CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA DE ARGENTINA Y CHILE EN EL LARGO SIGLO XX - Parte I

Autores

  • Pedro Isern

Resumo

La Gran Divergencia es la creciente diferencia en la productividad que ha existido desde el siglo XVIII en adelante primero entre Europa y el resto y más adelante entre Occidente y el resto. Angus Maddison ha sistematizado un conjunto de indicadores comparados donde es posible analizar la dimensión de esta divergencia entre 1820 y 1998.

La mayoría de los historiadores recurre a la “Revolución Industrial” en Inglaterra como un punto de quiebre para la explicación del fenómeno. La obvia pregunta que sistemáticamente aparece es sobre la permanencia y creciente divergencia entre Occidente y el resto. Es decir, asumamos por un momento que el comienzo de la Gran Divergencia se debe a una revolución industrial acontecida en el lugar A y no acontecida en los lugares B, C y D. La pregunta que sigue es por qué B, C y D no fueron capaces de copiar posteriormente, en un mediano y largo plazo (y aunque sea marginalmente) las ganancias en las productividad de A. Si bien en el primer momento de la revolución las innovaciones que realiza A son obviamente difíciles de copiar, vemos que entre Occidente y el resto la divergencia se profundizó en ese mediano y largo plazo.

El premio Nobel de Economía en 1995 y Profesor de la Universidad de Chicago Robert Lucas representa cabalmente los problemas del pensamiento neoclásico: “The legacy of economic growth that we have inherited from the industrial revolution is an irreversible gain to humanity, of a magnitude that is still unknown. It is becoming increasingly clear, I think, that the legacy of inequality, the concomitant of this gain, is a historical transient.(…) sooner or later everyone will join the industrial revolution, (…) economies will grow at the rate common to the wealthiest economies, and (…) percentage differences in income levels will disappear (which is to say, return to their pre-industrial levels)” (Lucas, 2002). Esta cita resume rigurosamente el problema: la gran divergencia comienza en un momento cuando el lugar A desarrolla tecnologías que hacen incrementar su productividad en relación a B, C y D. Sin embargo, la cuestión central no es por qué A diverge en un primer o segundo momento con B, C y D sino por qué esa divergencia no sólo se mantiene sino que se profundiza en un mediano y largo plazo. Parece evidente que el argumento de Lucas es equivocado o, al menos, insatisfactorio.

Paso seguido, parte de la literatura sostiene que mientras la Divergencia aparece por la creciente distancia entre la productividad de A versus el resto como consecuencia del punto de quiebre que significó la “Revolución Industrial”, la Gran Divergencia es la consolidación y profundización de esa distancia que no responde principalmente a la brecha en la productividad sino a la incapacidad del resto (los B, C y D del mundo) de, por un lado, copiar las innovaciones y, por otro lado, de llevar a cabo propias innovaciones en forma eficiente. Esta corriente o explicación concatena el inicio de la divergencia que supone la aparición de semejante punto de quiebre que ha sido la “Revolución Industrial” en Inglaterra con una posterior explicación institucional, donde los agentes económicos son capaces de innovar e imitar eficientemente a partir de los incentivos que el ambiente les da para invertir y arriesgar sus ahorros y capital. No todas las innovaciones e incluso las grandes innovaciones reflejan un ambiente económico-institucional eficiente. Por ejemplo, la Unión Soviética lideró la tecnología espacial y en la actualidad Corea del Norte y Pakistán han desarrollado tecnología nuclear. Sin embargo, la relación costo-beneficio no refleja allí eficiencia.

La complementación entre geografía e instituciones fue realizada en forma rigurosa y original por la saga publicada por Acemoglu, Johnson y Robinson en "The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation" y en “Reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution” (el primero, publicado por “the American Economic Review” en diciembre de 2001, el segundo publicado en “The Quarterly Journal of Economics” en noviembre de 2002). Para estos autores la variable central para entender el desarrollo de unos y la ausencia de desarrollo de otros son las buenas o malas instituciones o reglas de juego. Sin embargo, dejan de lado el clásico y problemático argumento que, por ejemplo, sostiene que la divergencia entre América del Norte y del Sur se explica por las buenas instituciones implementadas en el norte por los ingleses y las malas instituciones implementadas en el sur por los ibéricos. Al controlar por la mortalidad que han sufrido los colonizadores en sus distintos destinos, los autores sostienen que allí donde la mortalidad era alta los europeos sólo aspiraban a extraer riquezas para transferirlas a la metrópoli mientras allí donde la mortalidad era baja los europeos pensaban ese espacio con una estrategia de largo plazo y buscaban establecer reglas eficientes y transparentes. El punto relevante aquí (y en oposición a la lectura sociológica que realiza Max Weber sobre la ética protestante y la lectura histórica que, por ejemplo, realiza Niall Ferguson en “Civilización, Occidente y el resto”) es que la geografía influye en las instituciones pero son éstas las que determinan la viabilidad de un país para llegar al desarrollo independientemente el origen del colonizador europeo. Así, en un espacio geográfico donde la mortalidad era muy alta, las instituciones serían extractivas más allá de si el colonizador fuera ibérico, británico o francés (Santo Domingo, Jamaica o Haití) mientras que allí donde la mortalidad era baja las instituciones establecidas por el colonizador europeo generaría juegos de suma cero (Estados Unidos, Canadá o Argentina y Uruguay hasta principios del siglo XX).

