Crisis europea, una visión desde otras orillas
Resumo
“Europa está pasando por un momento amargo. La gran bonanza que posibilitó la unión, está en declive desde finales del 2008 y principios del 2009. El modelo de integración regional mejor logrado de todos los tiempos es ahora puesto en duda, así como su moneda, el mismo símbolo de su éxito.
La realidad de una Europa desigual, con una moneda única pero existiendo como un conjunto heterogéneo de economías interrelacionadas, pone la integración sobre la mesa de análisis. ¿Es posible concebir una economía integrada que no responde a un sistema político integrado? ¿La moneda común es soberanía de qué entidad? Un cierto arrepentimiento callado se palpa en algunos sectores de la sociedad, los gobiernos no dan señas de abandonar el sueño de la integración mientras lidian con grupos sociales y políticos euro-escépticos y separatistas. Muchos jóvenes sin empleo pierden las esperanzas de participar en la bonanza que les permitieron sus padres, mientras el Banco Central Europeo trata de tomar el liderazgo y hacerse cargo de la situación.
Se identifica la crisis de la UE con una crisis de deuda soberana. Algunos países han sobrepasado los límites permitidos por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (SGP, sus siglas en inglés), esto es, el déficit presupuestario de un país no debe sobrepasar el 3% su PBI, así como su deuda no puede ser mayor al 60% del producto bruto.
Este pacto, el SGP, fue firmado por los 27 miembros de la UE y adoptado en 1997 como una manera de, a grandes rasgos, “asegurar” la estabilidad de la unión monetaria y evitar la inflación.
Se entiende que el comienzo de la crisis se dio cuando Grecia incumplió con el SGP. La deuda contraída por ese país se hacía cada vez más insostenible; el riesgo de cesación de pagos respondía a una serie de incautas políticas de gasto público, que hacía juego sólo con el pedido de préstamos por encima de sus posibilidades.
“La gran sacudida” se dio cuando el interés de los bonos de deuda pública, a diez años, de Italia, la tercera economía de la UE, superó el 7%. La deuda italiana alcanzaba el 120% de su producto bruto. Una declaración de default por parte de este país tendría catastróficas consecuencias en el euro y en la economía internacional.
No obstante, el incumplimiento del SGP ha sido el síntoma de la crisis mas no la causa. Análisis más recientes demuestran que la acumulación de deuda por parte de los sectores privados era insostenible y fue la primera pieza del efecto dominó.
¿Qué ocurrió? Comencemos por el euro. Cuando un país perteneciente a la UE cumple con los criterios de convergencia económica y se le considera apto para ingresar a la unión monetaria, adopta, una moneda con dos caras. Por un lado, adquiere una moneda fuerte a nivel internacional, muy posiblemente más fuerte que la moneda nacional acuñada anteriormente (como en el caso de Grecia o España, por ejemplo). Esta moneda fuerte no forma parte de la soberanía de una entidad política definida y quedaría exenta de controles políticos, sino que es el instrumento de cambio de una asociación de Estados. Si bien esto último incentivó grandemente la inversión, presenta un serio inconveniente, la segunda cara, no es una moneda sobre la que se tenga poder para devaluar ante un caso de balanza comercial deficitaria. El Estado que adopta el euro pierde el poder soberano sobre su moneda.
Sucedió entonces que el euro se apreció grandemente en el período que va desde el 2002 al 2008, en el que su valor aumentó en un 85%. Esto derivó, en los países afectados, en una pérdida de competitividad y finalmente en la creación de un modelo importador; modelo que era sustentado además por préstamos a bajas tasas de interés. Se generó así, en muchos casos, un estado de “bonanza”, un “boom”en el consumo y una burbuja económica en el mercado de inmuebles.
El endeudamiento del sector privado derivó luego en un estado de deuda-deflación. En el momento en que los gobiernos salieron a salvar a sus propios sectores privados, fue cuando la deuda pasó a ser soberana. Ya sea por el hecho de hacerse cargo de las deudas privadas, ya por el mismo efecto de la recesión, el ratio deuda PBI de los Estados afectados comenzó a crecer sistematicamente luego de la erupción de la crisis.
