TIEMPOS DE DEFINICIÓN PARA UCRANIA

Autores

  • Diego Telias

Resumo

El gobierno de Ucrania se encuentra ante la disyuntiva de elegir entre un nuevo y marcado acercamiento a la Unión Europea o continuar alimentando su tradicional cercanía geográfica y cultural con Rusia. Ante esta disyuntiva, Ucrania se benefició especulando con “el camino del medio” pero las presiones, de ambos lados por cierto, comienzan a ser cada vez más grandes. El presidente del país, Victor Yanukovich, parece decidido a enfilarse hacia Europa. Pero, para lograr esa operación, para construir una buena relación con Bruselas deberá solucionar el caso de la ex primer ministra Yulia Timoshenko, que se encuentra en prisión. También Ucrania tendrá que lidiar con las seguras represalias de Rusia, ya que el presidente Vladimir Putin quiere mantener a Kiev bajo su órbita política a cualquier precio.

Unión Europea: la opción más democrática

Si bien desde Kiev se busca obtener acuerdos tanto con Rusia como con Europa, el Ministro de Relaciones Exteriores, Leonid Kozhara, afirmó meses atrás que la integración como miembro de la Unión Europea es “la base de su política exterior”. Ucrania tiene como objetivo ser un país independiente próximo al sistema europeo, sin relegar soberanía alguna ante Rusia. Por su ubicación geográfica, los ucranianos quieren y pueden mostrarse atractivos a la inversión extranjera europea. Para ello es clave la firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión. Aunque Europa, en este momento, no esté muy dispuesta a fomentar “ampliaciones” que suelen ser costosas, el próximo noviembre en la reunión del Consejo podría firmarse un tratado de comercio con Ucrania. Este es un año clave para la relación entre ambos ya que, en 2014, habrá elecciones en el Parlamento Europeo y, un año después, serán las presidenciales en Ucrania.

Para lograr mejorar las relaciones con Bruselas y lograr una futura adhesión, Ucrania está cumpliendo con un ambicioso plan que incluye cambios en el sistema judicial, lucha contra la corrupción, reformas económicas y modificaciones en la legislación electoral. Sin embargo, el punto clave a superar es el trato que se le ha dado y se le da a Yulia Timoshenko. La ex primer ministra fue arrestada el 5 de agosto de 2011 y llevada a una prisión preventiva antes de ser sentenciada. Esta situación le generó problemas de imagen a Ucrania en el ámbito internacional y reclamos para su liberación por parte de Catherine Ashton y Hillary Clinton, entre muchos otros. En su momento Bélgica, Francia y Reino Unido amenazaron con boicotear eventos deportivos y cumbres que se realizasen en territorio ucraniano. Timoshenko, considerada una rival de Rusia por sus políticas pro occidentales, ya había sufrido procesos legales en su contra pero todos fueron cerrados luego de las elecciones de 2004.

Destrabar el acercamiento

En octubre de 2011 Timoshenko fue hallada culpable por extralimitarse en sus funciones en la firma de un acuerdo de importación de gas con Rusia que, según fuentes ucranianas, le provocó pérdidas al país por más de 200 millones de dólares. La ex mandataria fue culpada por abuso de poder y por establecer contratos altamente onerosos para Kiev. Por ello fue condenada a 7 años en una prisión en Jarkov. Hasta el momento, la mayor parte del tiempo Timoshenko estuvo en un hospital, en donde se la trata por un problema en su columna. Su persecución no finaliza allí, también fue acusada de complicidad en un asesinato por encargo hace más de diez años. Por último, se le implicó en una causa penal por haberle supuestamente endosado al Estado una deuda que su corporación había contraído con el Ministerio de Defensa de Rusia. Las condiciones de su encarcelamiento fueron polémicas porque se acusó a la Policía de malos tratos, aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, situado en Estrasburgo, negó esa acusación.

Más allá de los posibles errores que Timoshenko pueda haber cometido durante su estadía en el poder, el gobierno buscó eliminarla de la vida política para que no se presente a futuras elecciones y que el partido del presidente Victor Yanukovich tenga, en el futuro, la vía libre para perpetuarse en el poder con relativa tranquilidad.

Aunque es evidente que lo único angelical de Timoshenko es su figura, se puede sospechar con alguna base sólida que los distintos procesos mencionados fueron, esencialmente, un conjunto de ajustes de cuentas y una venganza política. La figura de Timoshenko es muy controversial, genera admiración y odio tanto dentro como fuera de fronteras, pero la oposición a la Unión Aduanera rusa le trajo claramente muchos enemigos del otro lado de la frontera. Es bueno recordar que en las elecciones de enero del 2010 el presidente Yanukovich superó en las urnas a Timoshenko con un 49% frente a 45%. Si bien al principio ella se negó a reconocer su derrota electoral, al tiempo retiró la impugnación ante los tribunales. Cabe destacar que los observadores internacionales valoraron positivamente las condiciones en las que se realizaron los comicios.

Para destrabar la situación con la Unión Europea, el requisito es sencillo: Ucrania debería aceptar la demanda del Tribunal de Estrasburgo y excarcelar a Timoshenko. En las últimas semanas, se anunció la posibilidad de dejarla en libertad. Buscando un camino intermedio, el gobierno ya comenzó con la liberación de algunos funcionarios del gobierno Tomoshenko, el ministro del Interior Lutsenko y el de Medio Ambiente Filipchuk, acusados de mal uso de fondos públicos. Con estas decisiones se intenta tender puentes con Bruselas. Una opción posible es dejar que Timoshenko se vaya a Alemania para tratar sus problemas de salud, lo que satisface al oficialismo, que no quiere su retorno a la política y que busca una fórmula para evitar su postulación a las elecciones de 2015.

