FARC y el fin de los secuestros: un gesto amable desde la barbarie
Resumo
El grupo ha anunciado que hace abandono de la abominable práctica terrorista del secuestro extorsivo. Esto debe ser tomado con optimismo y como un signo esperanzador, pero también con una elevada dosis de escepticismo. Cautela es, sin duda, la mejor reacción. Y es que la historia no acompaña los grandes anuncios de las FARC. Los sangrientos episodios de enero y febrero de 2012 son pruebas más que suficientes como para tener dudas acerca de la finalidad de este anuncio. La colocación de carros-bomba y motos-bomba, pero muy especialmente las horrendas torturas aplicadas a un humilde campesino de la localidad de Caloto, departamento de Cauca, a quien le cosieron sus labios con alambre por negarse a transportar un burro-bomba, otra de las aberrantes prácticas de este grupo, deberían motivos más que suficientes como para imponer la cautela. Adicionalmente, más atrás en el tiempo, mientras negociaban con la administración Pastrana, y se comprometían a un alto al fuego, las FARC hicieron uno de los más importantes acopios de armas y establecieron nexos con el narcotráfico en la llamada “zona de despeje” que les concedió el gobierno de aquel entonces..
Por estas razones, el anuncio parece más bien una bandera blanca, enarbolada por el actual líder de las FARC, Timoleón Jiménez, alias Timochenko. Ahora bien, ¿qué razones pudo tener Timochenko para dar este paso? A mi modo de ver hay cinco elementos explicativos.
1. Bajo costo político y potenciales simpatías de la iniciativa. En efecto, los secuestros extorsivos se han convertido en una práctica sumamente repudiable y, por lo mismo, muy difícil de defender en los ámbitos políticos y especialmente comunicacionales. A los terroristas y sus entornos, les resulta más fácil reivindicar bombazos, e incluso asesinatos, que secuestros. Así de sencillo. No en vano es justamente la elevada cantidad de secuestros lo que terminó orillando las simpatías que despertaban las FARC en muchos lugares del planeta y llevó a los países del Viejo Continente, así como a la misma Unión Europea, a incluir a las FARC en el listado de organizaciones terroristas. Es más, la propia ex-senadora, Piedad Córdoba, cuyas simpatías por las FARC son abiertas, los había llamado, en más de una oportunidad, a dejar de lado esta actividad “tan inconveniente”.
2. Exitosa ofensiva gubernativa. Desde 2008, el círculo montado por el gobierno sobre las FARC ha comenzado a cerrarse con éxitos rotundos e incluso medibles. Por ejemplo, durante décadas, las FARC se jactaron de la ineficiencia policial y militar del gobierno colombiano reflejada en la incapacidad de dar con cualquiera de los ocho miembros del Secretariado Nacional (SN). Esta situación cambió drásticamente con la administración Uribe. Desde 2008, suman cinco los miembros del SN abatidos. Es un claro indicativo que las operaciones militares, de inteligencia y las políticas directas sobre los guerrilleros de rango más bajo, como entregar recompensas a quienes abandonen la lucha armada, están dando frutos.
3. Dificultades logísticas. Producto de lo anterior, se le ha hecho crecientemente dificultoso al grupo terrorista mantener esos verdaderos campos de concentración móviles en medio de la selva y ejecutar las necesarias maniobras de repliegue con los centenares de rehenes a costa. Aún cuando todos los testimonios indican que los rehenes son mantenidos bajo condiciones infra-humanas, su elevado número y dificultades que plantea la ofensiva del gobierno, han hecho de la mantención de estos rehenes un problema casi insoluble.
4. Falta de rehenes emblemáticos. Las FARC dividen sus rehenes en dos categorías, una formada por aquellos destinados a ser utilizados para las extorsiones (se trata básicamente de civiles), y la otra por los llamados rehenes emblemáticos (militares, exgobernadores, ciudadanos extranjeros o políticos) para ser canjeados por terroristas encarcelados. Tras la liberación de Ingrid Betancourt en 2008 y de tres ciudadanos estadounidenses, y del fin del cautiverio de Clara Rojas, las FARC dejaron de disponer de rehenes canjeables.