Un hecho que es necesario destacar es la desunión en las políticas fiscales, lo que refuerza aún más el problema de la no soberanía monetaria. Grandes divergencias se notaron en las “concepciones macroeconómicas”, esto es, mientras que Alemania temía por la salud de su economía y llevaba adelante (aún hoy lo hace) políticas económicas austeras, en España e Irlanda el optimismo impulsaba el gasto y el consumo.
La inexistencia de consenso se ha visto también a la hora de actuar, una vez que la burbuja estalló. La falta de un pronto acuerdo se hizo notar cuando, ante la toma de las primeras medidas, en vez de buscar políticas en común, los Estados optaron por actuar en el plano nacional.
La acumulación de deuda por parte de los sectores privados no fue contrarrestada por medidas presupuestales anti-cíclicas por parte de los Estados. Las autoridades monetarias tienen su cuota de responsabilidad en tanto que no llevaron adelante un control adecuado de los créditos que ofrecían los bancos. “Since bank credit is a more proximate cause of the bubbles and bombs, and since the monetary authorities can control bank credit, it can be argued that the responsibility of the European monetary authorities in development of unsustainable private debt levels is stronger then that of the national governments.” (1)
Con todo, es muy posible afirmar que uno de los mayores retos que debe afrontar Europa hoy es la desconfianza en sus sistemas financieros y políticos. Lo que muchos analistas temen es que se haya instalado el miedo a que las instituciones ya no sean capaces de afrontar sus responsabilidades como deben. Se hace imperativo combatir la irresponsable idea de que sin importar los resultados, sin importar que se gaste desmesuradamente y se acumule deuda, el Estado siempre saldrá al rescate. en una union monetaria y politica es razonable pensar en la existencia de “moral hazard”.
Otro de los problemas más urgentes es el desempleo. En toda la UE, según su oficina de estadística, cerca de 23 millones de personas se encuentran sin empleo.
Los jóvenes son los que más sufren por esta problemática. En Italia, por ejemplo, más de un cuarto de los jóvenes entre 16 y 24 años están desempleados. De unos 908.000 griegos sin empleo, 44% tienen entre 15 y 24 años de edad.
A pesar de que muchos de esos jóvenes cuentan con estudios terciarios, la falta de empleo para ellos hace que el pesimismo se sienta: en Europa se habla de una “generación perdida”. En el peor de los escenarios posible, se requieran cerca de 10 años para sobreponerse de esta generación perdida y volver a encausar la economía.
Actualmente existen dos pronósticos: el más oscuro plantea que tanto el euro como la UE se desplomarán en los siguientes años, el más alentador dice que para que siga funcionando se deberá retirar de la zona económica a los países “infectados”. Muchos analistas plantean que bajo ningún concepto se debe dejar caer a la UE, que ese hecho puede ser mucho más nefasto que cualquier crisis. En tal caso, como lo plantea Thomas Klau (director de la oficina en París del European Council on Foreign Relations) para la BBC: "Habría una cadena de bancarrotas, tendríamos un desempleo muy alto, países europeos entrarían en cesación de pago y los sistemas de bienestar tendrían tanta presión que el dinero para el desempleo, la salud o las pensiones no podría mantenerse". Asimismo, Klau remarca que: "no deja de ser importante recordar que la guerra en Yugoslavia empezó con la disolución de una unión monetaria. No digo que el colapso del euro llevaría a una guerra, pero sí que el nivel de tensiones sería mayor que cualquier cosa que hayamos visto desde la Guerra Fría, exceptuando Yugoslavia". (2)
El futuro de la UE como la conocimos hasta ahora es incierto, pero es de esperar que trate de mantenerse como tal. Sus fuerzas recaen ahora en mitigar los efectos de la burbuja mediante políticas austeras, incentivadas por el Banco Central Europeo, con el consejo de Alemania. La austeridad ha sido la cláusula de garantía entendida como necesaria para el “salvataje” económico, ya que miles de millones de euros han sido puestos en un fondo de ayuda. Se busca entonces eliminar las diferencias causadas por las distintas “concepciones macroeconómicas” y dispersar por toda la Unión una política monetaria unificada.
(1) De Grauwe, Paul. 2010. “The Financial Crisis and the Future of the Eurozone”.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/11/111109_crisis_europa_posteuro_tsb.shtml
*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
FACS, Universidad ORT Uruguay
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