Las represalias de Rusia

Las consecuencias para Ucrania de concretar el acercamiento con Europa se resumen en una expresión: “la reacción de Rusia”. Moscú considera “incompatible” que Kiev tenga relaciones económicas fluidas con ambos bloques y, si bien niega haber emprendido una guerra comercial, es claro que intenta evitar el avance de Kiev hacia Occidente y un posible tratado de asociación con la Europa. Las represalias se pueden observar principalmente en el comercio, a través de suspensiones de permisos, bloqueos y trabas a los transportes que llevan mercancías hacia territorio ruso. El objetivo de Putin es llevar a Ucrania hacia “su” Unión Aduanera, junto a Bielorrusia y Kazajstán, en la cual el gobierno de Kiev ya tiene rango de observador con una participación que incluye voz pero no voto. La Unión Aduanera es el mayor socio comercial de Ucrania, representando más del 50% del intercambio comercial.

Según Putin este proyecto es la única forma de que Ucrania sea competitiva, ya que Rusia es su socio principal. Seguramente Moscú continúe presionando a Yanukovich de aquí a noviembre. Lo que tiene para ofrecer Rusia es una integración económica y, sobretodo, un suministro más barato del gas por lo que Putin intenta poner a Ucrania entre la espada y la pared, obligándolos a elegir entre ellos o Europa.

Hace algunos meses el mandatario ruso viajó a Ucrania predicando la idea de “un solo pueblo”. Apeló a la unidad cultural y religiosa con Ucrania y Bielorrusia para la conformación de un espacio común. Durante su viaje del mes de julio, aprovechando el 1025 aniversario de la cristianización de Rusia tras la conversión del príncipe Vladimir de Kiev, se entrevistó con el presidente Viktor Yanukovich pero sin lograr mayores resultados. Los intentos de mantener a Ucrania bajo su órbita traspasaron las líneas estatales e incluyeron también el espacio religioso. La Iglesia cristiana ortodoxa es una de las entidades más ricas de Rusia, con un papel privilegiado en la sociedad actual. Tras recuperar parte de su antiguo espacio ideológico ante el vacío dejado por los comunistas, el Patriarca Kiril, afín a Putin, busca colaborar en la construcción del liderazgo del espacio postsoviético que, por supuesto, incluye a Ucrania.

Arquitectos de su propio futuro

La situación política de los últimos años en Ucrania ha estado marcada por la inestabilidad, el autoritarismo y la corrupción. En 2004 se formó un movimiento popular que se manifestó fuertemente contra el fraude electoral. La denominada “Revolución Naranja” generó protestas masivas ante las irregularidades en el recuento de votos, situación que, en aquel entonces, derivó en la realización de una tercera cita electoral. Luego de esos comicios, Lulia Timoshenko asumió como primer ministra en el gobierno de Yushenko pero, al tiempo, dejó el cargo por discrepancias. Retornó al cargo nuevamente en setiembre de 2007 hasta abril de 2010 cuando Yanukovich venció en las presidenciales.

En las últimas elecciones legislativas de octubre de 2012, Timoshenko tuvo que votar en la cárcel. En dichos comicios se impuso el Partido de las Regiones del presidente ucraniano Yanukovich, contando con el apoyo de sus aliados comunistas. El partido Batkivshina, que reúne a los seguidores de Timoshenko, se ubicó en segundo lugar. Además de estas dos grandes fuerzas políticas, lograron buenos resultados la agrupación del campeón mundial de boxeo Kiltscho (14%), el Partido Comunista (12%) y la extrema derecha Svoboda (12%). Si bien hubo acusaciones por abuso de recursos gubernamentales, el resultado reforzó al oficialismo para las presidenciales de 2015.

El gobierno de Yanukovich, en un principio cercano y colaborador de Rusia, se valió del “camino del medio” en política exterior, manteniendo buenas relaciones tanto con Moscú como con Bruselas. Sin embargo José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, le dejó claro a Yanukovich que el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea era incompatible con el proyecto de asociación ruso. En ello la UE no se presenta mucho más liberal que Putin. Rusia, que quiere oficiar de intermediario entre Asia Central y Ucrania, le teme al acercamiento de Ucrania con la Unión Europea, así como también al partido de Timoshenko, que planea revisar los acuerdos de venta de gas que se firmaron con precios ventajosos para Moscú.

Ucrania no quiere ser una “marioneta” de Rusia ni perder capacidad de decisión soberana. Este país de 46 millones de habitantes es paso obligado para llevar el gas y el petróleo a Europa, funcionando como eje entre dos zonas claves del mundo. Sin embargo, se encuentra acorralado al no querer desprenderse totalmente de Moscú, por la importancia de este país en su economía. A su vez, además de luchar contra la presión de Putin, Yanukovich deberá seguir adelante con sus cambios económicos y democráticos para poder cumplir los requisitos de Bruselas. Ucrania aún está muy lejos de la Unión Europea, principalmente por los valores democráticos. Deberá en el corto plazo tomar decisiones claves para acercarse a Europa como la excarcelación de Timoshenko. Sin embargo los años que le lleve buscar la adhesión pueden ser muy costosos por la represalia rusa.

 

Sobre el autor

Licenciado en Estudios Internacionales
Universidad ORT - Uruguay.

Publicado

2013-09-26

Edição

Seção

Política internacional