5. Otras vías para obtener recursos. La experiencia les ha demostrado que el narcotráfico se ha convertido en una vía alternativa para financiar sus actividades, no sólo más expedita sino mucho más rentable que la extorsión. Además, desde el punto de vista comunicacional, los lazos con los carteles se pueden mantener fácilmente en una zona gris, e incluso ser desmentidos.
Para entender el anuncio de las FARC resulta interesante remontarse a -llamémosle- su génesis . En abril del 2000, uno de los comandantes más sangrientos, el Mono Jojoy, hizo público lo que señaló como “Decreto 002”, y que la prensa colombiana bautizó como “ley rebelde para financiamiento”, la cual obligaba a cualquier directivo de empresa, o individuo, con más de 1 millón de dólares como patrimonio, a pagar el 10% de ese capital so pena de ser secuestrado. La máxima expresión de este sistema de extorsiones pasó a ser la denominada “vacuna”, o sea el impuesto revolucionario que brindaba una relativa seguridad de no ser secuestrado.
Como dato de contexto resulta importante tener en consideración que el secuestro no formó parte del arsenal terrorista de las FARC en sus inicios. Lo adoptaron recién en 1980 y lo utilizaron sólo excepcionalmente; recordemos que las FARC nacen como grupo de autodefensa campesina a fines de los 40, se empiezan a ideologizar tras el congreso del Partido Comunista de 1961 y se transforman en guerrilla, con su actual denominación, a partir de la toma de Marquetalia en 1964. La masificación del secuestro por parte de las FARC tiene lugar durante los 90, y curiosamente, aún cuando ocurre coetáneamente con el fin de la Guerra Fría, su masificación no se debe al fin de ésta, sino a estrictas necesidades de financiamiento. Y es que las FARC nunca fueron un grupo especialmente cercano a La Habana o Moscú. En los 60 y 70, los grupos colombianos más guevaristas fueron el Ejército de Liberación Nacional (creado por Camilo Torres) y el Ejército Popular de Liberación. El primero mantiene todavía una cierta actividad en el norte del país, mientras el segundo se encuentra prácticamente extinguido. Ambos fueron mucho más recurrentes que las FARC en materia de secuestros. Incluso el grupo M19 usó el secuestro de forma muy espectacular en las grandes ciudades, pero sin grandes resultados. Las FARC, en cambio, fueron mucho más hábiles. En primer lugar, se llevaban a sus rehenes hacia la selva lo que hizo extremadamente difícil su búsqueda. Luego, al categorizar a sus rehenes, e introducir “las vacunas”, convirtieron a sus secuestros en un problema nacional con ribetes internacionales. En esto, el plagio de Ingrid Betancourt, Clara Rojas y de varios extranjeros fueron esenciales.
En consecuencia, el anuncio de las FARC, relativo a poner fin a esta práctica, debe ser tomado con esperanza y reserva, como señaló la propia Betancourt, quien algo conoce de los métodos FARC. Esperanza, porque ésta siempre suele ser una buena consejera. Pero debemos reconocer que el realismo y la cautela también lo son; máxime en este caso.
La trayectoria de personajes como el Mono Jojoy, el negro Acacio y el recientemente abatido Mapanao (aquel inefable comandante que lanzó en 2002 un cilindro de gas cargado con dinamita contra una iglesia en Bojayá, repleta de fieles) refuerzan la necesidad de no apresurar el optimismo. La posibilidad de que un grupo terrorista capaz de albergar a tales sujetos pueda mutar y brindar algo efectivamente nuevo y positivo es, a lo menos, dudoso. De ahí la pertinencia del calificativo de insuficiente que le ha dado la administración Santos al anuncio recientemente expedido “en las montañas de Colombia”.
Profesor de Universidad Alberto Hurtado (Chile)
Ph.D. en Comunicación (Universidad Carlos IV, República Checa)
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