia.

El método guerrillero se encuentra presente en prácticamente todas las grandes campañas revolucionarias. Es por esto que los autores más conocidos de doctrinas al respecto son revolucionarios de clarísima ideología como Mao Zedong o Ernesto “Che” Guevara. Tal como la definen ellos, la guerrilla es la táctica de la que se vale el revolucionario para degradar las capacidades del estado enemigo. Con un hostigamiento suficientemente creciente, combinado con un sofisticado desarrollo político como alternativa para la población, es que suelen concebir los revolucionarios el triunfo.

Guevara merece una mención aparte por su doctrina del “foco”. El argentino pensó que el aspecto que Mao tanto enfatizaba respecto al desarrollo político al compás de la guerrilla –un partido, una escuela de cuadros políticos, publicaciones, discursos, reuniones y más- podían obviarse si en vez de ello el énfasis estaba en crear “focos” guerrilleros a lo largo del territorio enemigo. Cada foco, dedicado inmediatamente a la guerra de guerrillas, debilitaría al enemigo y mostraría a la población del lugar que era posible derribar al Estado. Así avanzaría la revolución en la visión guevarista.

La guerra de guerrillas se diferencia de la próxima táctica a discutir, el terrorismo, en base a quiénes ataca. Basta retornar al ejemplo original: los guerrilleros españoles no se plantearon viajar clandestinamente a París a detonar barriles de pólvora en las calles, o matar salvajemente a civiles franceses dondequiera que estuvieran. En vez de eso atacaron a su enemigo: el ejército francés en España – uniformado, identificado claramente y enemigo de pleno derecho.

Al día de hoy, es común que las fronteras entre la guerrilla y el terrorismo se borren considerablemente. En el conflicto en Siria, ¿son todos los rebeldes guerrilleros? ¿O terroristas? ¿O ambas cosas? Basta que un guerrillero cometa un acto terrorista para que se le pueda calificar como lo segundo. Mientras más decadente el clima político y moral, más probable es que las partes apelen al terrorismo (los Estados incluidos).

El terrorismo es el próximo pilar conceptual a desarrollar. Una vez considerado, y observado su contraste con la guerra de guerrillas, se podrá culminar esta breve serie con una visión global de los conflictos no convencionales y su impacto en la seguridad internacional contemporánea.


Sobre el autor

Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad ORT-Uruguay y tiene una maestría en Seguridad Internacional en la Universidad de Georgetown – Estados Unidos.

Publicado

2013-10-10

Edição

Seção

Enfoques