Si algún día Estados Unidos no pagara

Autores

  • Juan José Riva

Resumo

Volvemos a hablar de las famosas crisis de la deuda, pero aunque cueste creerlo, el tema de estudio esta vez no es ni Bolivia, ni México ni Argentina, aunque suene así de increíble, el deudor es el acreedor de siempre. Los Estados Unidos de América.

Creer que Estados Unidos entrará en default dejando sus deudas impagas era hasta hace no mucho un escenario impensable. Tanto es así que la seguridad de los bonos del gobierno norteamericano llevaron a que en la jerga, comprar bonos de dicho país fuera llamado “Fly to security”.

El problema que rodea todo esto se basa en un principio simple en cuanto a asuntos crediticios se trata. Cuando la deuda es muy grande, el problema no lo tiene solo el deudor, sino que también el acreedor. Cuanto este problema se internacionaliza a gran escala, estamos ante una crisis mundial en torno al default. Como dijo la flamante directora del FMI Cristine Legarde  "El tema se tiene que resolver inmediatamente. Lo que es cierto es que un impacto fiscal adverso en Estados Unidos podría causar graves consecuencias en el resto del mundo".

Si bien fue difícil, el pasado fin de semana el Congreso norteamericano adoptó una solución que no deja bien parados ni al oficialismo ni a la oposición (también dividida por cierto). Si no se pagaba, China tendría problemas como el principal acreedor, así como también todos los inversores (públicos y privados) que financian hoy en día a la principal potencia mundial.


El techo fiscal para endeudarse del gobierno norteamericano estaba en 14,29 billones de dólares, con el cual el mismo no podía hacer frente a sus deudas y tenía que incurrir en una secesión de pagos. A esta situación se sumaba la presión por parte de las agencias que le podían llegar a rebajar la calificación de AAA a los bonos americanos. 

Pero el Presidente no puede decidir solo si aumentar el techo de la deuda americana que le posibilitaría seguir pagando sus deudas. Para obtener el permiso del Senado se necesita una decisión bipartidaria, siendo insuficientes los escaños demócratas para solucionar el problema. Pero como la aprobación del último presupuesto nos demostró el pasado mes de abril, la toma de decisiones en el Senado es complicada. 

El Plan del Presidente Obama se basaba en dos pilares, uno era la baja en el gasto público (inevitable en esta situación) recortando algunos servicios, lo que le quitaría popularidad en sus sectores más fuertes de votantes. Mientras que el otro pilar se basaba en un aumento en los impuestos a las compañías petroleras y a los salarios de los más ricos. En declaraciones a fines de pasado mes el Presidente establecía que "antes de recortar la educación de nuestros hijos (...) me parece justo que pidamos a una compañía petrolera o al propietario de un avión corporativo que renuncie a su recorte fiscal". 

Cuando la bancada demócrata fue a negociar se encontró con un Partido Republicano que no solo era renuente a aumentar los impuestos: en las últimas elecciones el Tea Party había obtenido una importante votación en el Partido del elefante, lo cual traía al senado a un grupo duro para negociar, que había sido electo sobre la promesa de no aumentar los impuestos. 

Cuando el líder republicano en el senado John Boehnerv intentó convencer a sus propios legisladores de las cesiones que debían hacerse para que estados Unidos no incurriera en moratoria, se encontró con que el movimiento del tea Party había puesto en marcha toda su organización para presionar sobre la decisión de sus legisladores de no aumentar los impuestos.

Mientras que, por otro lado, el ala izquierda del Partido Demócrata no quería aceptar un mayor recorte en los planes sociales que lleva adelante la administración Obama. Básicamente el discurso usado por la izquierda demócrata para negarse a un recorte en el gasto público en contraposición al aumento del impuesto es lo afirmado por el profesor escocés de Brown University Mark Blyth, quien señala que la austeridad en el gasto fiscal es “The Pain after the Party”: el dolor después de la fiesta de los altos ejecutivos financieros, que sería sufrido por las clases más desfavorecidas que no podrían hacer uso de los servicios públicos. 

Pero al fin y al cabo, si se quiere pagar hay que percibir más ingresos. Ahora, ¿a quién se le saca? 

La decisión final tomada fue que el costo de la deuda se basará en una reducción gradual de 3 billones de dólares en el gasto fiscal, claramente no lo que el Presidente ni su Partido querían. La misma se realizará con una primera reducción de un billón que caerá sobre los programas sociales más necesarios para las clases desfavorecidas, incluida la asistencia sanitaria y las ayudas a personas con problemas físicos o las familias con bajos recursos. Para la reducción de los otros 2 billones se creará una comisión bipartidista en la cual se debatirá si la suma a reducir del gasto público seguirá siendo la misma, y si se utilizarán impuestos así como otras medidas negociables. Al decir del Presidente “En esa segunda fase, todo estará sobre la mesa".

Podríamos decir que en gran parte un vencedor de esta situación es el ala radical del Tea Party ya que lograron que el aumento de la deuda se financie enteramente con una reducción del gasto público, manteniéndose fieles s u principio de “no taxes”. 

Obama tuvo que guardarse sus medidas sociales. Si bien fue una decisión madura y responsable la de no dejar la deuda impaga, le costará muchas criticas y le ganará una creciente impopularidad de cara a las próximas elecciones. 

Pero no todo es negativo para Obama: la reacción negativa que pudiera tener su tradicional electorado podría compensarse con una buena reacción por parte de las clases más conservadoras que vean como responsable la actitud del Presidente.

El célebre Presidente argentino Nicolás Avellaneda decía, aludiendo a las deudas de los países que “ellas han de pagarse aun con el hambre y la sed del pueblo argentino”. La crisis económica nos deja varias interrogantes políticas en torno a la incapacidad del Partido Republicano de controlar su interna, la incapacidad del propio Obama de marcar un fuerte liderazgo en el Congreso, y su situación de cara a las nuevas elecciones.

* Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales. 
Depto de Estudios Internacionales. 
FACS - Universidad ORT Uruguay.

Publicado

2011-08-11

Edição

Seção

Política internacional