Por su parte, la gran divergencia tiene en el libro de Eric Jones, “The European Miracle”, una referencia válida. Para Jones, Europa logró diferenciarse del resto porque concatenó una realidad geográfica-ecológica con una explicación política: dado que el sub continente europeo tiene una constitución geográfica este-oeste, las innovaciones en el ámbito agrícola que acontecieron, alrededor del 1500, en una región, eran transferidas o copiadas en una o varias regiones lindantes. Por su parte, para Jones la geografía europea incentivó la competencia entre las partes porque hacía muy difícil mantener en el tiempo la conquista de gran parte del territorio. Ello se debía a una geografía montañosa con ríos y lagos estratégicamente situados para hacer costosa esa posible conquista. La complejidad geográfica europea contribuyó para la existencia de (literalmente) cientos de principados, reinos o ducados alrededor del 1500. Así, cuantos más actores hay en un determinado mercado, ceteris paribus, el resto puede aprender de mayor cantidad de experiencias tanto exitosas como fracasadas.

Convergencia y divergencia en Argentina y Chile

Argentina y Chile comparten 2 etapas relativamente cortas de convergencia y una larga etapa de divergencia. Para medir este proceso compararemos la evolución del PIB per cápita de ambos países en relación con los Estados Unidos. La primera etapa de convergencia sucede entre finales del siglo XIX y la “Gran Depresión” (1880-1929); la larga divergencia sucede entre la Gran Depresión y, dependiendo cada país, algún momento de finales del siglo XX. En el caso argentino esa larga divergencia termina con la profunda crisis de 2001. En el caso chileno la divergencia termina cuando regresa la democracia en 1990.

Gráfico 1: Argentina y Chile como porcentaje de los EE.UU. (1870-2000)
Argentina y Chile como porcentaje de los EE.UU. (1870-2000)
Fuente: Bertola et al

Gráfico 2: Argentina y Chile como porcentaje de los EE.UU. (1950-2010)
Argentina y Chile como porcentaje de los EE.UU. (1950-2010)
Fuente: Penn World Table

Ambos países se consolidaron como actores estatales geográfica y legalmente delimitados en la segunda parte del siglo XIX y, a partir de allí, tuvieron una similar inserción en la economía mundial. Por un lado, la primera convergencia argentina descansa en dos situaciones afortunadas: después de un largo período de inestabilidad que se inicia con la independencia en 1810 el país termina de constituirse como nación en 1880, cuando termina la “campaña del desierto” liderada por el General Julio Argentino Roca, quien devino presidente en el período 1880-86. Así, esta consolidación como nación aconteció cuando la economía mundial vivía una etapa de libertad de comercio y caída en los costos de transacción (principalmente a partir de la caída en los costos del transporte) y cuyo principal actor, Gran Bretaña, tenía una notable complementación con la economía argentina.

Mientras Gran Bretaña era la principal economía industrial del mundo y tenía un alto stock de capital, relativamente mucha población y poca tierra, Argentina era probablemente la economía más complementaria: poca población, mucha tierra, alta productividad de esas tierras y bajo stock de capital.

La experiencia chilena es similar aunque menos excepcional. Chile se consolida geográficamente como nación después de la “Guerra del Pacífico” (1879-1883) y se inserta en la economía mundial complementándose con Gran Bretaña. Su principal exportación era el salitre y el capital británico es clave para la construcción de infraestructura que posibilite la eficiente salida del mineral. Los británicos invierten en la construcción de ferrocarriles y en el principal puerto chileno en la ciudad de Valparaíso.

Como mencionamos, Argentina refleja una etapa relativamente corta de convergencia y otra etapa larga de divergencia. En la primera década del siglo XXI la divergencia terminó y ha comenzado otro período de convergencia cuya real dimensión desconocemos.

La larga divergencia de la economía argentina tiene dos etapas. La primera comienza con la crisis del 29 y permanece, con algunas excepciones, hasta 1976. Desde 1976 hasta 2002 la divergencia se convierte en lo que el historiador económico Pablo Gerchunoff denomina “la era de las catástrofes”.

Podemos recurrir a un simple modelo para hacer más visible el proceso. Por ejemplo, el modelo de De la Fuente descansa en 3 variables para pensar la convergencia y divergencia. Hay una variable X que refleja las condiciones iniciales de una economía, como por ejemplo el clima, la extensión territorial y la existencia de una riqueza minera o petrolera. El petróleo en Arabia Saudita sería un ejemplo representativo. En segundo lugar, De la Fuente menciona la existencia de una variable Beta. Esta variable representa condiciones de una economía en relación a otra. Por ejemplo, el deterioro o mejora en los términos de intercambio a partir de la aparición de una economía emergente (como China en la última década) genera modificaciones relativas. Por su parte, hay una variable aleatoria.

Así, El modelo básico de De la Fuente es el siguiente:
/\Yi,t = Xi –β Yi,t +€it
Donde β refleja la correlación entre la tasa de crecimiento y el nivel de renta. La relación puede ser positiva o negativa y proporciona una medida de la velocidad (según la pendiente). €it es una perturbación aleatoria y X resume las características fundamentales del país I, que podrían influir sobre su ritmo de crecimiento. Es constante en el tiempo y la medida es 0. Es decir, hay quienes de acuerdo a X tienen más potencial y otros menos que la media.

En la segunda parte de este trabajo apelaremos a tres teorías para explicar las dos cortas convergencias y la larga divergencia de Argentina y Chile desde 1880 hasta la actualidad. En primer lugar, recurriremos al modelo neoclásico de Solow. En segundo lugar, apelaremos a la teoría de la dependencia y en tercer lugar a una explicación institucional.


Pedro Isern es profesor del Depto. Estudios Internacionales, FACS - Universidad ORT Uruguay. Master en Filosofía Política, London School of Economics and Political Science.

Publicado

2014-10-23

Edição

Seção

Comercio y economía internacional